Hay veces que una obra te llama la atención sin que sepas por qué, y Fragmentos de feminidad ha sido uno de esos casos. No había leído nada del autor, Olivier Pont, del que sólo se había publicado una obra en castellano previamente, Donde no alcanza la mirada, en 2005. No había leído, hasta ahora, ninguno de los títulos del sello Oberón de Ediciones Anaya. Pero, por algún motivo, la imagen de la portada de este libro me conquistó a primera vista. Después de treinta y tantos años leyendo cómics no es tan habitual que me fije en obras fuera de lo que suele captar mi radar -mea culpa-, pero tenía que leer esta obra. Y tengo que decir que me alegro mucho haberme dejado llevar por mis instintos.

Sin saber nada sobre Fragmentos de feminidad, me encontré con una colección de historias cortas, de entre 11 y 18 páginas, protagonizadas por mujeres. Distintos tipos de mujeres, en distintos momentos de sus vidas… pero todas ellas giran, de uno u otro modo, alrededor de los pechos de las protagonistas. De hecho, el título original francés de esta obra, DesSeins, es un juego de palabras intraducible entre desseins (intenciones) y des seins (los pechos). Para el título en castellano, por cierto, la editorial ha optado por adaptar el inglés, Fragments of Femininity.

Que las protagonistas iban a ser mujeres era algo que tenía claro. Pero que lo que me esperaba era una historia más centrada en el ámbito social y psicológico de la mujer… pues también. Pero superada la sorpresa inicial, te das cuenta de que cada historia presenta un tipo diferente de mujer y tiene un tono totalmente distinto. Aparte de los pechos, podríamos decir que todas ellas tienen en común un cierto espíritu esperanzador. Tenemos mujeres inseguras, oprimidas, cansadas, e incluso hay una sobre la mujer como símbolo atávico de fertilidad.

Quizás, de entre todas ellas, podría destacar dos por encima de todas las demás. La primera sería Faith, sobre una mujer que va a posar desnuda en una sesión de dibujo al natural y que me ha dejado con la boca abierta en las últimas página ante la revelación del empoderante motivo que le ha llevado a hacerlo. Y la otra es Fleur, sobre la propietaria de una tienda de lencería y la relación, más personal que comercial, que establece con sus clientas, en un precioso canto a la sororidad.

Es cierto que no tenemos profundos análisis psicológicos de ninguno de los personajes, pero también lo es el hecho de que es tremendamente complicado hacerlo en una extensión tan corta, y tampoco es el propósito de la obra ni la intención del autor. También es verdad que tener a un hombre escribiendo historias sobre mujeres y hacerlas girar sobre sus glándulas mamarias puede resultar un tanto molesto en estos tiempos en los que la sociedad occidental por fin se está sensibilizando sobre la importancia y la necesidad del feminismo, pero Olivier Pont en ningún momento pretende objetificar a las mujeres a través de su físico. De hecho, en Alison critica precisamente eso, cómo algunas mujeres son valoradas única y exclusivamente por su cuerpo. Así, lo que tenemos es una colección de historias cortas narradas con mucho oficio -ya hemos comentado en varias ocasiones que es más difícil hacer bien una historia corta que una maxiserie de doce números- en un experimento narrativo tan interesante que me ha hecho querer buscar más cosas de este autor.