Cuando Wally West va a desposarse con Linda Park, su línea temporal se desvanece y su novia se esfuma en el altar. El velocista escarlata se embarca en un viaje entre dimensiones para devolver el tiempo a su cauce. En su camino tropieza con multitud de obstáculos, empezando por villanos como Azul Cobalto, Replicante o el mismísimo Antimonitor. La resolución de esta historia cambiará para siempre la vida de Flash.
A finales de la década de los 90, los guionistas Mark Waid (Archie, Viuda Negra) y Brian Augustyn (Liga de la Justicia: Año Uno), junto con el dibujante Paul Pelletier (Titanes, Superman) cerraron una memorable etapa al timón de la serie del Velocista Escarlata. El resultado fue una carrera contrarreloj que situó a Flash al frente de los superhéroes de su tiempo. Reconozco que hace muchos años, cuando era un fanático marvelita irredento, me encontraba entre aquellos que menospreciaban a Flash por su escasa capacidad ofensiva. ¿Qué va a hacer cuando le ataquen, salir corriendo? Oh, mira, corre alrededor de sus enemigos y les marea, menudo superhéroe. Éstos eran algunos de mis «poderosos» argumentos para defender mi posición. Afortunadamente, la edad y la experiencia, acompañadas de las lecturas adecuadas, como esta etapa de Mark Waid al frente del personaje, me han puesto en mi sitio.
Una de las cosas que más me gustan de este personaje, es cómo evoluciona. En concreto, Wally West tuvo la difícil tarea de ocupar el lugar de su predecesor Barry Allen tras su muerte en las Crisis en Tierras Infinitas. No es fácil destacar a la sombra de un héroe que dio su vida no ya por la tierra, sino por todo el universo. Afortunadamente, Wally estuvo a la altura no sólo igualando, sino también superando a Barry. En este sentido, Wally no sólo ha llegado a correr más rápido que Barry, sino que ha aprendido a dominar sus poderes y a fundirse con la Fuerza de la Velocidad, lo que le permite vibrar para atravesar objetos, hacerse invisible, viajar en el tiempo, prestar su velocidad a otras personas u objetos… Las posibilidades parecen ilimitadas, y si bien hay ocasiones en las que Albert Einstein se revolvería en su tumba a causa de las infracciones a las leyes de la física (lo de correr a la velocidad de la luz y poder ver por dónde pisa uno es un aspecto que los guionistas aún tienen que pulir), es algo que enriquece sobremanera al personaje y le dota de mayor profundidad.
Los viajes en el tiempo, en concreto, dan mucho juego a la hora de escribir historias complejas. Atrás quedaron esos inofensivos viajes al pasado y al futuro de la Silver Age, en los que Superman y compañía se paseaban como Pedro por su casa por el tiempo, trasteándolo todo y regresando a su época como si no hubiera pasado nada. En esta realidad, viajar en el tiempo tiene consecuencias funestas, y la confluencia de dos o más Flashes a la vez puede dar lugar a múltiples realidades alternativas, de manera que cuando uno regresa a su época, es posible que ya no sea la misma de donde vino. Esto es algo que Wally aprenderá en este volumen por las malas en el principal arco argumental contenido en este tomo, llamado precisamente Relámpago Expansivo (Chain Lightning! en inglés).
El principal villano de esta historia es Azul Cobalto, creado un año antes también por Mark Waid y Brian Augustyn para Speed Force #1, y que no es otro que Malcolm Thawne, el hermano gemelo del predecesor de Flash, Barry Allen, separado al nacer por un médico borracho y entregado a una pareja de timadores callejeros que habían perdido a su bebé la misma noche en que nació Barry. Thawne, al descubrir que tiene un hermano que ha tenido la apacible vida y los superpoderes que deberían haberle correspondido a él (según su retorcida lógica), ha jurado venganza contra todos los Flashes pasados y presentes. Haciendo uso de la magia para crear una ardiente gema de aterrador e impredecible poder, intentó matar al Flash actual, Wally West, y fracasó, pero obtuvo la victoria de las garras de la derrota. Según la mística profecía, la siniestra magia de la gema se extendería a lo largo de los siguientes 1000 años y condenará a todo el legado de Allen, consumiendo a dos Flashes antes de matar a Barry durante sus últimos días de vida en el siglo XXX. Para evitar la tragedia, Wally, Jay Garrick, Max Mercury, Impulso y Jesse Quick han viajado en el tiempo para salvar a todos los Flashes futuros de la guerra entre los Allen y los Thawne.
