Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

El París de los dragones

El París de los dragones
Guion
Joann Sfar
Dibujo
Tony Sandoval
Traducción
Lorenzo Díaz Buendía
Formato
Cartoné. 19 x 27 cm. 104 páginas. Color
Precio
22€
Editorial
Nuevo Nueve . Noviembre 2024
Edición original
Le Paris des Dragons (Glénat)

Permitidme ponerme abuelo Cebolleta. Al reseñar El París de los dragones no puedo evitar remontarme 20 años atrás, cuando aún no llevaba ni un año en este mal vicio de dejar reseñas de tebeos esparcidas por internet. Fue en ese momento en mi primera web, que me da demasiada vergüenza enlazar, donde reseñaba por primera vez una obra de Tony Sandoval. Desde entonces he leído varios de sus cómics y he podido asistir al impresionante crecimiento como artista de aquel chaval mexicano que firmaba aquel John Caronte, Detective Zombie. Sin embargo, nunca hasta ahora había vuelto a reseñar su trabajo.

Y hasta aquí la batallita, disculpad. No estoy seguro de si quería llegar a algún lado con ella, pero me sirve para dejar constancia de que Sandoval es ya un artista veterano y de un más que considerable bagaje. Aunque hay obra suya que aún permanece inédita en España, no son pocos los títulos que nos han visitado. Primero lo harían al abrigo de La Cúpula, con ejemplos como El cadáver y el sofá o las dos partes de Nocturno. Sería después Ricardo Esteban quien se fijaría en su trabajo y nos lo ha traído tanto desde su etapa en Dibbuks (La Serpiente de agua, Mil Tormentas, Cita en Phoenix) como en Nuevo Nueve (Mr. Calcium Skeleton Was in Love, Oda al mar, Volage).

El París de los dragones

Pero es que su pareja creativa en El París de los dragones es nada menos que Joann Sfar, quien, ya en ese 2005 al que me remontaba, ya era una figura de lo más prominente. En aquella época era una de las cabezas visibles que habían revolucionado el panorama de la BD en L’Association, pese a no estar entre sus fundadores. Hoy, su nombre está en los libros de historia de los cómics y sigue siendo uno de los autores más respetados del panorama francobelga. Hablar de La Mazmorra, El gato del rabino o Vampir a estas alturas es redundar en lo conocido.

Lo que seguro que hace 20 años ni se me habría pasado por la cabeza es que estos dos autores pudiesen acabar colaborando y la verdad es que el resultado ha sido muy satisfactorio, pese a que El París de los dragones es un cómic que requiere entrar en su juego inicial de violentas elipsis, ser un poco paciente mientras construyen el mundo, la trama y despliegan la piezas en el tablero y dejarles hacer cuando la cosa se pone un poco caótica.

El París de los dragones sucede mayoritariamente en la ciudad de la luz en la frontera entre los siglos XIX y XX, aunque por momentos nos retrotraerá mil años en el pasado e incluso más. El París al que nos llevan Sfar y Sandoval está poblado por todo tipo de seres mágicos: diablos, zombies, vampiros, monstruos lovecraftianos… a excepción de unos en concreto: los dragones. Todos los que un día hubo yacen ahora dormidos en forma de estatua debido a un viejo pacto. Ahora el pacto está a punto de romperse cuando una princesa hawaiana de imponente poderío físico se enamore de una sirena e impida que sea sacrificada para apaciguar a los dragones.

El París de los dragones

En realidad El París de los dragones está contado casi como un cuento, una historia de aventuras y fantasía que mezcla lo sobrenatural y la acción con un regusto que hasta en algunos puntos podría llegar a recordar vagamente a Hellboy. Sin embargo, Sfar y Sandoval son dos autores con una personalidad demasiado marcada como para conformarse con eso.

Obviamente, no sería un guion de Sfar si no estuviera lleno de su característica ironía y ese humor que a veces entra en la caricatura más exagerada y otras es impresionantemente sutil. Sin embargo, por más que tenga ese aire de fábula y hasta termine con una moraleja, El París de los dragones no es un cuento para niños. Para empezar, el sexo — tampoco nada demasiado explicito — y las pulsiones son un componente importante en la historia e incuso serán, en parte, las responsalbles de la conclusión final. Hay además un claro propósito de hablar de la París multicultural — o tal vez el mundo multicultural — actual, de las diferencias insalvables que tal vez no lo son tanto y del anquilosamiento en las viejas tradiciones… que igual es que son viejas y hay que cambiarlas.

Todo esto nos lo visten de aventura trepidante, guantazos y un cierto caos, por momentos casi surrealista, que no parece temer la sensación de pérdida, seguros de darnos, de un modo u otro, el estímulo necesario para que nos dejemos llevar. Y es que en este divertimento que nos dan en la primera capa, siempre parece subyacer la sensación de haber algo más grande por debajo y probablemente se debe a lo sugestivo del dibujo de Sandoval. Estamos acostumbrados a ver a este artista con un estilo que mezcla de un modo un tanto etéreo y romántico ingredientes de ilustración infantil con aspectos muchos más sombríos y aunque algo de eso hay en El París de los dragones, para la ocasión se reinventa y no solo una vez.

El París de los dragones

Sandoval cambia de registro gráfico cada vez que la trama salta en el tiempo, tanto en narrativa como en acabado, pero quizá lo más sorprendente es el estilo que elige para la trama central y con más presencia en el tebeo. Y es que podríamos decir que hace su versión del estilo L’Association, si es que algo así realmente existe. Exagera su caricatura, trabaja unos contornos más tenues y bailarines, aumenta el trabajo de tramados… por momentos tal vez más a que a un Joann Sfar, podría recordar a un Manu Larcenet, o incluso a los autores del pujante label 619, pero sin perder en ningún momento esa sello inconfundible que hace imposible no identificar un dibujo de Tony Sandoval.

Probablemente El París de los dragones está proyectado para ser una historia única, pero el mundo que abre sería susceptible de toda una saga y visto el resultado de la unión de Sfar y Sandoval, la verdad es que no estaría nada mal.