Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Érase una vez La Volátil, de Agustina Guerrero

Érase una vez La Volátil, de Agustina Guerrero
Guion
Agustina Guerrero
Dibujo
Agustina Guerrero
Formato
Rústica con solapas, 160 páginas.
Precio
14.90
Editorial
Lumen. Diciembre 2016

Agustina Guerrero, La Volátil, es diseñadora gráfica. También, en sus propias palabras: “a veces hace dibujitos para explicarnos su vida”.

Pues eso, ni más, ni tampoco menos. Una mujer explicándonos su vida.

Diría que es aproximadamente a raíz de la popularización de las tiras de Maitena cuando empecé a prestar atención a esta forma propia de expresión, cuyo nombre más ajustado a mi entender es el de autoficción, y que ha dado voz a lo largo de las últimas décadas a muchísimas mujeres como forma de expresarse.

¿Es esta autoficción un género femenino? No necesariamente, aunque las voces que conozco que utilizan de forma habitual esta forma de expresión si lo son. Agustina Guerrero, junto a otras increíbles artistas nacionales como podrían ser Laura Pacheco, Raquel Córcoles, Ana Belén Ribero, Laura Santolaya, Quan Zhou, Rocío Salazar o Ana Oncina, o internacionales como Idalia Candelas, Alejandra Lunik, Yasmine Surovec, Casssandra Calin o Sarah Andersen por poner algunos ejemplos, siguen este camino abierto cada una con su idiosincrasia propia, como recurso para hacernos partícipes con mayor o menor carga autobiográfica de su visión propia y personal de sus vidas y el mundo que les rodea.

Pero como digo, no es algo exclusivo, hay también muchos autores que también lo utilizan y a quienes sigo habitualmente, aunque por un lado es cierto que la mayoría lo utilizan “entre otros trabajos” como forma de desahogo, para contarnos un viaje, o gestionar un diario (se me ocurren ahora Liniers, Alfonso Casas o Trondheim) y no suelen ser en formato de viñetas únicas o tiras independientes entre sí, y añadidamente no suele ser su forma de expresión única o principal. Los únicos que me vienen a la cabeza ahora que sí que coincidan exactamente con ésta fórmula son Lunarbaboom o Brian Gordon.

Pero, sin ser una forma de expresión realmente nueva, sí que es llamativo y relativamente novedoso que tantas mujeres de pronto y a la vez lo hayan adoptado como forma de comunicar, y desde luego es excepcional el éxito que han obtenido especialmente fuera del mundo del cómic. Mucha, muchísima gente que nunca ha leído un cómic en su vida las lee a ellas, y no esporádica, sino habitualmente. ¿Qué significa esto para el género? ¿Es esto un subgénero o un género en sí mismo? Pues le tendréis que preguntar a otra persona, porque yo no lo sé. Sí sé que, como mínimo, va a ser muy interesante ver hacia dónde va.

Mi relación con el trabajo de Agustina Guerrero empezó allá por 2011, cuando empecé a seguir un blog que se llamaba Diario de una Volátil. Según su autora, se puso ese apodo porque en aquél momento era como se sentía. Y ahí reside su fuerza interior, que La Volátil te cuenta cómo se siente de verdad. La lees y sabes que estás leyendo algo cierto. Algo genuino.

Con Agustina Guerrero no me pasa como con otras autoras, como con Sarah Andersen por ejemplo, con la que siento una instantánea identificación porque parece estar espiándome para construir sus viñetas, de tan similares que considero sus experiencias y las mías. No. Poco o nada que ver tienen las experiencias de la Volátil con las mías, sin embargo, precisamente por ello, porque estando tan lejos como creo que puedo estar de lo que narra en sus viñetas, siento perfectamente que me transmite con una carga autentica lo que siente o lo que vive. No siempre serán cosas profundas, a veces son absolutas banalidades como su simple frustración porque la lluvia ha estropeado su peinado, Una de esas cosas que aunque a mí no me molestarían en absoluto, consigue hacerme comprender y sonreír cuando veo su frustración interior.

