Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Entrevista a Fernando Dagnino en el Salón del Cómic de Barcelona 2013

Durante su carrera, Fernando Dagnino (Madrid, 1973) ha ejercido de diseñador gráfico, ilustrador y dibujante de cómics, entre otras cosas. En 1998 viajó a Los Angeles y trabajó para los Imagineers de Walt Disney en el diseño de una atracción para Disneyquest que puede ser visitada por el público de manera permanente en DisneyWorld Florida.

Durante los años siguientes combinó trabajos para varias compañías de diseño gráfico con la ilustración de libros infantiles. Después de una breve temporada en una compañía de Videojuegos (Rebel Act) volvió a trabajar por libre y empezó a colaborar con agencias de publicidad, revistas, etc. También ha escrito el libro ilustrado Kasandra, una fusión entre la literatura y la Novela Gráfica.

Sus primeros trabajos para DC Comics fueron Batman and the Outsiders #13 y tres números de Teen Titans. También ha dibujado Supergirl, Superman, Blackest Night: Starman, Action Comics. Tras colaborar en tres números de Wonder Woman. Fernando se convirtió en uno de los dibujantes regulares de Justice League: Generation Lost.

Tras iniciar la serie Resurrection Man, parte de los New-52 de DC, y dibujar Suicide Squad con guiones de Adam Glass, actualmente Fernando está dibujando Captain Midnight para Dark Horse.

Biografía extraída de SpanishInq.

¿Por qué empezaste a dibujar?

No hay ningún motivo. Empecé desde pequeño, ya con cinco años me puse a dibujar, y me dije a mí mismo que quería ser dibujante de cómics. Lo que no sé es qué significaba a los cinco eso, a lo mejor entonces era alguna otra historia. Pero siempre me ha flipado. No hay un motivo racional, o un por qué… Simplemente me gustaba.

¿Y por qué superhéroes?

Pues porque de pequeñe me aficioné a la lectura de cómics de superhéroes y fue la primera referencia de dibujo que tenía. Me imagino que si hubiera visto arte en algún otro sitio lo hubiera querido imitar; lo que haces es es imitar lo que te gusta de pequeño. A los cinco años ves tebeos de Spiderman y dices “yo quiero hacer esto”. Aunque también me gusta hacer otro tipo de cómics, he hecho de todo.

¿A qué te habrías dedicado de no ser dibujante de cómics?

Bueno, yo soy filólogo (ríe). Pero nunca me vería ni de profesor, ni de investigador, ni nada. Me encanta la música, eso sí. No toco ningún instrumento, sólo soy DJ. Me encanta escribir, contar historias y dibujar.

¿Prefieres dibujar cómics o te gusta más la ilustración?

La ilustración me gusta porque puedes dedicarle más tiempo al dibujo. Es un tipo de dibujo más detallado, no es tan genérico. La ilustración es un mundo muy abierto, puedes abordarlo desde un punto de vista más infantil, más personal, más de autor… Y con el cómic ya sabes que los géneros que te suelen dar para vivir están muy codificados. Pero me gusta sobre todo contar una historia, así que me decanto más por el cómic. La ilustración está bien, pero le falta esa parte de narrativa que a mí me gusta.

 

 

¿Dónde te gustaría jubilarte?

Nunca me he imaginado jubilado. Soy como esa gente que muere en el escenario. Como siempre he dibujado tampoco me imagino dejando de hacerlo. Hacerlo de otra manera, pues sí, pero jubilarme… No sé, lo mismo acabo hasta los co**nes y decido vivir la vida. Pero el lugar… Cartagena de Indias no está nada mal, la verdad. Pero no quiero jubilarme, sería como cambiar de identidad.

¿Quiénes eran tus influencias a la hora de dibujar, cuando eras niño? ¿A quién te hubiera gustado parecerte?

Siguen siendo las mismas, las que leía de pequeño: Neal Adams, John Byrne, Alan Davis, Jack Kirby… y gente que he ido conociendo después, con un estilo más europeo, géneros diferentes… Manara me encanta, por ejemplo. Incluso gente de hoy en día, compañeros que son una influencia. Ahora estoy haciendo una serie que empezó Víctor Ibáñez y a veces me fijo en cosas de él. Están las referencias iniciáticas que te marcan y a veces incluso se te va el trazo para allá porque lo tienes como un defecto de oficio, pero siempre aprendes de muchísima gente.

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¿Quién es tu mejor amigo dentro del mundillo del cómic, y con quién te gustaría llevarte mejor?

Mi mejor amigo es Miguel Ángel.

(Miguel Ángel Sepúlveda, que está escuchando la entrevista, saluda desde el otro extremo de la sala)

Habéis coincidido (risas).

¡Qué bueno! La verdad es que le conocí en un viaje a Nueva York en el que fuimos él y yo solos y me lo pasé teta. Además, a nivel vital somos muy diferentes, él tiene una vida muy diferente de la mía. Pero es que estamos meándonos de la risa todo el día. Creo que fue de los mejores viajes que he hecho, llorando de la risa. Y sobre con quién me gustaría llevarme mejor…

O alguien a quien te gustaría conocer.

Para evitarme movidas, creo que me quedo con lo segundo. He conocido a unos cuantos, pero a John Byrne no lo he conocido, y me gustaría conocerlo, porque es una persona de la que has leído tanto y en una época tan infantil, que te ha marcado.

Ahí también has coincidido con Miguel.

¿De verdad? Madre mía… Además, como [Byrne] no aparece ya por ningún lado, no va a salones ni nada… Luego hay gente a la que no admiras tanto o que no está en tu registro de lo que te gusta, y cuando le conoces a nivel personal te llevas genial. O al revés, alguien al que admiras mogollón, hablas con él y dices “vaya tipo tan…” No hay nada de química, no hay comunicación.

