Como no podía ser de otra manera, esta semana está marcada por el estreno de la versión cinematográfica de la obra de Dave Gibbons y Alan Moore, Watchmen, realizada por el director de 300 y el remake de El amanecer de los muertos, Zack Snyder. Antes de comenzar a leer el texto de nuestro compañero Mario G. Liaño una pequeña advertencia a aquellos que nunca han leido Watchmen, se desvelan algunos detalles importantes de la historia y de su desenlace. Avisados estáis.
Hace mucho tiempo que tengo una deuda pendiente con Watchmen y ELHDLT!!!. Desde que ingresé en la web, mis colaboraciones se han limitado casi exclusivamente a reseñar aquellos aspectos que, en mayor o menor medida, estaban relacionados con el mundo del cine. Al margen de mi última y deshonrosa temporada de ausencia (en travesía por el desierto) la nutrida actualidad cinematográfica directamente relacionada con el mundo de los cómics nunca me dio pie a salirme del guión. Es ahora cuando mi tebeo favorito llega a la gran pantalla. Es la hora, por lo tanto, de hablar de Watchmen.
Como soy perfectamente consciente que un análisis sesudo de la obra en cuestión no es el objetivo de esta sección (análisis que, por otra parte, quizá me sentiría incapaz de abordar), optaré por ofrecer mi particular experiencia al enfrentarme a Watchmen por primera y sucesivas veces. Porque si hay algo que no se discute entre los fans del cómic es la obligada relectura que ayude a digerir la complejidad argumental de una obra de arte cargada de matices y dobles, triples y hasta cuádruples lecturas.
Watchmen es uno de esos cómics que llegaron a mis manos en el redescubrimiento del DC ochentero que disfruté a principios de este siglo. Recuerdo como, allá por la década de los noventa, pasaba de largo por las estanterías donde reposaban tebeos como La Cosa del Pantano, V de vendetta o Hellblazer. Seducido por la licra amarilla de La Patrulla-X y toda la ralea de superhéroes Marvel de la época, llegué incluso a acumular unos cuantos números de V de vendetta que mi tía me regaló en cierto periodo de enfermedad ¡Sin llegar ni siquiera a leerlos! Más crecidito me sentí en la obligación de poner fin a aquella locura, siendo Watchmen el buque insignia de lo que aquello representaba para mí ¿Y es que a quién le podían atraer los rancios colores rosa pastel de aquellos supes con antifaz?
Armado con la edición de Norma me enchufé la miniserie completa en un solo día y hasta hoy. El concepto del superhéroe en mallas quedó redefinido para siempre en mi mente y aquella lectura es la que recuerdo como más impactante, sorprendente y excitante de toda mi vida. De forma machacona hice rular mi ejemplar de Los vigilantes entre mis mejores amigos (Juan se lo mamó en una sola noche también) e incluso convencí a mi inocente parienta para que lo leyera. Su reacción fue la de un profano que se acerca a la Biblia de los supes; le pareció curioso y disfrutable ¿Pero cómo iba a captar en toda su esencia ese homenaje, estudio y disección de un género que yo había mamado desde niño?
Una vez fusilado el tebeo con todos los extras del mundo y en más de una ocasión, solo queda apostar por tu vigilante favorito. Los cuatro más interesantes siempre me resultaron (como a casi todo el mundo) Rorschach, Dr. Manhattan, Ozymandias y El Comediante.
El primero por razones obvias: Una moral amoral que alude a la amígdala del cerebro, a lo más hondo del ser humano, unida a un pasado impactante que escondía cierto aire de patetismo tras la máscara, hacen de Rorschach el justiciero más sugestivo con el que me he topado. “Tiene lo que hace falta, un par de cojones para llamar a las cosas por su nombre y actuar” pregonan sus acólitos.
Otros, defensores del Dr. Manhattan, destacan el toque de ciencia ficción nuclear tan propia de los atómicos tiempos de la guerra fría. El impacto del único superhéroe con poderes que existe en la situación política de la época es, sin duda, uno de los puntos fuertes del libro. Por mi parte, el capítulo del doctor en Marte es uno demis favoritos y fue sin duda el que mayor impacto me causó en mi primera lectura. El Dr. Manhattan podía ver el futuro pero no modificarlo porque “ya está ocurriendo”, sencillamente genial.
Ozymandias es inevitablemente atrayente, incluso para las masas de la realidad del tebeo. Su viaje iniciático hasta alcanzar la preclaridad siguiendo, entre otras cosas, los pasos de Alejandro Magno, hacen que esté a punto de inclinarme por Veidt como mi vigilante favorito. El rapto de la isla es la mejor idea que un héroe-villano ha tenido en toda la historia de los cómics.
Sin embargo, finalmente me decanto por El Comediante como el personaje más extraordinario de la saga. Algunas frases de sus compañeros definen la naturaleza de Blake mucho mejor de lo que lo haría yo en este reducido espacio:
– Blake es una persona interesante. Nunca he conocido a nadie tan deliberadamente amoral. Encaja a la perfección con lo que aquí se respira: con la locura, el sinsentido, la carnicería…
A medida que voy comprendiendo qué supone Vietnam y qué es lo que me muestra acerca de la condición humana, me doy cuenta de que pocos seres humanos se permiten tal comprensión.
Blake es diferente. Lo entiende perfectamente… y no le importa.(El Dr. Manhattan en Marte. Sobre El comediante)
– …Contempló el verdadero rostro del Siglo XX y optó por convertirse en un reflejo, en una parodia de él. Nadie más entendió el chiste. Por eso se encontraba tan solo.
(Diario de Rorschach. 16 de Octubre de 1985. Sobre El comediante)
– Esto me recuerda un chiste: Un hombre va al médico. Le cuenta que está deprimido. Le dice que la vida le parece dura y cruel. Dice que se siente muy solo en este mundo lleno de amenazas donde lo que nos espera es vago e incierto.
El doctor le responde: – ‘El tratamiento es sencillo. El gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad, vaya a verlo. Eso le animará.’
El hombre se echa a llorar y dice: ‘Pero Doctor… yo soy Pagliacci’.(Diario de Rorschach. 16 de Octubre de 1985. En relación a la muerte del Comediante)
Qué más se puede decir… Sólo se me ocurre lanzar una última pregunta ¿Quién es tu Watchmen favorito?