Érase una vez (toda fábula que se precie tiene que empezar así) un matrimonio de campesinos que iba por el bosque y se encontró un bebé abandonado. Un bebé de otra especie, que estaba llamado a ser muy grande y es adoptado por la pareja que le encuentra. No, no estamos hablando de Superman. Nuestro bebé es una niña, se llamará Celeste y lo de muy grande en este caso es literal. Celeste es una Giganta.
Giganta: Historia de aquella que recorrió el mundo en busca de libertad es un cuento clásico. Una historia de esas, ambientadas en un mundo de fantasía, que hacen reflexionar al lector sobre la realidad en la que vive y que, tras su lectura, deja algún tipo de lección. A lo largo de las doscientas páginas de este volumen, iremos creciendo con Celeste, descubriendo el mundo a través de los ojos de alguien que se siente diferente y va buscando su propio camino en un mundo que no está hecho para ella. Nuestra giganta se encuentra a lo largo de su viaje personal que todo el mundo tiene una idea muy clara de lo que se espera de ella, tanto en el plano familiar como en el social o incluso el sentimental. Un viaje del héroe hacia la proeza más grande de todas: vivir. A veces, simplemente sobrevivir.
En Giganta nos encontraremos con personajes y tropos clásicos del género: el pícaro que se aprovecha del protagonista, el caballero andante de brillante armadura, el gobernante tiránico, el príncipe azul, la madrastra -o en este caso, suegra- malvada, la bruja, las sirenas… Pero aquí cada uno de ellos tiene una pequeña vuelta de tuerca que lo acerca a nuestro día a día. Así, la bruja representa a la mujer liberada, empoderada a través del conocimiento. El Príncipe Azul está aquí para mostrarnos que, aunque sea importante, el amor no lo es todo en una relación, y que quizás no merezca la pena sacrificarlo todo por ello, al contrario de lo que nos contaba La Sirenita, por poner un ejemplo. Giganta es una de esas historias aparentemente para niños con un fondo mucho más profundo de lo que parece a primera vista, que quizás los pequeños no perciban pero que le dará ese algo más que necesita un adulto para ser cautivado. Algo así como pasa con las películas Toy Story o Del Revés, vamos.
El mundo de los cuentos clásicos es un mundo objetivamente patriarcal. Está plagado de damiselas en apuros, de princesas que necesitan ser rescatadas, de mujeres que sacrifican lo que son por sus héroes y de madres cuyo único sentido es traer herederos del héroe (varones, por supuesto) al mundo. Esto no va con Celeste. Nuestra heroína quiere seguir su propio camino sin nadie que se lo imponga, quiere poder decidir por sí misma. ¿Una historia feminista? Por supuesto. En el mundo en el que vive Celeste, una mujer que quiere ser dueña de su propio destino es algo totalmente transgresor. Que hoy en día se considere una posición política que una mujer quiera libertad e igualdad nos debería hacer pensar que quizás, aunque hayamos evolucionado mucho como sociedad, aún nos queda bastante camino por recorrer.
Y si fascinante es la historia que nos cuenta como vehículo para reflexionar sobre la sociedad contemporánea, también hay que señalar que consigue el efecto deseado en buena medida gracias al espectacular dibujo de la castellonense Núria Tamarit. Esta autora ya nos llamó la atención hace cerca de cinco años con Avery’s Blues, obra por la que se llevó dos premios Carlos Giménez en 2017 y fue nominada a otros dos, pero la evolución gráfica que ha tenido nos deja con la boca abierta. Su trazo ha madurado hacia una línea aparentemente más sencilla, pero muchísimo más eficaz. Giganta es una obra que te atrapa en cuanto entras en ella, y aún con la larga extensión que tiene, no te suelta hasta que lees la última página. Ayuda también el color, con una paleta más centrada en el plano emocional que en el narrativo y ayuda a que el lector entre en la historia que nos están contando.
Giganta ha sido una muy grata sorpresa. Que Núria Tamarit era un nombre que había que seguir era algo que estaba claro desde su debut, pero la sinergia de su colaboración con Jean-Christophe Deveney ha sido tal que esta obra, de una ilustradora considerada como revelación hace tan solo cuatro años, y de un guionista del que aún no se había publicado nada en castellano, entra por la puerta grande en el listado de obras a tener en cuenta cuando se haga, dentro de unos meses, la retrospectiva de lo mejor de 2021. Deveney y Tamarit han anunciado ya su intención de contar otra historia en el mundo de Celeste y nosotros estaremos ahí cuando vea la luz.