Bueno, bueno, bueno… Menuda cosa más chula tenemos entre manos. Ni más ni menos que una nueva edición de “Fathrd y el Ratonero Gris” de Howard Chaykin y Mike Mignola, de la mano de Norma Editorial. Uno de los tebeos de aventuras que más ganas tenía de leer, que además, incluye material nunca antes publicado en castellano y que ahora ve la luz gracias a la reciente reedición que ha realizado Dark Horse en Estados Unidos.
Primero un poco de historia. En España la obra de Fritz Leiber (ganador de los prestigiosos premios Nébula y Hugo), no es tan popular como en Europa y Estados Unidos. La primera aparición de Fathrd y su tramposo compañero data de 1939. Sin embargo, sus peripecias fueron narradas en una serie de relatos y novelas (siete libros en total, de los cuales la mayoría eran una recopilación de las historias cortas) publicados a lo largo de tres décadas, empezando por los años cincuenta.
Fathrd y el Ratonero Gris tuvo una primera adaptación al cómic en los años 70 de la mano de DC Comics en la revista “Sword of Sorcery”. Curiosamente, fue Howard Chaykin, en una etapa muy primeriza de su carrera, el encargado de dibujar algunos de esos tebeos. Años más tarde tuvo la ocasión de volver a encargarse de los personajes (en la condición de escritor) en una miniserie de cuatro números publicada al amparo de la línea Epic de Marvel Comics.
Dicha miniserie fue el único material que habíamos visto hasta ahora en la lengua de Cervantes. Forum lo publicó en su colección prestigio en los años noventa y ya en 2007, Norma Editorial recuperó la miniserie en el tercer volumen de su colección Alquimia, dedicada a la fantasía y la espada y brujería. Le debió salir bien la jugada porque tuvo dos ediciones.
Pero bueno, basta ya de batallitas. Mejor nos centramos en el volumen que tenemos entre manos, que merece mucho la pena. Gracias a los siete relatos incluidos viajaremos al mundo de Nehwon para asistir a las desventuras Fathrd, un bárbaro de buen corazón y temperamento tormentoso, y el Ratonero Gris, un antiguo aprendiz de mago que se ha metido a ratero y mercenario junto a su musculoso compañero.
La primera parte de este volumen lo componen los siete relatos adaptados por Chaykin y Mignola, en los que los autores nos ofrecen un tebeo mayúsculo, que nos hará hundir la nariz en el libro y no despegarla hasta que lo terminemos. Se trata de aventuras ligeras y divertidas en las que nuestra pareja de antihéroes se enfrentarán a situaciones arquetípicas del género como robos, saqueos, encargos que salen mal, etc. El guion es meramente funcional. Sin hacer alarde de grandes florituras, Chaykin nos ofrece la información suficiente para que conozcamos a los personajes y disfrutemos de la lectura. Destacar que uno termina con ganas de más por lo atractivo que resulta este nuevo mundo. Es mucho más realista que otros como los de Conan o Elric, en los que, salvo algunos destellos de magia o la aparición de alguna criatura monstruosa, bien podría ser un reflejo de la historia medieval auténtica.
Ahora bien, donde sobresale “Fathrd y el Ratonero Gris” es el portentoso dibujo de un Mike Mignola, que todavía no había comenzado a publicar “Hellboy”. En estas páginas (muy bien entintadas por Al Williamson) ya se aprecian a la perfección algunas de las señas de identidad que acabarían por explotar y magnificar en la cabecera del demonio del puño gigante. Ya sea por esos fondos, por su gusto por la disposición horizontal de las viñetas o por el diseño de personajes. El estilo de Mignola que lleva enamorando a sus aficionados durante décadas está ya presente en estas páginas. Resulta llamativo lo expresivos que son sus personajes en contraposición con el minimalismo en este aspecto que imperará en su obra a partir del debut del mencionado Hellboy.
Con respecto a las historias publicadas por DC, incluidas en este tomo después del trabajo de Mignola y Chaykin y no antes (como habría correspondido de acatar un orden cronológico), están escritas por Dennis O’Neil y no están exentas de encanto. Ello, en una época donde la serie de «Conan The Barbarian« guionizada por Roy Thomas lo petaba a base de bien. El resto de editoriales buscaron emular su éxito, adquiriendo los derechos de otras obras de fantasía heroica. Además del propio Chaykin, los relatos de “Sword of Sorcery” contaron con el arte de Walter Simonson (ya un maestro de la narrativa en esa época) o de Jim Starlin. En serio, un material muy curioso.
La actual edición de Norma prescinde de los relatos en prosa originales que tenía la anterior. Incluye un prólogo de Howard Chaykin, un epílogo de Mike Mignola y una galería de portadas originales.
