¿Recordáis los tiempos en los que Tank Girl era un personaje tan minoritario que sólo se habían visto dos tebeos suyos en castellano? No, no son unos tiempos tan lejanos, basta irse hasta 2014. En ese año, sólo se habían visto por aquí la primera serie, la de Alan Martin y Jamie Hewlett, y la que escribió Peter Milligan, también con Jamie Hewlett para Vertigo. Y aún así, esos tiempos tampoco fueron malos del todo. Desde 1988, año en el que fue creado el personaje, hasta 2001 se habían visto un total de CERO (0) tebeos de Tank Girl en su propia cabecera, limitándose a apariciones en El Víbora. Pero en 2015, Norma Editorial se hace con los derechos del personaje y empieza a sacar volúmenes integrales, la mayoría de ellos llenos de material inédito. En los últimos ocho años, Norma ha editado un total de cuatro tomos, con más de mil cuatrocientas páginas de Rebecca Buck, dejando a los fans del personaje a medio camino entre extasiados y abrumados. Vamos con el último que acaba de salir, El integral de lo supernuevo de Tank Girl. Ya le teníamos ganas, que hace más de dos años que estaba anunciado.
En este volumen damos un salto de década y todo lo que tenemos ya está cercano en el tiempo. Bueno, razonablemente cercano. Las tres miniseries que tenemos en este tomo fueron publicadas entre 2012 y 2015. Contextualizando, el periodo de tiempo que va desde el Gangnam Style de PSY (¿alguien sabe qué ha sido de él?) hasta el Hello de Adele (venga, va, de esta sabemos algo… más o menos). Bueno, igual no tan cercano ya. Todo el material de este tomo está escrito por Alan Martin, cocreador de Tank Girl, y con artistas distintos en cada serie. La primera está dibujada por Mick McMahon, la segunda por Warwick Johnson-Cadwell, y la tercera es una colección de historias cortas con artistas variados entre los que podemos destacar el regreso de Jamie Hewlett, el otro cocreador que no debió acabar muy de buenas con el guionista, pero que al menos temporalmente han enterrado el hacha de guerra.
La primera miniserie se llama Carioca. No, Tank Girl no se va a Brasil en esta historia. El título hace referencia a un garito al que iba Alan Martin de joven, donde se sentía feliz y libre y tal. El prólogo de la historia, escrito por el propio guionista, nos da toda la sensación de que estamos ante un tipo en plena crisis de madurez, y algo de eso hay en la historia. Tank Girl y Booga son estafados en un concurso en televisión, y cuando se dan cuenta de ello se embarcan en una misión de venganza contra el presentador, tras la cual tienen una revelación jipi y se dedican a la comida vegetariana, alinear los chakras y mierdas por el estilo. Pero los actos tienen consecuencias, y el entorno del presentador televisivo buscará contravenganza.
Al dibujo tenemos a Mike McMahon, un clásico del cómic inglés al que hemos visto en Juez Dredd, Sláine o The Last American. El trabajo que hace es impecable, en un registro menos visceral, mucho más amable, que su obra habitual, pero tiene el mismo problema que el guion de Martin: de todo lo que hemos podido leer del personaje hasta ahora, es posiblemente lo que menos sabor a Tank Girl escrito por su creador. Aún con sus dosis de macarrismo, que las tiene, es una historia más reflexiva que lo que solemos ver en estas páginas.
La segunda parte del tomo es la miniserie Estado Sólido. Volvemos a la versión más desquiciada del personaje -a fin de cuentas, es para lo que hemos venido aquí-, pero con un puto surrealista al que ayuda el arte de Warwick Johnson-Cadwell (Falconspeare). Aquí, Booga tiene un accidente con una radio viejuna y queda en coma. Para salvarlo, Tank Girl, Jet Girl y Barney se meten en una nave miniaturizada, que recorre el cuerpo del canguro mutante cual Viaje Alucinante, y encuentra un bebé microscópico dentro de su testículo izquierdo, pero al sacarlo crece y se convierte en Anti-Tank Girl, y… Bueno, véis por dónde van los tiros, ¿no? Estado Sólido es rara, irreverente, loquísima. No es, quizás, el punk de sus primeros tiempos, pero es una macarrada del tres.
21st Century Tank Girl cierra el tomo y es, en cierto modo, una vuelta a los orígenes. Por primera vez desde 1995, Jamie Hewlett vuelve al personaje, reuniendo al equipo creativo original que llevaba cerca de veinte años sin trabajar juntos. Esta última miniserie es una colección de historias cortas en la que además de Hewlett participan Warwick Johnson-Cadwell, Brett Parson, Jonathan Edwards, Philip Bond y Jim Mahfood. Si la esencia del personaje es el caos, aquí hay de eso a paletadas. Y su después de Estado Sólido pensabas que Johnson-Cadwell era un dibujo desquiciado, espera a ver lo que hace Mahfood. Una delicia.
El nivel de marcianidad que nos hemos encontrado en El integral de lo supernuevo de Tank Girl contiene posiblemente el material más surrealista que hemos leído del personaje desde sus orígenes. Pero claro, el espíritu punkarra y desfasado del personaje en sus orígenes está firmado por unos jovenzuelos Martin y Hewlett que tenían 22 y 20 años respectivamente. El Martin que escribe Carioca tiene el doble de edad que el que escribe a Tank Girl por primera vez, y sus inquietudes ya van siendo otras. Bueno, nosotros hemos ido creciendo con autores y personaje, y los que la leíamos en el Víbora ya hemos dejado de bebernos hasta el agua de los floreros, aunque sigamos tomando un vino (o un vermut, vamos) los sábados por las mañana, y le hemos cogido el punto a acostarnos pronto. Y oye, esta nueva etapa vital también tiene sus cosas.
De momento, no hay más tomos de Tank Girl anunciados, pero material para ellos aún hay. Lo siguiente sería una trilogía formada por las series Two Girls, One Tank (Martin, cochino), Gold y World War Tank Girl, que formarían un hipotético quinto integral y con lo que se cubriría la historia del personaje hasta 2017. Ya veremos en unos años si llega por aquí.