Ahí creo que reside su auténtico valor. En la comprensión del otro. En su “genuinicidad” ¿Existe siquiera esa palabra?

La Volátil y Agustina Guerrero

Los principios:

El blog que empezó a tientas con una viñeta diaria, algunas tan geniales que aun hoy son virales (¿quién no ha usado sus stickers alguna vez?), acabó convirtiéndose tres años después en un libro de papel: Diario de una Volátil (Ed Lumen 2014) que lleva ya la friolera de 9 ediciones y ha sido traducido a varios idiomas y tiene el mundo del merchandising saturado con tazas, camisetas, cuadernos, calendarios ¡y hasta sábanas!. Éste es un fenómeno muy interesante y relacionado con este tipo de expresión artística, que a veces parece estar más cerca del diseño gráfico que del cómic, pero que es parte fundamental de la razón por la que la volátil ha conseguido en 3 años llegar a más de medio millón de personas.

Un año después de Diario de una Volátil donde veíamos sus peripecias por Barcelona, con sus amigos, su pareja, el trabajo y demás cosas, teníamos en el mercado: La Volátil, Mamma Mía! (Ed. Lumen 2015), donde nos contaba, además de sus peripecias con el día a día, su nuevo status de embarazadísima. Ese mismo año edita también: Nina. Diario de una adolescente. (Ed. Montena 2015). Y finalmente éstas navidades nos ha traído este tomo que nos ocupa: Érase una vez la volátil (Ed Lumen 2016) que es una precuela de todos ellos.

Dejando un poco atrás la viñeta de humor individual que la caracteriza, en este tomo La Volátil se acerca más al slice of life y adoptando un tono menos humorístico y más introspectivo, nos cuenta la historia de una Volátil 10 años más joven. Nos habla de su ruptura amorosa, de cómo deja atrás su país natal (Argentina) y acaba llegando a Barcelona. De cómo empieza de cero, de cómo encuentra por casualidad su primer cuaderno en blanco y empieza a dibujar, de cómo va recuperándose a sí misma hasta, finalmente mostrarnos el paso de colgar, por primera vez, sus dibujos en la red y finalmente, cómo todo empieza a encajar a partir de ahí.

la volatil copa de vino

Es una lectura rápida, de poco más de media hora, pero cuyo mejor valor es que puede llegar a cualquier persona, conozca o no las peripecias de la autora o haya leído sus trabajos previos, o incluso, como decía, que no haya leído un cómic en su vida.

Cuando navegas por la red, muchas de las reseñas de su obra coinciden en definir sus dibujos como “simples” o “sencillos” y sin embargo yo no puedo estar más en desacuerdo. Sus dibujos demuestran una comprensión muy clara de la composición y su aparente sencillez es claramente una elección estilística, con viñetas sin cuadro, de fondos planos, en los que rara vez nos muestra el paisaje o el fondo, con una soberbia utilización del color como un elemento narrativo más, que aparece o desaparece sin avisar, con un uso del espacio sorprendente, con splash pages en las que puede dejar todo en blanco salvo una esquina o páginas en ebullición, con 9 o 10 viñetas en ella. Incluso el mismo trazo se convierte en parte de la fiesta, que como recurso puede hacerse más grueso o más fino o simplemente desaparecer en función de lo que nos quiera transmitir. Porque La Volátil no cuenta, transmite.

la volatil charla

En cuanto a qué nos deparará en el futuro Agustina Guerrero, o su alter ego La Volátil, es toda una incógnita. Después de contarnos cómo llegó a Barcelona, sus peripecias, cómo conoció a su actual pareja, de donde surgieron La Volátil y sus viñetas, su embarazo… pues esperábamos en breve un nuevo tomo contándonos su vida como madre reciente… pero hace algo más de un mes dejó muy claro en una entrevista que la hicieron en La Vanguardia, que bajo ningún concepto iba a exponer a su hijo a las redes, ni tan siquiera dibujado. Así que el futuro de esta autora es hoy por hoy un papel en blanco.

Esperaremos a ver con qué lo rellena.