Os dejamos una entrevista a Bartolomé Seguí, autor de Las serpientes ciegas entre otras muchas obras:
Seguro que los autores pensáis que los entrevistadores no tenemos imaginación y os preguntamos siempre lo mismo. Historia, influencias, trabajos más conocidos… Intentaremos ofrecerte un poco de variedad.
Empezaste de joven con los tebeos españoles clásicos. Cosas como Bruguera y Víctor Mora. Volviendo la vista atrás, ¿qué serie y que personajes recuerdas con más cariño?
Bueno, lo de Bruguera y Victor Mora, entiendo que va más por las lecturas que estaban a mi alcance de chaval: Mortadelo, Anacleto, Mora/Ambrós (yo era más de El Corsario de hierro que de El Capitán Trueno), y los clásicos del cómic francobelga: Yves Tanguy (que era un pintor que se apellidaba igual que Tanguy el piloto 🙂 nota del entrevistador.), Bernard Prince, Astérix (siempre he preferido más al irreductible Galo que a Tintín),… pero también leía los superhéroes que llegaban de la mano de Vértice: Spiderman, Zarpa de Acero, Namor… Vamos, que acabo de retratarme como del paleolítico.
La gran afición, ya más en la voluntad de soñar con llegar a dibujar algo parecido, llegó con el boom de las revistas a finales de los 70: Totem, Cimoc, etc, etc… donde descubrí a toda una generación de autores que llevaban el cómic a unas cotas artísticas deslumbrantes: Moebius, Muñoz y Sampayo, Crepax, Manara, Hugo Pratt, y muchos que me dejo…
Empezaste a dibujar y a publicar durante el boom de las revistas de cómic españolas. ¿Crees que aquel ambiente editorial favorecía a los autores, tanto nuevos como consagrados? ¿Es la época actual, con internet y las redes sociales, el equivalente de aquellos años?
Evidentemente cuando llegué a Barcelona a primeros de los 80 con la voluntad de abrirme camino como dibujante, el hecho de que hubiera tantas revistas en el mercado, posibilitaba que, si conseguías hacerte un hueco en alguna de ellas, fueras creciendo como autor a la vez que cobrabas cada mes por las páginas que ibas entregando, y ya después, se recogía o no en un álbum. Ahora, la propuesta es publicar directamente una novela gráfica de ciento y pico páginas, y llenar la nevera con ello se me antoja casi imposible para un autor que comienza.
No soy muy activo en las redes sociales ni sé mucho cómo funciona lo de los webcomics, y, si bien es cierto que internet ofrece la posibilidad de mostrar tu trabajo a un público infinito, creo que, contados casos aparte, son pocos autores los que viven cómodamente de ello.
Recordando a las revistas de cómic, la gran superviviente es El Jueves. Publicaste con ellos. Háblanos de esa época, de tus personajes para ellos…
Siempre cuento que, gracias a no tener un estilo muy definido (o a tener la capacidad de adaptarme a distintos registros), conseguí publicar en revistas diametralmente opuestas. Lo hice en El Víbora, en Cairo y en Madriz. En El Víbora contaba las andanzas y descubrimientos urbanos más costumbristas de unos personajes, Lola y Ernesto, basados en gran parte en mis propias vivencias; y en Madriz me dejaba llevar por un espíritu más pictórico y vanguardista, relacionado con los estudios de pintura que estaba cursando en La Massana. En las páginas de Madriz nació mi primer personaje, Simón Feijoo. Un detective cutre y cabrón que paseaba por escenarios no muy alejados de los de Pepe Carvalho.
En los 90 comenzó la crisis y fueron desapareciendo revistas. Yo había comenzado colaboraciones en prensa en la Guía del ocio de El País y las tiras de Simón Feijoo en El Observador y Diario 16, así que estaba ya un poco desvinculado de ese mercado. Lo de El Jueves fue muy puntual. Apenas unas veinte páginas. Coincidió también con mi regreso a Mallorca donde me metí, con Sonia Delgado a editar una revista infantil y a comenzar a pensar en que, si quería continuar en esto había que enfocarse hacia el mercado francés.
Suele diferenciarse, grosso modo, al cómic en: europeo (incluyendo al español), manga y cómic usa. Tu estilo entraría dentro del primer grupo. ¿Has pensado alguna vez en crear alguna obra dentro de los otros dos estilos?
Lo cierto es que no. Desde el principio me he sentido más inclinado a contar historias cotidianas y costumbristas que de género (aparte del policíaco). Se me da fatal inventarme mundos que no existen, así que la ciencia ficción a lo Moebius está totalmente descartada. Me siento comodísimo dibujando escenarios urbanos, así que dudo que a estas alturas consiguiera dibujar nunca un caballo con cierto garbo como para embarcarme en un western. Del tema de superhéroes sólo lo imagino si pudiera llevarlo hacia mi terreno y lo veo bastante difícil ahora mismo.
