Estado Futuro es un microevento de dos meses de duración publicado originalmente entre enero y febrero de 2021 en el que se nos cuentan posibles futuros del Universo DC. En él hemos visto versiones envejecidas de los personajes clásicos, nuevas personas dentro de trajes icónicos y adultos que en el presente en continuidad son personajes juveniles. Pero de todas las miniseries, había una cuyo planteamiento resulta especialmente curioso: ¿cómo es el futuro del futuro? Vamos a hacer una visita a la Legión de Superhéroes.
En esta serie nos encontramos con una situación que nos sonará conocida a pocas entregas que hayamos leído ya de Estado Futuro: ha pasado una cantidad de tiempo indefinida desde la última entrega de la serie regular y nos encontramos con un entorno totalmente diferente al que conocíamos. En este caso, uno de los miembros de la Legión ha traicionado a los suyos, el grupo se ha desbandado y Planetas Unidos… bueno, ya no están unidos. Y en esta situación, tenemos a Ultra Boy contactando con antiguos miembros, intentando reunir a la Legión para averiguar qué ha pasado y cómo solucionarlo.
En cierto modo, podríamos decir que este giro en la vida de la Legión suena a algo que ya hemos visto. Podríamos decir que este giro hacia un entorno más oscuro pasado un tiempo nos trae recuerdos de la etapa Cinco años después, de Keith Giffen y el matrimonio Bierbaum. La principal diferencia que hay entre ambas es que, mientras que Cinco años después llegó cuando la anterior encarnación de la Legión (la legendaria etapa escrita por Paul Levitz) llevaba casi una década desarrollándose, Estado Futuro ha hecho acto de presencia cuando el octavo volumen de Legion of Super-Heroes llevaba tan sólo doce números en el mercado. Tenemos entre manos un reboot de una serie que aún no ha terminado de establecerse, con rediseños de personajes que acababan de ser rediseñados de forma no precisamente afortunada, lo cual hace que tardemos en reconocer a varios de ellos y el avance del lector por estas páginas no sea lo satisfactorio que debiera.
El responsable mayor de Estado Futuro: Legión de Superhéroes es el guionista que se estaba encargando de la serie regular del grupo hasta el momento, Brian Michael Bendis. Y a los que leyeran esta etapa de la serie regular, que comenzó con la más que interesante miniserie Millenium, hay que avisarles de que la sensación que nos ha dejado el autor de Cleveland es muy similar a lo que hizo en los números anteriores: Bendis no le pilla el punto a la Legión. Por mucho que sean unos personajes con mucho potencial, que tengan una legión -heh- de seguidores quizás no muy numerosa pero sí muy fiel, y que haya estado acompañado por dibujantes de muy alto nivel, la Legión de Bendis promete pero nunca llega a despegar. Algo que, dicho sea de paso, suele ocurrir con los trabajos de este guionista desde hace varios años.
Pero aunque el guion no termine de atrapar al lector, el dibujo de Riley Rossmo es otro cantar totalmente diferente… para los que disfruten de los dibujos de este autor, entre los que afortunadamente me incluyo. Sigue teniendo su estilo característico, tremendamente personal, expresivo hasta límites extremos en algunos momentos y con diseños de página fascinantes… pero con una narrativa no especialmente lograda. No es un problema suyo: en la última serie regular de la Legión, ocurría lo mismo con Ryan Sook y es un dibujante diametralmente opuesto a Rossmo.
Podríamos decir que la historia de Estado Futuro: Legión de Superhéroes es bastante típica y no llega a sorprender en ningún momento, ni siquiera en su revelación final. Bendis ya ha tenido catorce números para demostrar que no es el guionista más apropiado para los héroes del S.XXXI, y además han pasado ya casi diez meses de la publicación de su último número con esta cabecera, con lo que no sabemos si la serie está en un parón largo, la ha abandonado o ha sido cancelada. No ha sido una encarnación especialmente interesante, pero este tomo funciona muy bien como portafolio de Riley Rossmo para los que somos seguidores de este autor.