Ya hemos llegado al final de la trilogía nostálgica de la Marvel cósmica de los 90 firmada por dos de los autores que más números firmaron en aquel momento de gloria, Ron Marz y Ron Lim. No quiere decir que fueran los mejores, ni los más creativos, pero sí los más prolíficos. Ambos firmaron, principalmente juntos pero también con otros autores, más de sesenta números del surfista del espacio, lo que los convierte en el guionista y el dibujante que más tebeos del personaje han firmado. Era de justicia, por tanto, que las miniseries retro que nos llevan a esa época se les encargaran a ellos, dado que Jim Starlin está definitiva e irremediablemente enemistado con la editorial en la que empezó su carrera. En esta tercera y última parte, los autores ponen una parte del protagonismo en Legado, el hijo del Capitán Marvel creado por ambos hace ya… ¿treinta años?
Con este tomo, los Ron, Marz y Lim, encienden la traca final y sacan, con diferentes niveles de protagonismo, a los principales actores de la Marvel cósmica de la época de la Trilogía del Infinito. Tenemos a Estela, a Warlock y la Guardia del Infinito, por tanto también las Gemas del Infinito, e inevitablemente por ello a Thanos. A ellos se une Genis Vell, que aunque no participó en los eventos creados por Jim Starlin, fue presentado en sociedad justo el mes antes de terminar la Trilogía en cuestión, con lo que cronológicamente, entra. Y también aparece un villano que, aunque no era habitual de la parcela espacial, también tuvo una cierta importancia en esta época.
En esta ocasión, este Genis joven, aún conocido como Legado, tiene la frustración de no haber visto nunca a su padre y la certeza de que no va a hacerlo jamás. Pero le sugieren que la Gema del Tiempo puede ayudarle a conseguirlo. Tomándola prestada de la Guardia, viaja al pasado y consigue ver a su padre. Pero la gema acaba robada, las energías cronales acaban descontroladas, y para recuperarla hará falta la colaboración de Estela -varias Estelas-, de la Guardia e incluso de Thanos. Y harán acto de presencia Galactus, algún heraldo previo -aunque posterior a Norrin Radd- y la innecesaria Eve Warlock. ¿Que suena a fan service para los lectores veteranos de los 90, a un Greatest Hits cósmico de la época? Sin duda. Suena a ello porque es exactamente eso.
Leyendo estos tomos, después de haber leído de forma más o menos exhaustiva los tebeos de la época y posteriores, nos quedamos con una sensación agridulce. El aspecto visual de la obra es perfectamente coherente con lo que vimos hace treinta años -ya dijimos en reseñas previas que la combinación Ron Lim/Don Ho funciona muy bien-, pero argumentalmente es un sucedáneo de marca blanca. Ya en su día, y releyendo la Colección Jim Starlin se aprecia, Marz no deja de ser un autor que circula por las líneas maestras planteadas por Starlin pero con un resultado final muy inferior al del showrunner de la franquicia por la época. La Estela Plateada de Ron Marz es la cuarta temporada de Community.
Por otro lado, aunque Ron Marz es el creador argumental de Legado, la versión primigenia del personaje es un poco plana. Tuvieron que pasar años y dos series escritas por Peter David, además de un rediseño visual, para que Genis fuera un personaje al que aprendiéramos a querer. Y lo que tenemos en este tomo es el Genis de la época. El macarra con coleta que era un poquito insoportable.
¿Es Renacimiento: Legado un mal tebeo? No, no se puede decir tal cosa. Pero tampoco se puede decir que sea bueno. Es un producto nostálgico para los lectores que ya peinamos canas -algunos puede que ni eso-, que sirve para hacernos recordar que en los 90 éramos más jóvenes.