Dicen que a los autores les gusta comer todos los días, comprarse ropa, tener casa…:-).
Lamentablemente también se dice que solamente con el cómic no se puede. ¿Crees que es cierto para el mercado español? ¿Y el francobelga?
Háblanos también de tus obras como ilustrador. Por ejemplo, de tus colaboraciones para libros de texto o revistas para el mercado educativo.
Yo creo que todas las profesiones artísticas requieren de un plus vocacional para dedicarles el esfuerzo que supone intentar vivir dignamente de ellas. No sólo el cómic. Creo que es un mal que también aqueja a los escritores, actores, pintores y artistas en general. Le oí a Howard Chaykin decir que uno no se mete a dibujante de cómics como segunda opción. Estoy seguro que todos los que, pasados los años, seguimos dedicados a esto de las viñetas lo hacemos porque en cierta manera estamos abducidos por este arte de narrar secuencialmente.
Es cuestión de matemáticas. Mientras no cambien las cosas, los royalties para el autor de cualquier libro están alrededor del 10% del pvp. Eso puede suponer (cuando hay únicamente un sólo autor que hace todo el trabajo: guión, dibujo, color…), alrededor de 1,5€ por ejemplar vendido. A partir de eso, no es difícil hacer las cuentas de cuántos ejemplares es necesario vender para que el resultado de esos meses de trabajo dé para un sueldo digno. Hasta hace poco, la potencia de la industria francobelga se traducía en tiradas y adelantos más suculentos que aquí en España, pero recientemente, la sobreproducción de títulos que editan al año, hace muy complicado que todos alcancen unas ventas suficientes.
En mi caso, aunque el cómic sea la niña de mis ojos, la seguridad económica viene más por la ilustración infantil y las colaboraciones en prensa (llevo 15 años junto a Ferran Aguiló dibujando una tira diaria en el diario Última Hora de Baleares). Digamos que tener ese plato de sopa asegurado, me permite dedicarme a dibujar historietas que realmente me satisfagan sin excesivas presiones de mercado.
Estamos en un Salón del Cómic. Pero el Viñetas es un Salón único en España porque se desarrolla en el centro de la ciudad, en edificios del ayuntamiento, con acceso gratuito a charlas y exposiciones. Además, coincide con el mes de fiestas en la ciudad.
Esto hace que el público sea mucho más amplio del típico que visita los Salones. Menos entendido en el mundillo. Si una persona hojease un tebeo tuyo pensando en regalárselo a alguien, ¿cómo le describirías tu trabajo?
Vine invitado a Viñetas en 2012 y fue un descubrimiento. Como autor, prefiero mil veces la oportunidad que dan estas jornadas para relacionarte sin prisas con tus colegas y con el público en general, que esos festivales excesivamente comerciales con horarios maratonianos de firmas y multitudes y en los que resulta difícil hallar espacios de tranquilidad. Entiendo que hay que exprimir al máximo las oportunidades de negocio cuando son tan escasas, y que los festivales y ferias suponen un porcentaje importante de los ingresos editoriales.
Viñetas fue también modelo para el ComicNostrum, cuando estudiábamos en Mallorca qué tipo de festival nos interesaba organizar. No se trata tanto de un festival comercial al uso, como de generar contenidos: masterclass, encuentros, etc, que también pueda ser de interés para los profesionales. Supongo que el hecho de que la mayoría de los que lo organizamos seamos autores ha ayudado a tirar por esta vía parecida a la de Viñetas: una pequeña delicatessen, que ese público “menos del mundillo” agradece.
Quizás me siento ya un poco mayor, y a estas alturas uno desea que su obra hable mejor de él que uno mismo. Creo que, desde Las serpientes ciegas, he buscado mejorar en cada trabajo y pongo todo mi interés en que, uno: el guión esté bien construido y la historia sea buena (para eso lo mejor es asociarse con buenos guionistas); y dos: poner todas mis armas para que el relato gráfico esté al servicio de la historia. Así que le diría a ese lector, que tiene entre manos una lectura en la que hemos echado el resto para que no lo deje indiferente.
Tu primer personaje en álbum fue un detective llamado Feijoo. Basado en Pepe Carvalho, si no estoy equivocado. Ahora estás dibujando las adaptaciones del propio Carvalho… Podríamos decir que el círculo se ha cerrado. ¿Qué sientes con las adaptaciones de las novelas? Está a punto de salir la segunda, creo.
