Como ya comentamos hace unos meses, el arte de la más reciente serie de los Eternos, firmado por el ilustrador Esad Ribić está a un nivel sobrehumano. Pero semejante preciosismo tiene un inconveniente, y es que los plazos de entrega se dilatan, más aún teniendo en cuenta que el artista no es conocido precisamente por su velocidad. Por ello, entre los números seis y siete de la serie americana hubo un parón de más de cuatro meses, entre los que Marvel aprovechó para publicar El ascenso de Thanos y Celestia, dos especiales protagonizados por los personajes, escritos también por Kieron Gillen, guionista de la colección principal y que Panini ha insertado dentro de la cabecera española justo en el punto en el que fueron publicados originalemente. Vamos a ver qué nos encontramos.
El ascenso de Thanos nos cuenta, una vez más, el nacimiento del Titán Loco, pero contextualizado en la historia de los Eternos y en el cisma entre Zuras y A’lars. En cierto modo, nos cuenta de una forma mucho más escueta, en veinte páginas, la misma historia que ya nos contaron más de cuarenta años atrás en los complementos de What If de los que ya hablamos hace algo más de un mes. Pero mientras que la historia que nos contaron hace décadas Mark Gruenwald, Ralph Macchio y Peter Gillis era poco más que una redefinición genealógica para encajar a las extrañas creaciones de Kirby en el Universo Marvel y emparentarlas con los Titanes de Jim Starlin, esta grapa de Gillen está muchísimo más inspirada. Es una lectura muchísimo más profunda, más política, más poética. Y un dibujo de Dustin Weaver, que aún no estando quizás al nivel de lo que hizo en S.H.I.E.L.D., quita el hipo.
Celestia es una historia más intimista, centrada en dos de los Eternos, Ajak y Makkari. Dos personajes que han sido recreados para adaptarse a las recientes versiones cinematográficas: ahora ambas son mujeres y Makkari es sordomuda, en la línea de lo que ya vimos con Duende en la serie principal. Nada que nos sorprenda al respecto, no es la primera vez que Marvel hace algo así, ya ocurrió hace no demasiado con Starlord y los Guardianes de la Galaxia, por poner otro ejemplo.
Al margen de eso, en este especial se trata el tema de la espiritualidad de los Eternos. Aunque la humanidad los ha visto en el pasado como grandes héroes, incluso como dioses en algún caso, ellos son plenamente conscientes de ser creaciones de los Celestiales, unos seres tan distantes de las tres ramas de la humanidad como los humanos de los insectos. Y de la misma forma que ocurre con los homo sapiens, los Eternos tienen diferencias de opinión teológicas irreconciliables entre las distintas creencias. En tan solo veintidós páginas, Gillen nos plantea ideas tremendamente interesantes que nos hacen mirar con nuevos ojos a unos personajes que nunca han terminado de funcionar bien. Incluso, después de leer este número, apetece releer el primer arco argumental de los decepcionantes Vengadores de Jason Aaron.
Lo que está haciendo Kieron Gillen con los Eternos es fascinante. Posiblemente estemos viendo uno de los tres mejores trabajos que se han hecho con las creaciones de Jack Kirby, en un podio compartido con el propio Rey y con la miniserie de Neil Gaiman. En tan solo dos grapas con pequeñas historias periféricas ha planteado ideas que nos dejan con ganas de más. ¿Estaremos por fin ante un lanzamiento de estos personajes que aproveche todo el potencial que tienen? Por lo pronto, estamos deseando que llegue ya el segundo arco argumental del genial autor británico, que está por méritos propios en la lista de autores cuyo nombre es motivo suficiente para comprar un cómic.
