Leí Ghost World por primera vez allá por 2002, aún siendo un veinteañero. Me dejó este cómic mi novia de la época, que fue quien me introdujo en el cómic underground y alternativo. Por entonces, esta obra que retrataba las vidas de dos chicas adolescentes me fascinó y, aunque eran personajes vitalmente inexpertos, llegué a empatizar mucho con ellas en muchos momentos. Ahora, cerca de dos décadas después, aquella chica ya no es mi novia, es mi mujer, y yo ya no soy un veinteañero, soy un cuarentón tardío que empieza a ver la cincuentena en el horizonte. Y la persona que soy a día de hoy está muy lejos de las protagonistas de esta obra. Estoy más cerca de la jubilación que del instituto, y la lectura de la Edición Esencial que La Cúpula ha sacado de Ghost World ha resultado… extraña. Pero totalmente absorbente y satisfactoria. Como todo lo que hace Daniel Clowes.
Ghost World nos lleva de la mano de Enid y Rebecca, dos chicas de dieciocho años que acaban de terminar el instituto en un pueblo genérico americano. Están justo en ese momento de sus vidas en el que tienen que tomar decisiones vitales para dar el paso a la edad adulta, a la que miran con una cierta sensación de vértigo camuflada de cinismo y desprecio por la sociedad y lo que ellas consideran mainstream. Enid, la auténtica protagonista de la obra, es una chica un tanto amargada, con ganas de destacar y de sentirse diferente. Rebecca, su mejor amiga, es una persona bastante más estándar, con gustos e intereses más habituales. Es ese tipo de personas que te preguntas cómo es posible que sean amigas, y a lo largo de la obra iremos viendo cómo se van distanciando poco a poco, emprendiendo caminos vitales diferentes.
Haber leído Ghost World en dos momentos tan diferentes de la vida te hace reflexionar sobre ti mismo. Sobre quién eres y de dónde vienes. Mi yo veinteañero comprendía muchos de los planteamientos de Enid. También me sentía diferente, igual que todos los demás adolescentes de mi época, y de épocas anteriores y posteriores. Mi yo cuarentón mira a Enid con una cierta nostalgia. Es capaz de ver a esa chica inexperta, que no sabe la cantidad de mazazos que le tiene preparada la vida en el horizonte, y que se cree mucho más de lo que realmente es. Y eso hace pensar, dejando un sabor amargo, que si pudiera ver a mi versión recién salida del instituto, me daría a mí mismo una pena muy similar a la que me ha dado Enid. ¿Y Rebecca? Bueno, Rebecca es ese gran amigo del instituto que todos hemos tenido, que ahora es parte del pasado y se ha convertido en un incómodo «a ver si nos llamamos un día y quedamos a tomar algo» cuando nos lo cruzamos por la calle.
Esta Edición Esencial destaca comparada con la publicada hace veinte años en prácticamente todo. Tiene tapa dura, y un tamaño notablemente mayor que la versión que leí años atrás: 20×28 frente a los 17×24 -algo menor que un cómic book de grapa- de la de 2001. Y además está plagada de extras. Una página en la que Clowes piensa sobre qué habrá sido de las vidas de Enid y Rebecca, bocetos, versiones previas de las páginas publicadas, tiras de una versión infantil de Enid, diseños para la película, imágenes de productos de merchandising, portadas de los números de Eightball donde fue serializada esta historia… y un par de páginas en cartón al principio y final del tebeo con la portada y la contraportada originales, como si estuviera el tebeo metido dentro de este volumen. En general, es la misma Edición Especial de 2011, pero sin el guión de la película de Terry Zwigoff.
Ghost World es una de las grandes obras de Daniel Clowes. Una lectura que es capaz de darte un mazazo en las tripas, pero un mazazo diferente dependiendo del momento de tu vida en que la leas. Uno de esos escasos cómics que se merecen el apelativo de «obra maestra».