Lo que sigue es una carrera a través del tiempo, en la que nuestros protagonistas conocen a los herederos del legado de Flash de las diferentes épocas. Evidentemente, gracias a la continuidad del Museo de Flash, estos Flashes futuros ya conocen la historia de los héroes del presente, y no se extrañan en lo más mínimo de su presencia. Para ellos resulta de lo más normal que venga un visitante del pasado a decirte que tengas cuidado con un villano que fue derrotado varios siglos antes. Pero bueno, es lo divertido de los viajes temporales, que las paradojas son tantas y tan extrañas que todo vale. Waid y Augustyn, sin embargo, lo tienen todo atado y bien atado desde el principio, y al final de la historia hacen que todo encaje a la perfección: desde la desaparición de la prometida de Wally, Linda Park (la coreana con los ojos más grandes que he visto en mi vida), el día de su boda, a la aparición de un nuevo Flash en la ciudad, más oscuro y de métodos más expeditivos. Era de extrañar que la estética y los modos noventeros no hubieran hecho su aparición en esta colección, pero Waid y Agustyn lo introducen in extremis, ya entrados en el año 2000. La modificación de las líneas temporales y la aparición de nuevas realidades alternativas (incluso una en la que el Antimonitor no fue derrotado por Barry Allen en las Crisis) son el terreno sobre el que los guionistas construyen una épica saga que se extiende a lo largo de los 20 números contenidos en este volumen, que supusieron su despedida por todo lo alto de la colección.
En este viaje a través del tiempo y el espacio (recordad que no estamos leyendo Doctor Who, sino Flash) les acompañó el dibujante Paul Pelletier, que sin ser nunca un autor de primera fila, es un cumplidor artesano al estilo de Mark Bagley. En los lápices de Pelletier se pueden encontrar ecos de John Byrne y Alan Davis, y aunque no tiene un estilo tan reconocible como el de estos dos, ni tampoco su maestría, sí que es un autor que lo da todo en sus páginas, y un hábil ilustrador y narrador. Todo lo contrario que Pop Mhan y Josh Hood, que dibujaron los números Un Millón y hasta el 144 de la serie, a partir del cual entra en escena Pelletier. También les acompañan en este viaje otros guionistas, entre los que destaca Joe Casey (Juicio Final, Sex), y algunos dibujantes invitados de la talla de Duncan Rouleau (Superman: Presidente Lex) y Scott Kolins (Flash de Geoff Johns: Zoom).
Aunque en la cabecera del tomo se resalta el nombre de Mark Waid como guionista, en realidad el mérito es tan suyo como del coguionista Brian Augustyn, con el que firma la casi totalidad de los números que comprenden los arcos argumentales incluidos en el tomo. Sin embargo, la fama y comercialidad del primero han hecho que se opte por acreditarle de manera predominante. Mark Waidtomó las riendas de las aventuras del tercer Velocista Escarlata en 1992. Su etapa, cuya recuperación finaliza con el presente volumen, continuación de Nacido para correr, El regreso de Barry Allen, Impulso, Velocidad terminal, Punto muerto y Deudas infernales, es hoy una de las más recordadas de la historia del personaje.
Este volumen, publicado en España por ECC Ediciones, contiene los episodios del 142 al 162 de la serie original, publicados entre 1998 y 2000, además del Flash 1,000,000 USA y The Flash Secret Files 2 USA, que narra la accidentada noche de bodas del primera Flash, Jay Garrick, gracias a la improvisada despedida de soltero que le organizaron sus compañeros de la Sociedad de la Justicia. Según hemos podido ver en redes sociales, algunas de las páginas del tomo están impresas en el orden incorrecto. A decir verdad, al leerlo se me antojaba más un recurso narrativo de Waid relacionado con los saltos en el tiempo. Suena absurdo, lo sé, pero estoy tan acostumbrado a este tipo de saltos en el tiempo en las historias, que no le di más importancia. A fecha de hoy, parece que ECC aún no ha dado una solución al problema.