Hace unos meses las editoriales ECC y Cascaborra (especializada en cómic histórico) unieron sus caminos para que los tebeos de la segunda fueran distribuidos por la primera. Gracias a esto nos llega nuevamente la magnífica novela gráfica “Goya. Saturnalia”. Ahora llega convenientemente decorada con un faldón de papel vertical que resalta sus numerosos premios y nominaciones.

Porque amigos, “Goya. Saturnalia” tuvo un éxito considerable, consiguiendo el galardón de Mejor Cómic Nacional en los premios Antifaz del Salón del Cómic de Valencia o los de Mejor Obra Nacional y Mejor Autor Emergente en los V Premios ACDCómic, por citar solo algunos de los más importantes.

Realizada por Manuel Gutiérrez (del que disfruté mucho en su día «La Invocación de Ion») y Manuel Romero, “Goya. Saturnalia” está orquestada como una fuga en cinco movimientos. Son también cinco los años de la vida del pintor los que se representan en sus páginas. La composición y estructura de cada movimiento varía en pos de una historia bien conocida, pero igualmente fascinante.

Don Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) pintó una serie de catorce murales en la llamada “Quinta del sordo” (situada próxima al Manzanares), que más tarde fueron conocidos como las “Pinturas negras”. Un conjunto de creaciones notablemente influyentes en diversas corrientes artísticas posteriores como fueron el Impresionismo y el Expresionismo.

Los autores van directos al grano en “Goya. Saturnalia”, presentando al protagonista en un estado cuasi crepuscular, aislado del mundo debido a su desidia y desencanto con la situación sociopolítica de España. Igualmente influye su declive físico, con su sordera como principal problema. De hecho, parece que cuanto más ensimismado y aislado estaba mayor era su creatividad.

Lo cierto es que bastan pocas páginas para darse cuenta que la obra es un cómic poco convencional. De hecho, podríamos decir que estamos ante un ejemplo de poesía gráfica por la manera en la que está ejecutada la historia. El dibujo (del que hablaremos con mayor detenimiento más adelante) y la narrativa cuidadosamente planificada y medida lo asemejan a una composición métrica.

“Goya, Saturnalia” también puede pasar como un relato de terror evocador, oscuro y sugerente a nada que entres en la propuesta ofrecida por los manueles. Hay algunos pasajes que dan forma a la locura, a las obsesiones y a los demonios internos del artista en los que este conversa con personalidades como Beethoven, Picasso, Lorca o Bacon. Todos ellos otorgan a la historia una dimensión casi onírica. Tampoco hay que perder de vista la intensidad de los diálogos entre Goya y Fernando VII, así como la clara y convulsa evolución de los mismos, pasando del claro al oscuro en una evidente metáfora del devenir estilístico que estaba sufriendo el de Fuendetodos.

Sin embargo, si algo se lleva el protagonismo en “Goya, Saturnalia” es el arte de Manuel Romero. En la novela gráfica predominan las páginas formadas por doce viñetas agrupadas en tres cuadrículas. Una composición que es rota de manera furiosa para cambiar el ritmo de esta fuga en cinco movimientos, y pasar de las doce viñetas a páginas de una o dos o incluso ilustraciones a doble plancha. Estos cambios pillan por sorpresa a un lector que es seducido por esta historia de locura y rabia contenida. También me parece digno de elogio el sencillo (pero eficaz) truco con el que se representa la sordera, y el consiguiente aislamiento de Goya, y cómo esta circunstancia interfirió en su vida a todos los niveles.

En definitiva, estamos ante un cómic brillante en la forma (con algún que otro deje de “From Hell”) y en el fondo centrado en la etapa más oscura de Francisco de Goya que gustará a todos los aficionados al arte y a la historia contadas de manera poco convencional.

La edición de “Goya, Saturnalia” viene presentada en tapa dura, con papel de alto gramaje e incluye un prólogo de El Torres (autor de otro tebeo de Goya como él mismo dice) y un epílogo del crítico Álvaro Pons. La única pega que le encuentro es el tamaño, algo menor al comic book americano que desmerece un poco el arte de Manuel Romero. Ojalá en un futuro veamos una nueva versión de la historia a tamaño álbum europeo. Sería lo ideal, desde luego.