Menuda sorpresa me llevé cuando La Cúpula anunció una reedición de Escombros, de Dave Cooper. Es posible que, si no sois asiduos al cómic underground americano de los años noventa, el nombre de este artista canadiense de 54 años os suene por su participación en diversos tomos antológicos protagonizados por Alien, Grendel o el Bizarro de Grant Morrison.

El caso es que este rebelde con o sin causa (depende del día y según como se levante) no ha obtenido la misma fama que Daniel Clowes, Peter Bagge o los hermanos Hernández. Una pena porque su obra merece mucho la pena. Incluso se hizo con los prestigiosos Harvey e Ignatz por su cómic Weasel.

En España, La Cúpula también ha publicado Succión o Flujo, que os recomiendo encarecidamente. Pero mejor nos centramos en Escombros. La historia vio la luz originalmente en forma de serial en la revista Zero Zero de Fantagraphics. Igualmente, en nuestro país se editó por primera vez en forma de grapa en el año 2001 y más de veinte año después nos llega esta nueva edición en formato tomo con sobrecubiertas.

Escombros. La radiografía de una sociedad decadente

Escombros es la historia de Knuckle, un chaval que se gana la vida de manera miserable trabajando en una fábrica de muñecas. Un trabajo horrible y tedioso que no deja de ser una extensión de una vida todavía más cochambrosa. Su novia le deja a las primeras de cambio, vive con su abuela en una situación paupérrima y su mejor amigo está obsesionado con realizar un viaje a la meca del cine porno porque allí seguro que “pillan” sin problema alguno.

Este relato de relaciones tóxico-enfermizas (algo muy presente en la obra de Cooper) tiene una ambientación futurista (los alienígenas están implantados en nuestro planeta) que parece un cruce malsano entre el cine de David Cronenberg y la estética de la Futurama de Matt Groening, lo que puede no ser casual, pues Dave Cooper trabajó para el padre de los Simpsons en la mencionada serie dibujando fondos.

Dicho esto, Escombros es una road movie plagada de humor negro, chistes desagradables, situaciones horrendas y una visión satírica y ácida del ideal del sueño americano a la hora de tirar por los suelos esa falsa idea de que Estados Unidos es un pais con oportunidades para todos y que solo hay que ser perserverante. Los protagonistas de Escombros sufren un mayor golpe cuanto más insisten.

Me parece brillante la alegoría que desprende Escombros sobre cómo el individuo acaba siendo devorado por un sistema del que debería formar parte y la manera en que nos es descrita la desoladora realidad de Knuckles cuyo, absolutamente lógico y realista, desenlace puede provocar sudores fríos. Cooper le ha metido una gran dosis de mala leche a un guion que sirve de radiografía para un buen número de colectivos hoy en día.

Dave Cooper es un artista multidisciplinar. Lo mismo te pinta un cuadro, que se encarga del dibujo de un cómic o de una ilustración de publicidad. El dibujo de Escombros es asfixiante por momentos, muy recargado, ideal para mostrar la sucia y decadente sociedad por la que transcurren las vidas de los personajes. Pero sobre todo es muy expresivo, las caras de Knuckles son un poema casi todas las ocasiones y con apenas un par de trazos el autor logra transmitir lo que piensa o lo que le está pasando casi sin tener que usar texto.

Dave Cooper se ríe de todo y todos a lo largo y ancho de la obra, siendo el autor el único censor sobre el resultado final. Esto se traduce en que el humor que rezuman las páginas de Escombros puede hacer torcer el gesto a más de una persona. Cierto es que algunos temas y sensibilidades han cambiado (para bien en muchos casos) en los más de veinte años desde que se publicó por primera vez Escombros. Pero quitando esto y si lográis conectar con el juego de complicidad que plantea el autor seguramente disfrutaréis de lo lindo con esta obra.

Para rematar la lectura de Escombros dejamos esta lista de reproducción formada por temas de algunas de las bandas de Grunge más representativas de los años noventa.