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Un personaje o una serie que nunca dibujarías.

Calla, porque he hecho cada cosa que pensaba que me iba a negar, pero… He trabajado siete años en publicidad. Una vez me llamaron de una agencia para decirme si podía hacer un storyboard para una campaña de Esperanza Aguirre. Y yo pensé “no me jodas, macho” (risas). Por hacerle un favor a un amigo acepté, pero no la seleccionaron. Después de eso ya no se me ocurre nada… Más repugnante que eso no se me ocurre ningún personaje.

¿Esto es off-the-record o se puede publicar?

Sí, se puede poner (risas). Si añades la otra parte, que también es real.

¿Te reconocen en los salones o sueles pasar desapercibido?

Hombre, ahora tengo un perfil medio-bajo. También depende del sitio: si viene mucha gente se van todos a ver Adam Hughes. Cuando salió lo de los Nuevos 52 se le dio mucha publicidad, y como yo estaba metido ahí te pilla más la inercia de la popularidad. Yo creo que va mucho por temporadas y por lo que estés haciendo. De momento no he conseguido que se reconozca mi trabajo por mí mismo.

Además de trabajar en DC hiciste una novela gráfica para niños, Kasandra, y estás preparando tu segunda novela gráfica por tu cuenta. ¿Qué nos puedes contar de este trabajo?

Estoy ahora mismo un poco perdido porque estos cinco años con DC han sido tan extenuantes que… tenía muchas ideas, y una cola de cosas que quería publicar, y no he tenido tiempo. Y ahora que tengo un poco más de tiempo estoy más a gusto. Tengo como cinco cosas a mitad de trabajo, con el guion medio hecho. Me he decantado por historias cortas para desengrasar, porque me van a costar menos. Creo que es por esos cinco años de inercia de trabajar por encargo, que parece que a la obligación le das más peso en tu cabeza que al deseo propio. He publicado comics underground en España. La suerte fue que me iban pagando adelantos, así que había un toque de realidad, de que vives con lo que te pagan, y dices “me pongo con ello”. Cuando es por puro deseo, y en el tiempo libre me cuesta. Tengo como quince historias a medio dibujar y quiero acabarlas. Sin ningún tipo de nexo de unión ni nada. No sé cómo hacer un vínculo entre ellas para que tengan una temática, porque no la tienen.

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¿Podrías resumir en tres o cuatro puntos las principales diferencias de trabajar para estos dos mercados, el del cómic superheroico y el mercado de novela gráfica? ¿Cómo haces para cambiar el chip?

Con la novela gráfica es como la realización personal de tu trabajo. Estoy plasmando algo en lo que creo. Es una satisfacción incomparable. Luego cuando está acabado te desvinculas, es como la madre hamster que tiene un hijo y luego pasa de él, pero en el momento de hacerlo la emoción es incomparable. Mientras que el otro es una satisfacción más externa. Iba a compararlo con las drogas, pero mejor no (risas). Es como un subidón más externo, es tu “yo” de cara a los demás, es “estoy haciendo esta serie”. Luego estás todo el día currando y no tienes vida, pero te compensa el ego el estar en tal sitio o trabajar con tal personaje. Pero a nivel interior no es tan satisfactorio.

Te pasan de Resurrection Man a Suicide Squad; poco después cierran la colección… Tantos cambios de equipos creativos están suponiendo cierto malestar entre los autores. Sé que es un tema tabú, que tampoco te puedes explayar mucho, pero…

Si quiero volver, no (risas)

¿…puedes decir algo que no te comprometa demasiado?

Este último año ha sido un puto infierno (risas).

Muy explícito.

¿Cuánto público tenéis?

Tranquilo, que los americanos no lo van a ver.

Este año lo he pasado mal en Suicide Squad. No sé si por gestión editorial o lo que sea, pero las fechas se han acortado muchísimo. A veces de manera innecesaria, porque a lo mejor había un tiempo que no estaba mal, pero por la organización, la gestión de ese tiempo desde la editorial se reducía. De hecho, los últimos cómics de crossover de Batman “La muerte de la familia” los hice en tres semanas, lápiz y tinta. Así no se puede. No tienes vida, te avergüenzas del trabajo porque no estás satisfecho con él, pero tienes que avanzar. Es una carga de insatisfacción y de tirar para adelante. De todo se aprende, pero a la larga te quema. Te vas perdiendo con eso porque no eres nada fiel a ti mismo.

Mi experiencia con Resurrection Man estuvo bien, luego se fue torciendo, fue dando bandazos y con Suicide Squad fue una locura. Para guionista, dibujante, y de hecho hasta la editora, que se ha ido de la serie. Creo que es algo endémico a la producción industrializada de cómics. Yo estoy contento de haber salido. Cuando me dijeron que no seguía me alegré. Y estaba tranquilo porque sabía que era para mejor. Y de hecho ahora estoy supercontento. La serie (Captain Midnight, editada por Dark Horse) no tiene tanta repercusión pero a nivel vital necesitaba este cambio. Con fechas de entrega de siete u ocho semanas, volviendo a dibujar bien, a hacer cosas que tenía olvidadas por pura inercia. Me han dado contrato hasta marzo de 2014, de lujo. Como si lo hubiera pedido, de lujo.

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Por último, Fernando acepta nuestro desafío de 1 minuto, aunque con ventaja, porque ha podido ver cómo lo hacía Miguel Sepúlveda (durante la entrevista que le habíamos hecho unos momentos antes, y que publicaremos en los próximos días). Y esto es lo que nos hace, el muy tramposo 😉

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