Cuando uno ve un tomo de La Cúpula en rústica con solapas y un grosor considerable… ya se le encienden ciertas señales de alerta sobre lo que puedes encontrar en el interior. La editorial nos trae con frecuencia obras autoconclusivas con un importante carácter autobiográfico y que toca temas como la madurez, la identidad, y la adolescencia en general. Cuando vi la portada de En el limbo, inmediatamente se me vinieron a la mente Piruetas, Sábanas, Laura Dean me ha vuelto a dejar, o El beso número 8. Y no me equivocaba demasiado en lo que esperaba de su lectura.
En el limbo es una obra autobiográfica que cuenta el viaje de madurez de su autora, Deb JJ (Jung Jin) Lee de ascendencia surcoreana pero que ha pasado la mayor parte de su vida en Jersey. Deb es una chica tímida e introvertida, condicionada por el guion de lo que sus padres esperan de ella, con cierta dificultad para entablar relaciones sociales y conseguir quitarse el sambenito racial que no puede ocultar. A ella le gusta el dibujo pero está apuntada a clases de violoncelo, cada vez le cuesta más ubicarse y encontrar su sitio en el mundo, incapaz de controlar esas amistades cambiantes y la rigidez de su madre.
De todas las obras que he citado antes, me ha recordado especialmente a Piruetas. Aquí, en lugar de la identidad sexual, el motor de la historia es la identidad sin más. Deb va buscando su lugar en el mundo y por eso llega un momento en que se encuentra en un limbo a medio camino de todos sitios, sin saber bien adónde dirigirse. Y eso… acaba haciendo mella en su propia salud mental y está a punto de írsele de las manos. Sin embargo, a pesar del tema principal de la obra, no es obvia en ningún momento. De hecho, a mitad de la lectura todavía me costaba un poco alcanzar a entender por dónde nos quiere llevar Lee, aunque por contradictorio que parezca, llegas a entenderlo mejor cuando has acabado la lectura, puesto que lo que la autora hace en todo momento es convertirnos en partícipes de su viaje, y ese viaje incluye una sensación de extrañeza y de desorientación que nosotros también acabamos experimentando.
En el limbo es de esas obras que ganan mucho con el asentamiento de la lectura. Transmite una serie de sensaciones y es tan explícita a la hora de mostrar a esa protagonista tan introvertida y cerrada, que cuando maduras en tu cabeza la lectura mueve muchas piezas en el interior. Y es que Deb es muy callada y, como buena asiática (ella misma lo reconoce), le cuesta mucho exteriorizar sus sentimientos y anhelos. La figura de su madre es muy relevante en su desarrollo como persona y todo lo que gira en torno de ella es mostrado con mucha delicadeza y dejando a cargo del lector pensar en el peso que ha tenido y las líneas que se llegan a cruzar. Y ese sugerir por delante del mostrar es aterrador…
El dibujo es otro de esos puntos que nos hacen reconocer la obra como «marca La Cúpula», con ese trazo limpio y sencillo, ese bitono azul oscuro y esa composición de página conservadora. Sin embargo, hay ciertos hallazgos que me han sorprendido, como el uso de un estilo hiperrealista para ciertos fondos o detalles, y algunos recursos narrativos como las dos páginas en las que Deb camina a lo largo de sus cuatro últimos años, la escena en la que se rompe, o cómo retrata a la psicóloga, siempre oculta entre esas exuberantes plantas que decoran su consulta, y que sirven para explicitar la interpretación de la propia autora sobre su figura. También es muy habitual ver ciertas frases en coreano, y utiliza la mezcla de idiomas de una manera natural, que permite también comprender cómo ha vivido toda su vida, expuesta a su idioma natal, con el que no está tan familiarizado como debiera.
En definitiva, En el limbo es otra de esas obras tan habituales en La Cúpula con un poso post-lectura de reinterpretación una vez asentada. Un vistazo a la juventud de hoy día, más conectada que nunca gracias a las redes sociales, pero más desconectada que nunca en lo que a las relaciones reales se refiere. Una historia sutil y poco evidente que ilustra el viaje de madurez de su autora, de una manera nada efectista, que se recibe con sinceridad. Tan certera como Tillie Walden, es capaz de mostrar con muy poco un mundo interior rico y condicionado por sus experiencias.
Lo mejor: Lo mucho que cuenta mostrando muy poco. Una lectura que gana con la reconstrucción de todas las piezas una vez has acabado de leerla. Siendo de esas obras con puntos comunes con tantas otras, rezuma identidad propia.
Lo peor: Si no estás familiarizado con este tipo de lecturas, puedes encontrarte a mitad de ella sin saber del todo qué te están queriendo contar.