Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos por aquí de la revista Giallo. En concreto, fue el pasado mes de septiembre cuando reseñamos su quinto número. Desde la editorial Leviathan Labs tampoco adelantaron demasiada información sobre el lanzamiento aproximado de la siguiente entrega. Pero aquí está, amigos, la sexta entrega de una publicación que se ganó el corazoncito de los aficionados al cómic de terror desde el comienzo.
Giallo 6 nos ofrece cuatro relatos de terror en lugar de los cinco habituales. Tres son autoconclusivos y tenemos la primera entrega de una historia con continuará. Vamos a hablar un poco de los contenidos, pero antes destacar que, salvo la última, estamos ante historias de terror convencionales un tanto alejadas de la estética Giallo que la revista trata de emular. Ojo, que esto no les resta calidad, pero es un detalle que quería comentar.
Giallo: el terror no tiene una forma, tiene muchas
La fiesta comienza con “Luz de luna” (nada que ver con la serie de Bruce Willis), de Enrico Nebbioso Martini y Giancarlo Brun. En ella, los autores nos trasladan a un pequeño pueblecito italiano que vive tranquilo gracias al esfuerzo de dos amigos que velan por su seguridad sin que nadie lo sepa. Estamos ante un divertimento ligero con un toque Lovecraftiano en lo referente al mal que acecha a la pequeña villa. De todas formas, lo mejor es el dibujo de Brun con cierto aire “cartoon” y que se marca un homenaje a una de las pinturas negras de Goya de lo más resultón.
Seguimos con “Lo del pantano”, de Alberto Avallone y Nicola Izzo. Un nuevo pedacito de terror sobrenatural mezclado con monster movie y todo un ejemplo de cómo condensar un comienzo, un nudo y un desenlace en unas pocas páginas. Inquietante y muy atmosférica, con una clara moraleja ecologista de fondo. A algunos veteranos recordará a algún fragmento de “Historias de la cripta”.
Llegamos a “Eucaristía”, de Alessandro Ginori y Niccolo Fontanelli. La mejor de todas las historias pese a que fusila de manera atroz el argumento de la monumental película “Martyrs”. Me gusta el mensaje subyacente de que quién sabe si habrá cielo o infierno. Bastante tenemos con preocuparnos de las barbaridades que ha hecho el hombre en nombre de la iglesia a lo largo de los siglos. Sin duda alguna, es el fragmento más sádico y gore de este Giallo.
Y terminamos con “Una serpiente de mármol negro”, de Davide Aicardi y Tommaso Catone. Con el último relato, con un dibujo algo deslucido, llegamos a la recuperación de esa sensación de estar viendo un Giallo pasado a viñetas. Los autores consiguen trasladar el misterio, la ambientación malsana o la creciente sensación de amenaza que cineastas como Bava, Argento o Fulci le daban a sus películas. Aquí tenemos a una joven que acude a una convención donde pronto todo comienza a ir mal. El cliffhanger es de infarto.
En definitiva, sumergirte en las páginas de Giallo es abrir una ventana al pasado, a la época de los videoclubs en la que quedamos fascinados por unas carátulas que en la mayoría de los casos eran muy superiores a las películas que incluían. Nos alucinaban sin poder imaginar que se trataba en la mayoría de las ocasiones de producciones italianas de la época “explotation”. A ese tipo de cine también, y no solo al Giallo, rinde homenaje esta revista.
Por último, se incluyen un par de artículos centrados en la naturaleza del mal que convirtió a hombres en auténticos monstruos o que hablan del llamado “Neo Giallo”, citando algunos títulos del séptimo arte de los últimos años.
Deseando estoy de que llegue el siguiente número, como siempre.