Tras la sorpresa que supuso la entrega inicial de El incidente Darwin, de Shun Umezawa, es el momento de apoyar los conceptos presentados con una trama que consiga desarrollarlos y sostenerlos durante un puñado de tomos. Estamos en El incidente Darwin 2, pero en Japón ya hay cuatro publicados y no olvidemos que Umezawa es más conocido por manejarse en distancias cortas de uno o dos tomos, en series como Con uno y noventa y nueve o Bajo un cielo como unos pantis.
Tras resolver el problema de Charlie con la ley, con el que lo dejamos en el tomo anterior a modo de cliffhanger, es momento de revelar detalles del pasado, de introducir a nuevos jugadores y de que algunos de los que ya conocíamos den un paso adelante. Las riendas de la trama las llevan los que en este caso serían los villanos, que en esta historia son los terroristas animalistas radicales del A.L.A. y poco a poco nos irán dejando ver un pedazo más grande de su plan oculto.
Sin embargo, y como ya sucedía en el tomo uno, esta trama es al fin y al cabo un vehículo para que Umezawa nos hable de otros temas que le interesan. Por ejemplo, es muy curioso que los villanos sean los animalistas, pero sin embargo, observemos un esfuerzo consciente por educarnos en los derechos de los animales o desmontar mitos sobre el veganismo, dos temas a los que Umezawa dedica no poco espacio.
También es peculiar el hecho de tener la visión de un japonés de una historia que sucede en la actualidad en Estados Unidos y no deja de ser interesante cómo ve cuestiones como el racismo o el uso de las armas.
Pero más allá de todo esto y como ya adelantábamos en la entrega anterior, es muy posible que El incidente Darwin 2 no nos aporte grandes puntos de vista novedosos ni especialmente profundos, dado que pese a su clasificación seinen, parece más orientado a un público joven y probablemente ajeno a la sociedad americana o los movimiento animalistas, con lo que el tono pedagógico presente en toda la obra estaría más que justificado.
Del mismo modo, también patente esa especie de llamamiento al pensamiento “out of the box”, a tener un pensamiento crítico propio y no dejarnos llevar por los tópicos o la opinión pública, un mensaje importante en todas las edades, pero fundamental en ese público en la frontera entre la adolescencia y la madurez. Con todo esto, El incidente Darwin 2 también invita a cierta reflexión sobre buscar un lugar dentro del mundo cuando te sientes diferente, la otra gran idea que orbita la obra y que de nuevo resulta esencial en ese público en transición hacia la edad adulta.
No es de extrañar entonces la opción por un dibujo pulcro y sin distracciones que potencie el afán didáctico ni tampoco el hincapié en los primeros planos de los personajes, quienes focalizan la atención en ellos mismos y lo que dicen.
El incidente Darwin 2 es la apuesta de Umezawa para consolidar las idea que ya había plantado en el primer tomo, pero sobre todo para establecer una trama en la que estas puedan apoyarse y desarrollar nuevos matices. Aún así, y pese a que no hay anunciado un final, resultaría complicado mantener en tono didáctico indefinidamente con lo que probablemente esta historia no se alargue en exceso.