Hay que tener en cuenta que Tatuaje está considerada para muchos la primera novela negra española y Carvalho es el primer detective “a la española” que luce igual de bien que cualquier Sam Spade o Philip Marlowe. Como decía al principio, Feijoo intentaba emular a ese Carvalho en los mismos escenarios de esa Barcelona preolímpica. Así que, cuando Norma me propuso adaptar las novelas de Manuel Vázquez Montalbán, aparte de un honor y una ilusión enormes, supone efectivamente cerrar un círculo y reencontrarme de nuevo con unos escenarios ya conocidos. Las novelas tienen interés, no únicamente por la trama policíaca, sino por la crónica social que va desde la muerte de Franco hasta la España moderna y democrática. Carvalho no es un personaje arquetípico al uso, sino que envejece y evoluciona a cada novela. Que el personaje evolucione ayuda a disipar el temor de encasillarte en una serie de largo recorrido. Veremos. De momento se ha publicado en Francia, Italia y Portugal. A finales de septiembre está prevista la aparición de La soledad del manager, y ya estamos trabajando en la tercera, Los mares del sur. Si Norma y Balcells están satisfechos, es probable que sigamos.
Las serpientes ciegas, Hágase el caos y Las oscuras manos del olvido pueden considerarse obras históricas. También Historias del barrio, si consideramos el costumbrismo como un subgénero de la historia.
Fantaseemos un poco. Si pudieras crear algo de otro estilo o género, con total libertad y sin depender de los gustos editoriales, ¿qué sería? ¿Hay un fajo de hojas dibujadas perdidas en algún cajón?
Tengo la fortuna, involuntaria, de ir un poco por libre; de haber hecho siempre las obras que he querido y haber encontrado siempre un editor dispuesto a publicarlas. Escucho a colegas hablar de las imposiciones de los editores, pero yo nunca he tenido media sugerencia sobre hacer o enfocar de alguna manera una historia. Siempre he sentido total libertad para dibujar las historias tal como al guionista y a mí nos apetecía hacerlo. Así que mentiría si dijera que fantaseo con dibujar algo que actualmente no pueda hacer. Seguramente porque tampoco me muevo en el campo de las presiones comerciales. Las fantasías irían más en que, de repente, tu trabajo alcance las superventas y tu vida se vuelva asquerosamente lujosa y fácil. No, en mis carpetas no hay muchas páginas perdidas, únicamente un álbum a medio hacer: el que estaba dibujando con Felipe y que, con toda su pena, tuve que abandonar cuando llegó la propuesta de Carvalho.
Un contrato como el de Pepe Carvalho, que implica adaptar las tres primeras novelas, no deja mucho tiempo para trabajar en otras cosas. Pero quizás tengas ya algunas ideas o bocetos de tus siguientes obras. ¿Puedes adelantarnos alguna primicia?
Cuando te acercas a los 60, por mucho que te guste el cómic, lo sensato es comenzar a valorar la rentabilidad de las horas que pasas sentado dibujando. Dibujar cada una de las páginas de Carvalho son 4 días de curro. Lo sé, podría dibujar más sencillo; el estilo de Historias del barrio lo era y funcionaba, dibujaba una página diaria, pero ahí fueron más de 100 páginas cada tomo. Con esto quiero decir que, en mi caso, si comparo la rentabilidad de las horas dedicadas a dibujar una página compleja, con la rentabilidad de las horas dedicadas a una sencilla ilustración, se me queda un poco cara de lelo si intento convencer a alguien de lo fantástico que es esto de dibujar tebeos.
Ese baño de realidad hace que descarte una dedicación absoluta al cómic embarcándome en más y más proyectos y reserve ese tiempo necesario para acometer los encargos de ilustración.
Cuando se cumpla esa fantasía de vivir bien únicamente de la historieta, si no es demasiado tarde, quizás…
¿Conoces ELHDLT? ¿Te contamos entre nuestros visitantes habituales? Y si es así, ¿qué opinas de nosotros?
Sí., conozco vuestra web. Reconozco que no sigo mucho el día a día de la actualidad comiquera, así que más que habitual, soy visitante esporádico: reseñas de libros que me interesan o críticas a mis trabajos para ver si me dais alguna colleja o no.
Me parece excelente el trabajo que estáis realizando y que ayuda a expandir y dar a conocer el cómic a un público vez más amplio para conseguir más lectores.
Esto es Coruña y estamos en verano. ¿Cual es tu receta preferida de marisco?
Sin ánimo de polemizar, el marisco gallego está excelente, pero la langosta y las gambas en el mediterráneo tampoco son para hacerles un feo. Os sorprenderá, pero de la última vez que estuve aquí, lo que se me quedó grabado, culinariamente hablando, no fue el marisco, sino una sabrosísima tortilla de Betanzos que comí, creo, en la plaza María Pita. A la que pueda, me escapo y cae otra este año.