75 años después de su creación llega a España la obra maestra de Dick Briefer: Frankenstein. Una serie innovadora, rompedora y tremendamente original que a lo largo de sus quince años de historia pasó del terror al humor y de nuevo al terror. El volumen cuenta con un prólogo a cargo de Craig Yoe.
Frankenstein es uno de los personajes clásicos de terror más reconocibles en todo el mundo. Debo reconocer que mi primer acercamiento a la figura de la criatura llegó de la mano de Herman Munster, el patriarca de la catódica Familia Monster, cuyas aventuras devorábamos los chavales de mi edad pegados a la pantalla del televisor en los años ochenta. Tal vez por eso que nunca llegué a reconocer a la criatura de Frankenstein como algo intrínsecamente malvado. Fueron mis lecturas y experiencias cinematográficas posteriores las que me hicieron ver la sed de venganza y la maldad que corría por las venas del, llamémosle ahora así, monstruo. Un monstruo que, lejos de agradecer a su creador que le haya devuelto a la vida, le maldice por haberle (re)creado, y jura venganza contra él y su familia. La criatura es, por tanto, un personaje trágico y atormentado, como la mayoría de los seres de las historias de terror de la época, como Drácula o el Dr. Jeckyll.
Muchas han sido las versiones y adaptaciones que ha sufrido la criatura de Frankenstein (algunas con muy triste fortuna, como la cinematográfica de 2014), pero una de los menos conocidas por el público general es la que el dibujante Dick Briefer publicó en diciembre de 1940, adaptando y continuando el relato original de Mary Shelley. Esta versión de Frankenstein apareció en el número 7 de Prize Comics, de la editorial Crestwood Publishing Company (que también había publicado historias de Joe Simon y Jack Kirby, entre otros), convirtiéndose en la primera serie de cómic de terror de la historia. Esta adaptación pulp de la historia de la criatura incorporaba nuevos personajes y recreaba nuevas aventuras de la criatura, e inicialmente estaba firmado, en un alarde de originalidad (o tal vez para evitar asociaciones perjudiciales), por Frank N. Stein.
Este proto-Frankenstein cuatricrómico era tan oscuro y crudo como el original, pero sólo tardó unos pocos años en dar un giro de ciento ochenta grados y decantarse por una faceta más cómica. Así, a partir de 1945, en Prize Comics 53, se puede ver a una criatura con un aspecto más caricaturesco, y a la que se le dota de un nuevo origen para privarle de todo instinto violento y convertirle, más bien, en un fortachón pusilánime y bienintencionado. Es difícil de creer que ambos estilos de dibujo procedan de la misma mano, la de Dick Briefer, ahora firmando sin seudónimo. En mi opinión, es esta época la que mejor refleja el arte del autor, con un estilo en el que podemos ver ecos de los primeros cortometrajes de Walt Disney, pero que también nos hace pensar que podría haber inspirado a un joven Osamu Tezuka. Aquí podéis ver algunas muestras de las portadas que realizó para los cómics de aquella época.
«¡En los primeros números, Briefer captó a la perfección la atmósfera de terror, misterio y acción del monstruo de Frankenstein y le aportó mucho más por su cuenta. Para crear esta ilusión en las películas se precisa un ejército de actores y técnicos. Para plasmarlo en las páginas de un cómic, solo se necesitó la imaginación, el talento y la habilidad de un hombre… Dick Briefer desplegó su propio espectáculo». (Jim Jones).
Tres años después, Briefer retomó el estilo original, volviendo a dibujar a su Frankenstein como un monstruo horrendo que inspiraba pavor en la gente, y con la misma sed de venganza que había tenido en sus primeras historias. Este estilo de dibujo más realista le imponía unas composiciones de página más sobrias y, aunque todavía se apreciaba una gran calidad en sus páginas, el despliegue de imaginación y genialidad que había mostrado durante su etapa humorística se esfumó. Nos quedan, nos obstante, un buen puñado de geniales historias de terror, en las que la criatura de Frankenstein tiene un papel protagonista, como personaje marginado y odiado por la sociedad. No podemos evitar acordarnos del primer Hulk de Lee y Kirby, un antihéroe trágico que lo único que quería es que le dejaran en paz. Aquí, el deseo de soledad de Frankenstein casi supera a su ansia de causar dolor y destrucción por dondequiera que va.
Si bien las historias y los dibujos de Dick Briefer le han hecho merecedor de un lugar en el olimpo de los dibujantes, es al color donde vemos la mayor carencia de esta recopilación. La edición de Diábolo se nutre directamente de la de Yoe Books, cuyo editor Craig Yoe firma el prólogo. Y en esta edición norteamericana se ha optado por respetar el color original escaneando las viejas páginas sin someterlas a un muy necesario proceso de recoloreado. Habida cuenta del primitivo proceso de cuatricromía al que se sometían las historietas de la época (si miráis bien, sólo hay cuatro colores planos en cada página, además del negro; el resto son mezclas a base de puntitos de otros dos), el coloreado presenta graves deficiencias de degradado, amén de varias páginas donde la tinta parece haberse corrido. Esto nos deja con una sensación de desidia por parte de la editorial original, en lo que coincide The Comics Journal en este artículo sobre alguna de sus otras obras publicadas. No es error de Diábolo, en efecto, pero es cierto que Yoe Books debería esforzarse un poco más en la recuperación de estas obras clásicas.
«¡Menudo pedazo de dibujante! Dick Briefer posee un estilo propio muy marcado. Es una especie de superdibujante, un experimento genético, el Fedor [Emelianenko] de los cómics». (John Kricfalusi, creador de Ren & Stimpy).
Eso sí, reconocemos a Diábolo la excelente edición de este libro para coleccionistas: un papel grueso y de buena calidad, un encuadernado sólido que permite abrir bien el tomo sin que cedan los lomos. Este Frankenstein ha representado una lectura extremadamente satisfactoria, en el sentido de que tanto las etapas de terror como la cómica que ha vivido esta publicación siguen conservando vigencia y frescura para el lector actual. Las tramas de terror enganchan e intrigan, mientras que las historias más humorísticas tienen ese punto de comedia costumbrista televisiva de los años 50 (con su ligero toque machista), al tiempo que muestran un estilo de dibujo ágil y divertido.
El Frankenstein de Dick Briefer vivió hasta 1954, por las fechas en que el infame Comics Code Authority imponía su omnipresente sello en todas las publicaciones. Después de esto, Briefer abandonó los comics y se refugió en la ilustración publicitaria. Afortunadamente, tenemos a editoriales como Diábolo que apuestan por recuperar este material del olvido para poder ponerlo a disposición de los lectores españoles. ¡A la salud del buen Victor!