Si tuviéramos que escoger una obra que no pasa de moda y continuamente cuente con adaptación tras adaptación a cualquier medio diría que la primera que se nos vendría a la cabeza es El Mago de Oz de L. Frank Baum. Ya hemos hablado aquí mismo sobre otras adaptaciones como la de Eric Shanower y Skottie Young (aquí), o incluso Middlewest, esa serie de Young en la que se puede adivinar la inspiración sobre las novelas de Baum, y no han llegado a nuestro país, pero el propio Shanower tiene otras obras basadas en los mundos de Oz. ¿Y en el cine o TV? Pues podríamos pasarnos media reseña enumerando las distintas adaptaciones de todo tipo. Pero ahora ECC a través de su sello infanto-juvenil Kodomo recupera una de esas adaptaciones, en esta ocasión, al mercado francés. En este integral se recuperan los tres libros de la serie de David Chauvel (Wollodrin, Las 5 Tierras) y el español Enrique Fernández (Isla sin sonrisa) de nada menos que 2004, y que ya fuera publicada por la desaparecida Glénat en 2006.
Esta adaptación intenta evitar las influencias que tenemos grabadas inevitablemente en nuestro subconsciente por la versión cinematográfica de Victor Fleming y se centra en las descripciones que figuran en la novela. Así, una de las cosas que primero nos llamará la atención es el color de los zapatos de la bruja malvada del Este a la que la casa de Dorothy aplasta a su llegada a este particular mundo, y que no son rojos. El propio Enrique Fernández, en los jugosos extras que incluyen bocetos y diseños previos, explica que intentó centrarse exclusivamente en aquello que viniera en el libro, evitando cualquier aspecto de su propia cosecha… o de su subconsciente por las adaptaciones previas. Así, hay algunos personajes que se alejan de la idea preconcebida que tenemos de ellos, tal vez con Elphaba, la bruja del Oeste como la más significativa en este aspecto, lejos de la Margaret Hamilton de la película y de sus posteriores adaptaciones, con piel verde y rasgos característicos, aunque también los propios monos del Oeste.
Igualmente Chauvier incorpora algunos aspectos que se han obviado en otras adaptaciones, desde escenas que realmente aportan poco a la historia si se quieren desarrollar con más espacio otros momentos (la pérdida del Espantapájaros en el río, por citar una de ellas), y explica bastante bien la disposición de este mundo, con un mapa en las guardas que nos deja claro las distintas regiones y qué seres habitan en cada uno de ellos (munchkins, winkies, gillikins y quadlings), bajo la influencia de sus respectivas brujas (Elphaba, Glinda, Evanora y Locasta). En el centro, la opulenta Oz con su mago lleno de sabiduría, y que puede ser la solución para enviar de vuelta a Dorothy y Totó a su Kansas natal, dar un corazón al Hombre de Hojalata, un cerebro al Espantapájaros y valor al León cobarde.
El dibujo de Enrique Fernández resulta tremendamente interesante para una obra como esta, con ese estilo que distorsiona los rostros y le da un aspecto muy caricaturesco a los personajes, acentuado por esos volúmenes que le da a cada uno de ellos. El León, por ejemplo, es una enorme bola de pelo y carne; el Hombre de Hojalata es muy geométrico, dando ese aspecto de máquina al personaje; y el Espantapájaros es más desgarbado que da la sensación de peso muerto de un objeto inanimado; mientras que Dorothy es muy pequeña y transmite esa fragilidad de la infancia muy bien. El uso del color también es destacable, porque consigue aportar volumen y potenciar aún más esa sensación de tridimensionalidad al dibujo que dota de ese aspecto tan característico a los personajes. Para un público infantil, al que supuestamente va dirigida esta obra, funciona muy bien porque tiene un acabado muy llamativo, que captura la atención inmediata del lector.
La edición de ECC es en tamaño europeo, cartoné y un papel estucado mate que hace la lectura muy agradable, e incluye numerosos extras del propio dibujante con bocetos y diseños que nos permiten hacernos una idea del proceso creativo de la obra.
En definitiva, El Mago de Oz es una oportunidad fabulosa para presentarle la historia a los niños que todavía no la conozcan o para refrescársela a los que ya hayan tenido algún contacto con ella. Obra muy fiel al libro original y con un dibujo interesante que va a captar la atención de los lectores más jóvenes e interesar a los más adultos que nos acerquemos a ella por el cariño a una de las obras más influyentes de la literatura universal. Aunque la obra tiene ya sus años, mantiene la frescura y siempre es una buena ocasión poder acercarnos más a este mundo.
Lo mejor: El dibujo de Fernández resulta muy interesante. Fiel a la obra original y basada más en el libro que en posteriores interpretaciones.
Lo peor: El Mago de Oz nunca tiene un aspecto negativo…
