No sé si somos tantísimos los que echábamos de menos al tándem formado por Steven T. Seagle y Teddy Kristiansen. Siempre se han caracterizado por ser autores más cercanos al culto que al gran mainstream, pero lo que tengo claro es que seamos cuantos seamos, volverlos a ver en España con Genio ha sido toda una alegría.
En realidad Genio no es una obra nueva, sino un rescate por parte de Dolmen de una obra que publicaron en 2013 para First Second. Después de 2013 se pierde la pista de ambos como equipo. Es conocido que Steven T. Seagle descubrió pastos más verdes en la animación, aunque se deja ver en trabajos ocasionales, como la novela gráfica Get Naked, donde — no creo que casualmente — colabora con un buen puñado de artistas daneses. La pista de Teddy Kristinasen se hace algo más difícil de seguir y parece centrarse en la ilustración de libros. En cualquier caso parece que ver un nuevo trabajo de quienes nos dejaron La Casa de los Secretos, Es un pájaro o El Cuaderno rojo va a ser un tanto complicado, con lo que Genio ya nos llega como una pequeña joya rara y escasa.
Genio nos habla de Ted. Ted siempre fue más inteligente que los demás, pero como tantos otros niños genio, siempre fue un inadaptado. Pese a todo, Ted ha establecido una vida con visos de normalidad. Tiene mujer, dos hijos y un trabajo en el Instituto Técnico de Pasadena junto a otros físicos brillantes. Sin embargo, algo no termina de ir bien en su vida y una crisis de ideas se une a un grave problema en el seno de la familia. Cómo encaja ambas será la clave de la historia.
Genio está escrito en primera persona y, tal vez por eso nunca se llega a mencionar en toda la obra el síndrome de Asperger, pero hay muchos motivos para pensar que nuestro protagonista padece algún trastorno de ese tipo. Cada vez que habla de su familia es casi como si fueran una prueba que ha tenido que superar, un trámite que debía cumplir. Ted es una persona que no se encuentra cómoda socializando y todo parece girar en torno a su obsesión con Einstein y el estancamiento que parece estar atravesando.
El dibujo de línea liviana y selecta de Kristiansen se ocupa de definir qué partes son las que deben ser dibujadas y cuáles son aquellas de las qué podemos prescindir, mientras que su textura de acuarela sucia que recubre todo el cómic de grises apenas coloreados nos sumerge por completo en ese mundo que vive Ted. Como de costumbre el trabajo de Kristiansen es espectacular y permite que constantemente seamos conscientes de detalles que no están explicitados en el guion, pero que sin duda son fundamentales para entender la historia: el lenguaje corporal cuando habla con los distintos miembros de su familia o ese Instituto Técnico, que debería ser el trabajo soñado de cualquier físico y se nos muestra como una especie de granja avícola o fábrica de ideas en serie. Es en este tipo de detalles donde Kristiansen destaca y eleva el guion de Seagle por encima de casi cualquier otro dibujante con el que haya trabajado.
De toda su obra anterior como equipo, tal vez sea con Es un pájaro con la que más semejanzas guarda Genio: un bloqueo, una figura ideal que inspira a la vez que intimida — en este caso Einstein —, una falta de empatía e incapacidad para valorar los problemas de sus allegados, un aprendizaje e incluso una nueva actitud esperanzadora. Si os gustó Es un pájaro, seguro que disfrutaréis de Genio.