¿Quién no se acuerda de Charles Chaplin, el entrañable Charlot? ¿Quién no recuerda al inmortal Buster Keaton o incluso a Laurel y Hardy? Todos ellos son pioneros del cine mudo y la comedia de Hollywood. ¿Pero cuántos de vosotros podríais decirme una sola película de Roscoe “Fatty” Arbuckle sin tirar de Google? El tiempo y la leyenda negra de Fatty Arbuckle parece haber borrado los logros de quien, como dice el título Fatty. El primer rey de Hollywood, fue el más grande de todos ellos.
Julien Frey y Nadar vuelven a formar equipo tras El cineasta y Justin para contarnos la historia de Fatty a través de los ojos de su discípulo y amigo Buster Keaton, desde que se conocieron en Nueva York en 1917, hasta el final de la vida de Fatty en 1933: los primeros tiempos, el éxodo a Hollywood, las bromas pesada y las fiestas…, pero sobre todo los trágicos sucesos del 3 de septiembre de 1921 en una suite del hotel Saint Francis en San Francisco.
Desgraciadamente hoy por hoy, sigue siendo el suceso que más ha trascendido de la vida de Fatty Arbuckle. Durante una gran fiesta, la actriz primeriza Virginia Rappe murió y acusaron de ello a Roscoe Arbukle. Un gran revuelo mediático con acusaciones de todo tipo, que resultaron ser falsas tras varios juicios, terminaron con la carrera de Fatty. Tal vez el más conocido de los bulos que corrieron fue el que el propio magnate de la prensa William Randolph Hearst hizo circular, acerca de que Arbuckle habría violado a Rappe con una botella de Cocacola y habría causado así su muerte.
Fatty. El primer rey de Hollywood hace hincapié en la caída en desgracia de este, en la ruina económica que le ocasionaron los juicios y en cómo incluso, tras demostrarse su inocencia, su carrera nunca llegó a ser una sombra de lo que fue, condenado al ostracismo en el mejor de los casos. Sin embargo, tal vez por recoger la visión de Keaton o tal vez por el discurso que hay detrás de Fatty. El primer rey de Hollywood, al lector jamás le queda la más mínima duda de la inocencia de Arbuckle. Los hechos, tal como finalmente quedaron aclarados, nos son mostrados de manera previa y diáfana, con lo que en ningún momento se siembra la sospecha sobre lo que ocurría en aquellas salvajes fiestas de Hollywood. Incluso la adicción a la heroína de Arbuckle nos es contada desde un punto de vista bastante blanco.
Finalmente los hechos se esclarecerían y quedaría demostrado que en aquella trama hubo intereses mucho viles y oscuros que los que se achacaron a Arbuckle, que al fin y al cabo solo resultó ser culpable de un gusto por el exceso, que compartía con todas las estrellas de Hollywood de la época. Pero la inocencia de partida como material argumental, sirve a Frey y Nadar para hablarnos de un hecho que aún sigue siendo relevante de actualidad y es que el caso de Fatty fue un asunto de veredicto del verdugo público y los medios de masas antes del primer golpe de martillo en los tribunales, ayudados por las asociaciones que, en pos de la buenas costumbres, establecían códigos censores con interés político. Apoyados en esto y tal vez de un modo quizá tan blanco e inocente (puede que hasta ingenuo) como su visión de Arbuckle, Frey y Nadar nos dan su visión de la llamada cultura de la cancelación, sin meterse en excesivos jardines, pero con un punto de vista firme.
Más allá de enfoques, brilla con luz propia el salto de calidad que da este equipo en Fatty. El primer rey de Hollywood, patente a todos los niveles pero especialmente en el apartado gráfico. Probablemente la introducción del color ha sido clave y ha transformado por completo el trabajo de línea y mancha de Nadar, que por momentos puede llegar a recordar al look & feel de Javier Pulido y de forma un tanto más vaga, al Mazzuchelli de Año uno. Pese a la irrupción de unas acuarelas profundamente atmosféricas, existe un hincapié por parte de Nadar en el manejo de las masas de blanco y negro, cuya disposición es la que marca con rotundidad el ritmo narrativo.
Es normal una evolución de una obra a otra, pero en el caso de Fatty. El primer rey de Hollywood, el salto casi nos hace preguntarnos dónde están las dos obras que faltan entre Justin y esta. Al margen del propio interés de la historia de Arbuckle, el trabajo de Frey y Nadar los sitúa en la parte alta de los tebeos a tener en cuenta para los rankings de fin de año.