Cualquier obra dibujada por el argentino Lucas Varela merece una atención especial. El autor de obras como El día más largo del futuro , Diagnósticos o la reciente El humano se ha convertido en uno de los autores más refrescantes del mercado francés, y raramente defrauda, con un estilo sencillo pero que siempre guarda alguna sorpresa. De hecho, diría que El labo , la obra escrita por Hervé Bourhis y editada por La Cúpula, es una de las más sobrias que le he visto a este autor… y sin embargo sigue presentando algunos recursos que sorprenden por cómo alteran el ritmo de la lectura e invita a detenerse a recrearse en ellos.
La obra nos presenta a Jacques-Marie Bertrand, fundador de una de las casas de fotocopiadoras más importantes de Francia y que delega en su hijo Jean-Yves cuando el final de su carrera se acerca. Pero Jean-Yves intenta ser innovador y cuando un buen día se encuentra bajo los efectos de una potente marihuana comienza a tener visiones de futuro muy adelantadas a su tiempo. La obra está ambientada en los años 70, pero Jean-Yves ya piensa en ordenadores personales o teléfonos móviles. La obra plantea esta historia en tono de ficción, aunque muy influenciada por la historia real del proyecto Cyclades, que aspiraba a crear una red de conexión mundial. El estado francés acabó apostando por Minitel, unos terminales que hoy día se siguen considerando precursores de internet, pero con un potencial mucho más limitado y que no ha sido tan vanguardista como hubiera sido lo que se pretendía con Cyclades.
El guionista Bourhis (El pequeño libro de la Black Music ) aprovecha esa base real para hacer su Mad Men o Silicon Valley particular, ambientado en los inicios de la informática en Francia, y con el pretexto de la influencia de las drogas sobre Bertrand para mostrarnos cómo se asoma a nuestro presente desde la década de los 70. Una historia que nos muestra cómo eran las cosas en aquellos tiempos y lo machista que era esa sociedad, representado en el personaje de Nicole, la hermana pequeña de Jean-Yves, mucho más visionaria (sin necesidad de drogas) que su hermano, pero dejada de lado sin tomar en serio por su condición femenina. No es el único foco, también vemos a esas esposas de los directivos tratadas con vehemencia por sus maridos y con unas inquietudes en las que nadie repara, encontrando en sus reuniones la única vía de escape para todo lo que van guardando en el día a día de sus vidas.
Varela no suele decepcionar, aunque aquí sorprende. Adapta su estilo a la época, con una narrativa muy básica con páginas de 3×2 viñetas que tan solo rompen su monotonía con algún cambio de tamaño en alguna de sus viñetas o alguna variación en el número de viñetas por página. Precisamente esa composición de página tan rígida y ese dibujo tan sencillo, con prevalencia de planos americanos y ángulos de encuadre normales, frontales, se ve interrumpido por las escenas impregnadas por los efectos de los estupefacientes. Ahí Varela rompe por completo y presenta páginas angulosas, con ángulos picados, planos detalle, fondos con tramas… y tienen un efecto muy potente. Aunque hay que reconocer que eso lo hace muy pocas veces en toda la obra, por lo que puede dejar a más de uno con la sensación de ese estilo tan rígido, muy diferente a otras de sus obras. La obra está entera coloreada con una paleta sencilla de azules y rojos.
El tomo está presentado en un tamaño superior al de cómic-book normal e incluye como extras un pequeño resumen de los principales avances de la informática y cómo fueron esos antecedentes reales en el país vecino, así como algunos referentes para los personajes o sus destinos en esta historia. La edición, como siempre, muy cuidada, con un papel off-set de alto gramaje.
En definitiva, El labo es una obra que van a disfrutar especialmente los aficionados a la informática, por las connotaciones reales que tiene la historia, aunque también los aficionados a esas series ambientadas en los años setenta, por el tratamiento de la estética y una narrativa que intenta adaptarse con inteligencia a esos tiempos. El tratamiento de la mujer, cómo se aprobaban o rechazaban los proyectos a golpe de pucherazo, y ver esos prototipos de primeros ordenadores o móviles convierten esta obra en una lectura entretenida y bien contada.
Lo mejor: La intencionalidad del dibujante con una narrativa poco habitual en él, muy contenida y rígida. Anima a investigar sobre los referentes reales y cómo pudo cambiar la historia para Francia si al final el Gobierno francés hubiera apostado por Cyclades.
Lo peor: Para los que vayan esperando esa narrativa rompedora y sorprendente de Varela pueden llevarse un pequeño chasco, si no saben entender por qué está narrado de esa manera.