El pasado 21 de febrero el mundo se convirtió en un lugar un poco más triste porque nos dejó el gran Miguel Gallardo. A los 55 años y víctima del puto cáncer, murió uno de los mejores y más importantes autores nacionales de los últimos 40 años.
Escribir la reseña de El gran libro de los perros (publicado por Astiberri en la colección Sillón Orejero) me ha supuesto todo un reto. No por la obra, sino porque me ha sido muy complicado abordar este texto con objetividad, al darme cuenta que ya no leeré más historias del autor que me hizo reír con Makoki, flipar con Perro Nick o emocionarme profundamente con María y yo. Sirvan estas palabras, escritas con un nudo en la garganta y una lagrimita cayendo por mis gordas mejillas, como homenaje a uno de los más grandes.
Va por ti, Miguel
¿Tenéis perro? ¿Lo habéis tenido? ¿Queréis o no tenerlo? Seguro que estáis en alguno de estos tres grupos. Pues bien, Miguel se encontraba entre aquellos que por diversos motivos no querían tener a un peludito en sus vidas… Hasta que le tocó cuidar del perrete de su hermana unas semanas.
Esto le llevó a adoptar, junto a su compañera vital Karin Du Kroo, a Cala, una perrita que como él mismo indica era una mezcla de terrier y no sé qué más. En El gran libro de los perros, los autores nos cuentan cómo fue la dura travesía de iniciar los trámites de la adopción hasta que el nuevo miembro de la familia llegó a su hogar definitivo.
Para hacernos testigos de este viaje, Gallardo ha usado algo que conoce muy bien como vehículo: la autobiografía. El autor ha desnudado su alma para mostrarnos sin trampa ni cartón todo el espectro de emociones que vivió durante unos meses. Y es que tanto la mayor alegría hasta la mayor desesperanza se dan cita en un puñado de páginas multidisciplinares que harán las delicias de sus seguidores.
El gran libro de los perros tiene páginas de cómic propiamente dicho con un esquema de viñetas clásico y funcional. Otras planchas presentan ilustraciones más realistas o esquemáticas, pasando por collage, que mezclan fotografías reales y falsas o páginas de bocetos a boli que han sido trasladas a esta novela gráfica tal cual.
Todo un ejercicio de estilo que traspasa las barreras del noveno arte, abordando desde una perspectiva realista y divertida todos los tópicos sobre el maravilloso mundo de criar a un perro: desde el ajuar correspondiente que le preparamos en la casa, sus juguetes, cómo se relaciona con otros perretes (y nosotros con los dueños), lo que come, recoger sus caquitas… Una sucesión de gags visuales sin desperdicio.
Especialmente emotivas son las viñetas dedicadas a la relación entre Cala y María, su hija autista. Aquí Gallardo hace de las suyas dándonos una patada directamente en la patata. Sentimientos a flor de piel, a lo que hay que sumar la sensación de vacío que nos deja El gran libro de los perros. Un trabajo bonito, bien hecho pero que difícilmente sería la última obra que Miguel Gallardo dejaría a sus fans de haber sido otras las circunstancias.
Te echamos y te echaremos de menos, maestro.