Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Disculpad la muletilla, pero estamos ante el final de Fábulas, el final del cuento. Con este decimoquinto tomo termina la edición de lujo de ECC que contiene los 150 números de la serie original y alguno que otro más en lo que supone la segunda serie más longeva del sello Vertigo. Sólo Hellblazer la supera en duración, pero no juegan exactamente con las mismas reglas. En términos televisivos Hellblazer sería algo así como un procedimental mientras que Fábulas nos cuenta una sola historia de 150 números.
Habrá quien diga que en realidad son dos historias y volveremos a oír aquello de que hasta el final de la guerra es un serión, pero que luego es otra cosa. En lo primero estamos todos de acuerdo, sólo hay que echar la vista atrás 10 años y Fábulas estaba en todos los listados de los grandes premios anuales. Pese a ciertos altibajos, ya nos hemos encargado más de una y de dos veces de revindicar esta segunda etapa, que ha proporcionado algunos de los mejores momentos de la serie, pero es que en este Fábulas: Edición de lujo – libro 15, Bill Willingham se encarga de dejarnos bien claro que esto es una y solo una historia. Pese a que uno de los puntos más fuertes de Fábulas es su impresionante reparto coral, queda ahora de manifiesto lo que siempre estuvo ahí: Fábulas es la historia de dos hermanas, Blanca y Rosa. Con ellas empezó y con ellas termina la serie.
Pero aludiendo al enorme reparto de esta serie, la cantidad de cabos sueltos al arrancar este tomo es casi tan enorme como el número de personajes y, de uno u otro modo, Bill Willingham, Mark Buckingham y otro montón de artistas se plantean el difícil reto de cerrarlos todos. En el centro de todo estarán las circunstancias que llevan hacia una confrontación final a Blanca y Rosa, que arrastrarán detrás de ambas a todas las fábulas en dos bandos destinados a chocar. Por otro lado, bajo el título “La última historia de…” tendremos un momento para cada uno de los personajes principales y no tan principales en historias de entre una y cuatro páginas con un montón de dibujantes invitados.
No podremos achacarle a este tomo lentitud o falta de ritmo, ya que en esta conspiración final no hay lugar para el aburrimiento. Cada pieza entra en el tablero con su voz, su misión y un nuevo vuelco en la historia. En este final de serie tendremos traiciones, retornos, muertes inesperadas, destinos desconocidos hasta ahora, giros y más giros. Quizá podamos achacarle a Willingham un exceso de empeño en que todo confluya y durante la mayor parte del tomo, la trama discurre un tanto forzada en dirección a esa colisión definitiva. Willingham pisa el acelerador para que todo ocurra a la vez y generar ruido con una gran traca antes del gran final, que probablemente no será como pudierais pensar.
Ojalá pudiera hablar del engaño que urde Willingham en el último momento, cómo excusa así esa recta final una tanto impostada y cómo convierte la lucha final en algo que transforma la serie y , como buen cuento, establece una moraleja.
No es para nada desdeñable el número de páginas dedicadas a este tomo a las distintas “La última historia de…”, pero más allá de su papel de atar cabos, destacaría su labor de epílogo y homenaje a cada uno de los rincones de los mundos de Fábulas. Tenemos un homenaje, para el que contaremos con una legión de dibujantes invitados con nombres como Neal Adams, Jae Lee, Terry Moore, Mark Schultz o Bryan Talbot. Todos quieren acudir a la gran fiesta final. Pese a que también estará Lan Medina, el creador gráfico de la serie, destaca por encima de todos ellos Mark Buckingham. Puede ser que no lo tuviéramos en los números inaugurales, pero no hay duda de que es el creador de la identidad gráfica que todos recordamos en Fábulas, quien ha hecho suyos los personajes y quien ha hecho que Fábulas luzca distinta de todas las demás series.
Altibajos de lado, la sensación final al terminar Fábulas no sólo es la de haber cruzado un camino francamente agradable de transitar, sino también de haber recorrido un pedazo de Historia. Para quienes se enfrenten por primera vez al final de esta serie, queda ese dulzor en el paladar y esa sensación de vacío tras el colorín colorado que nos deja sin más aventuras de Villa Fábula.
