Flash ha visto el futuro y ha presenciado una cosa tan grave que, ahora, se resiste a alcanzar su máxima velocidad. El problema es que Impulso y él tienen entre manos la amenaza de Kobra, la infame organización terrorista que va a poner al límite a nuestro protagonista en Velocidad terminal, una saga donde el guionista Mark Waid forma equipo con Salvador Larroca (Darth Vader), Carlos Pacheco (Arrowsmith) y Óscar Jiménez (Aquaman).
Y además… ¡el Amo de los Espejos! ¡Magenta! ¡Mongul! Los peligros se suceden y aún falta el peor de todos: ¡el demonio Nerón! No en vano, este volumen incluye también la saga de 1995 Inframundo desencadenado, crucial para algunos adversarios de Flash, realizada por Waid y Howard Porter (Superman)
Mark Waid tomó las riendas de las aventuras del tercer Velocista Escarlata en 1992. Su etapa, cuya recuperación sigue adelante con el presente volumen, continuación de Flash de Mark Waid: Nacido para correr, Flash de Mark Waid: El regreso de Barry Allen y Flash de Mark Waid: Impulso, es hoy una de las más recordadas de la historia del personaje.
Mark Waid siempre ha sido un guionista que ha gozado de un gran prestigio, fuera cual fuera el personaje del que se ocupase. En los años 90 el afortunado fue Flash, en la persona de Wally West, sobre el que había caído la enorme responsabilidad de seguir el legado de Barry Allen, fallecido en las Crisis en Tierras Infinitas de 1985. En este tercer tomo publicado por ECC Ediciones continúa la etapa de este guionista al cargo de las aventuras de hombre más rápido de la Tierra, con un resultado más que notable.
El tomo arranca con el Annual 1995, en el que Wally West se ve en la constante necesidad de demostrar a todo el mundo que es el digno heredero del legado de Flash. Y más que a nadie, a los dos superhéroes que más compartieron con él: el Green Lantern Hal Jordan y Jay Garrick, el primer Flash. Todo ello haciendo malabarismos con su vida privada: su relación con Linda Park se resentirá, algo que le acompañará durante la saga que se abre a continuación: Velocidad Terminal. En este Annual tenemos un dibujante muy noventero y bastante olvidable, Dave Brewer. Uno pensaría que los Annuals tendrían que ser números especiales, más cuidados y elaborados por autores de una categoría algo superior, pero no es el caso. El dibujo de Brewer es apresurado y totalmente carente de originalidad, un rasgo de la plaga de dibujantes baratos de usar y tirar que proliferaron en los 90. Menos mal que luego la cosa cambia con la llegada de Salvador Larroca.
En Velocidad Terminal, Wally avanza a pasos de gigante en el dominio de sus poderes, habiendo superado incluso a Barry Allen. Cuenta con la ayuda del gurú de la velocidad, Max Mercury, que aquí se nos revela como el velocista de hace décadas Corredor del Viento. Pero Wally también ha de hacer de mentor de Impulso, el nieto del futuro de Barry e Iris, criado en un entorno de realidad virtual, y que por tanto es ignorante de los peligros del mundo real. Un mundo en el que la organización terrorista Kobra planea imponer su dominio sobre el mundo libre. Flash deberá compaginar su papel de mentor de Impulso con el de aprendiz de la fuerza veloz, al tiempo que se enfrenta a Kobra y trata de que su relación con Linda no se desmorone.
Aquí Mark Waid se alía con los españoles Salvador Larroca y Carlos Pacheco para contarnos una aventura que nos mantiene en vilo durante los seis números que dura este arco argumental. Unos dibujantes aún encontrando su estilo propio pero con un nivel de calidad muy por encima del resto de autores de este tomo. La profesionalidad y la pericia del equipo artístico nos brinda en esta saga momentos memorables, como el regreso de Wally West a la Tierra y la difícil relación que mantiene con Impulso y Jesse Quick, con quienes habrá de lidiar para poder elegir a su futuro sucesor.
A continuación tenemos varias aventuras cortas, en las que Waid da un respiro al lector con historias autoconclusivas, aunque no por ello de menor calidad. Historias en las que Flash descubre nuevos usos de sus poderes, como el de utilizar su velocidad para transmitir su impulso a objetos (e incluso personas) en movimiento, o el hacer que las cosas exploten después de atravesarlas vibrando. Flash usará estas recién adquiridas habilidades para enfrentarse a viejos conocidos como Magenta o el Amo de los Espejos, y algunos nuevos para él como Mongul y un demonio de las profundidades al más puro estilo H.P. Lovecraft. El español Óscar Jiménez (de cuyo culebrón y salida de la industria se ha hablado aquí y aquí, por si os extraña no verle publicando nada estos días) es el encargado de poner su arte en algunas de estas historias, destacando por encima del resto de dibujantes que acompañaron al guionista.
El tomo se cierra con la saga Inframundo Desencadenado, una miniserie de 3 números en la que el demonio Nerón tienta a los mayores héroes y villanos del Universo DC para que le cedan sus almas a cambio de lo que más desean. Un trato en el que no todo es lo que parece, y es que cuando algo es demasiado bueno para ser verdad, es que no lo es, como comprobarán héroes como Diablo Azul y el Rayo, o villanos como Acertijo y el Capitán Frío. En este tomo se recogen los 3 números de esta miniserie y los tie-ins protagonizados por Flash, de manera que los lectores podemos entender toda la historia, y no perder de vista las apariciones del velocista escarlata. Una miniserie menor, que pasó sin pena ni gloria por las estanterías y las retinas de los lectores, pero que ECC incluye en este volumen, al haber sido escrita por Waid y contener abundantes apariciones de Flash.
Velocidad Terminal es el tercer volumen publicado por ECC que recoge las historias de Flash escritas por Mark Waid. Historias muy buenas, escritas con mucho oficio y saber hacer, pero que en el aspecto gráfico adolecen de los pecados noventeros (chaquetas de cuero, coletas, barbas de varios días…). Aun así, resulta una lectura entretenida y una excelente muestra del talento de Waid.