Comentaba hace un par de años, cuando salió Extremis en Marvel Must-Have, que prácticamente ninguna historia del Invencible Iron Man anterior a la llegada de Warren Ellis me había parecido especialmente destacable. Quizás por ello, tampoco he tenido nunca especial interés en leer clásicos de este personaje. Pero compañeros de las Tortas que sí le tienen cariño me insistían periódicamente en que sí había una etapa más que defendible: la de David Michelinie, Bob Layton y John Romita Jr. a finales de los 70 y principios de los 80. Precisamente esa etapa es la que ha elegido Panini para inaugurar su línea Obras Maestras Marvel, así que vamos a darle un repaso a ver si la fama que tiene es merecida.
Lo primero que hay que dejar claro a lectores que se acerquen por primera vez a este material es que estamos ante unos tebeos que se publicaron originalmente en 1978, hace cuarenta y cinco años en plena Edad de Bronce. No hay que esperarse grandes arcos argumentales larguísimos ni historias pensadas para ser publicadas en tomo recopilatorio. Estamos ante una colección de números mayormente autoconclusivos o de unos pocos números de extensión, una buena parte de ellos contra el enemigo del mes, y con alguna que otra subtrama que le da una cierta sensación de unidad a la historia que estamos leyendo.
Vamos por partes. En el plano superheroico, estos números son, en su mayor parte, bastante del montón. Salvo contadas excepciones, la galería de villanos del Invencible Iron Man clásico deja bastante que desear, y lo que tenemos por aquí es representativo de esa idea. Tenemos a Arsenal en su primera aparición, los Ani-Hombres (vistos antes por Daredevil y X-Men), Unicornio, Espía Maestro, Buck Richlen (una pullita de David Michelinie hacia Rich Buckler por un problema laboral que tuvieron años atrás), Ventisca, Fundidor o Latigazo, en la primera versión del personaje que Mickey Rourke interpretó en Iron Man 2. Más interesante es cuando la serie deriva hacia el plano empresarial, mirando más hacia la faceta humana del personaje, y en este caso nos encontramos a la corporación Roxxon y a Justin Hammer, que debuta en estos números con una imagen claramente basada en Peter Cushing y sería uno de los más interesantes antagonistas de Tony Stark durante el Siglo XX.
En el lado de los amigos, debutan en estas páginas personajes como Bethany Cabe, que sustiruiria a Whitney Frost como interés romántico de Tony Stark, Bambi Arbogast y uno de los personajes secundarios más importantes de la historia de la serie, James Rhodes. Tan importante que en ocasiones sería el protagonista de la misma. Y no debutando pero casi, tenemos tambien por aquí a Scott Lang en su cuarta aparición (antes solo había aparecido en un número de Vengadores y dos de Marvel Premiere).
Las subtramas que mencionábamos antes son lo que se encarga de darle una cierta sensación de coherencia a la serie en lugar de ser una sucesión de fill ins intercambiables. Por un lado, tenemos una sucesión de fallos de funcionamiento de la armadura. Unos fallos que no tienen motivo aparente cuando se analiza en el laboratorio, pero ponen en peligro al personaje.
Y luego está el tema del alcoholismo. Quizás el tema más relevante de esta historia sea precisamente la caída de Tony Stark al alcoholismo, algo que le ha definido durante una larga temporada. Y quizás en su día fuera un planteamiento interesante, pero la verdad es que el desarrollo deja bastante que desear. Poco a poco vemos a Tony que va apareciendo con bebidas alcohólicas en la mano, en un número le dicen que está bebiendo demasiado, en otro se presenta en el trabajo con resaca y oliendo a brandy… y de repente llega El demonio en una botella. Iron Man sale borracho a patrullar, la lía parda, se vuelve a casa, dice que se ha arrepentido, pide ayuda y supera el alcoholismo en un montaje de UNA PÁGINA. Todo en un solo número. A ver, el concepto de convertir al héroe en un adicto es muy potente, pero la ejecución de la historia deja bastante que desear. Comparado con el número de Green Lantern/Green Arrow en el que se descubre la adicción a la heroína de Speedy, de casi una década antes, El demonio en una botella se queda corto.
La pareja de escritores formada por David Michelinie y Bob Layton cumple correctamente, sin más. No son historias especialmente bien desarrolladas y los diálogos no es que sean brillantes, pero van dejando caer ideas aquí y allá que hay que reconocer que funcionan muy bien. Al principio de este volumen tenemos un texto de David Michelinie en el que da varios detalles sobre la producción de esta etapa, entre otros cómo era trabajar con Bob Layton, que además de entintador era coargumentista.
La parte artística también es especialmente significativa. Tenemos al dibujo en la mayor parte de los números a un novato John Romita Jr. en el primer trabajo regular de su carrera. Aunque hace un trabajo más que correcto, hay que reconocer que ni estética ni narrativamente está al impresionante nivel que alcanzaría pocos años después en trabajos como Spiderman o X-Men. Quizás el mayor interés en el aspecto visual sea poder apreciar los orígenes de uno de los artistas más importantes que ha tenido Marvel en los 80 y 90. Como curiosidad, hay un fill in en el que se nos vuelve a contar el origen del personaje dibujado por el legendario Carmine Infantino, uno de los autores más importantes de la DC pre-Crisis que tuvo una breve etapa colaborando con Marvel a finales de los 70 y principios de los 80, donde además de unos cuantos números sueltos como éste firmó la serie original de Spiderwoman.
La edición de Panini contiene exactamente el nº 13 de la serie original de Marvel Masterworks dedicada al personaje, con prácticamente los mismos extras y artículos -se ha prescindido de la biografía de los autores y se ha añadido algún pin up extra-, pero con la portada retocada y la habitual encuadernación holandesa que utiliza Panini cuando quiere dar tratamiento de lujo a un producto. El papel es el típico poroso que utiliza Panini en los Omnigold y los Marvel Limited Edition, mucho más apropiado para la edición de clásicos de esta época que el satinado que utilizaban en la línea de Marvel Gold en tapa blanda donde reeditaron estos números por primera vez en 2013.
Puede que esta serie no fuera la más profunda de la época ni la más entretenida a nivel de acción, pero Michelinie y Layton plantean en estas páginas una serie de ideas que han marcado la trayectoria posterior del personaje. La dualidad empresario/superhéroe, personajes como James Rhodes o Bethany Cabe y la eterna sombra del alcoholismo siguen presentes en el entorno del personaje, con lo que es innegable que estos autores han dejado su huella en la historia del Invencible Iron Man.