Aunque desde un sector de la población se tienda a demonizar las obras de cómic centradas en las consecuencias de las guerras y en sus víctimas, es innegable que en este tipo de historias nos encontramos con auténticas obras maestras. La primera que nos viene a la cabeza es, sin duda, el imprescindible Maus de Art Spiegelman, pero también hay que mencionar la práctica totalidad de la obra de Joe Sacco entre un buen montón de otras. En El peso de los héroes, el autor francés David Sala nos da una nueva perspectiva: las víctimas indirectas.
El peso de los héroes es una historia sobre la memoria, pero no de un hecho vivido por el narrador, sino sobre la memoria familiar. Sobre los recuerdos de lo que le han contado, la percepción de una persona traumatizada por sus vivencias desde el punto de vista de un niño. David Sala nos presenta en este libro una obra donde la memoria familiar y la historia se entrelazan en un todo inseparable, una narración profundamente emocional y visualmente deslumbrante. Inspirado en sus propios abuelos, republicanos españoles exiliados y miembros de la resistencia contra el nazismo, Sala construye un relato que comienza en el recuerdo infantil y llega hasta la toma de conciencia adulta, con un delicado equilibrio entre una parte visual casi poética y un retrato del pasado crudo, sin ningún tipo de amabilidad.
Desde sus primeras páginas, El peso de los héroes se presenta como una autobiografía en la que la figura del héroe tiene un significado complejo. En su infancia, el pequeño David se ve rodeado de los relatos de guerra de sus abuelos y de ficción heroica, generando un entorno mítico que configura una visión casi épica del mundo. Sin embargo, a medida que el narrador madura, la idealización de esas historias que le han contado se resquebraja y la realidad de los hechos se impone con su peso aplastante.
Uno de los mayores aciertos de la obra está en el plano visual. Sala, con un estilo pictórico inconfundible, nos atrapa en un mundo de colores vibrantes y composiciones que evocan tanto la pintura simbolista como la expresividad de la ilustración contemporánea. Los fondos oníricos, las figuras casi escultóricas y la iluminación refuerzan el tono introspectivo de la historia. No es solo un cómic que se lee, sino una obra de arte que se contempla.
El guion, a pesar de su tono poético, no rehuye la dureza de los hechos. La memoria de la resistencia no es solo la de la lucha heroica, sino también la del sufrimiento, la pérdida y la desilusión. La guerra, la deportación y la violencia dejan cicatrices que marcan a las generaciones que están por venir, y el protagonista descubre que el heroísmo no es un relato glorioso, sino un peso que se hereda, que te viene del pasado y te marca.
Si algo distingue a El peso de los héroes es su habilidad conectando lo personal con lo universal. Sala no solo nos está contando su historia familiar, sino que nos hace reflexionar sobre el papel de la memoria, sobre la responsabilidad de recordar, y la influencia del pasado en nuestra identidad. En un contexto donde los discursos históricos tienden a ser manipulados o simplificados, esta obra reivindica la complejidad (y la responsabilidad) de la transmisión de la memoria colectiva como un legado familiar.
En definitiva, El peso de los héroes es un testimonio conmovedor, una reflexión sobre la infancia y el legado de la historia, y una obra de arte en sí misma. Un cómic que se inscribe dentro de la tradición de la novela gráfica sobre la memoria, junto a trabajos como El abismo del olvido de Paco Roca (y una buena parte del resto de la obra de este autor) o El árabe del futuro de Riad Sattouf, pero con una voz y un estilo propios. Una lectura imprescindible para quienes buscan un relato íntimo con una profunda mirada a nuestra historia.