Jeff Lemire es el guionista que más ha sonado entre lo más destacado de 2018. Títulos como Black Hammer o la inminente Royal City lo han situado en lo alto de los tops a final de año. Aún así Lemire es capaz de lo mejor y de lo peor, porque no hace mucho tiempo hablábamos de su fallida The Terrifics o su etapa en los X-Men y parece mentira que hablemos de la misma persona. Es entonces cuando aparece algo como Gideon Falls 1. El granero negro junto con Andrea Sorrentino y le perdonamos todo.
Ambos habían trabajado antes juntos en Green Arrow o El viejo Logan con un buen resultado, aunque muy lejos de los niveles de calidad que nos da este arranque de Gideon Falls. Gideon Falls es el nombre del pueblo a donde llega el padre Fred. Llega por orden del obispado a sustituir a otro sacerdote, que ha desaparecido misteriosamente. Por otro lado, tenemos a Norton Sinclair, un paciente de psiquiatría con una extraña compulsión por recoger de la basura unas extrañas reliquias. El único nexo en común entre ambos por ahora es el siniestro granero negro, una suerte de construcción fantasma que se les aparece a ambos con toda una oscura, violenta y siniestra historia detrás.
Es difícil contar algo nuevo en un género tan sobreexplotado como el terror. Igualmente difícil es conseguir la sensación de angustia y horror en un medio como el cómic donde no se cuenta con recursos como el sonido o el susto sorpresa. Lemire y Sorrentino lo saben y juegan con su mejor baza: la atmósfera. El modo en que se nos cuenta Gideon Falls 1. El granero negro es mucho más importante que la propia historia. La ambientación, el racionamiento tenso de la información, los pequeños detalles, el planteamiento de página… algo tan sencillo como una mascarilla, un garfio, una oración o incluso un silencio bien usado nos genera un escalofrío en la espalda con cada paso de página.
El estilo pausado tan característico de Jeff Lemire se une a las iluminaciones dramáticamente forzadas y las extravagantes composiciones de página de Andrea Sorrentino para un cómic en el que lo más insignificante o común generan una tensión que no te suelta el cuello en sus 160 páginas. Todo es un misterio en Gideon Falls: ¿qué sucedió con el sacerdote enviado antes que el padre Fred? ¿Por qué ha sido enviado el padre Fred? ¿De dónde sale Norton? ¿Qué es el granero negro y la misteriosa figura a la que se avista en él? ¿Dónde y cuándo sucede cada una de las dos tramas? Todo es un misterio, pero un misterio magistralmente expuesto con cada pequeño cebo en el lugar adecuado para tener al lector ubicado en inmerso en una sensación constante de expectativa e inquietud.
Lemire y Sorrentino funcionan en una sinergia a la que no habían llegado en sus colaboraciones anteriores y es que a sus respectivos estilos les va como un guante el género de terror. Andrea Sorrentino se luce como tal vez nunca lo había hecho. Aún podemos ver ciertas carencias, que casi consigue convertir en marca de estilo, como ese exceso de frontalismo y un cierto abuso de los planos cortos y medios. Incluso afronta riesgos narrativos de los que no siempre sale airoso, pero cuando en este Gideon Falls sí lo hace, nos da las que probablemente son las mejores páginas de su carrera hasta la fecha. La tendencia de este italiano por los excesos narrativos queda ahora inteligentemente compensada por una inclinación a la narración en panorámico neutro, que rompe cuando es preciso… y cómo lo rompe, creedme que se asegura de que nos demos cuenta.
Tenemos a un Lemire en un gran estado de forma, pero probablemente el terror que respiramos en Gideon Falls nos atenaza como lo hace gracias a ese dramatismo expresionista de Sorrentino. Su truco habitual de marcar un detalle en monocromo rojo (que en esta ocasión colorea Dave Stewart en lugar de su compinche habitual Marcelo Maiolo) nunca dio tan en el clavo como en Gideon Falls. El guión de Lemire parece escrito para Sorrentino y no podría haber habido mejor dibujante para esta historia de Lemire
Gideon Falls 1. El granero negro sorprende con el que podría ser el mejor trabajo hasta la fecha, tanto del equipo Lemire /Sorrentino, como de cada uno por individual. Queda por ver si son capaces de seguir el ritmo y la potencia que han marcado en el planteamiento de la historia, pero este inicio de Gideon Falls se sitúa como uno de los mejores cómics del año.