Quien siga un poco la obra de Jacques Tardi ya sabe que hay dos grandes temas que le apasionan y donde podría englobarse la mayoría de sus obras. Por un lado, estaría su gran amor por el noir, donde meteríamos a Nestor Burma o La balada de costa oeste. Por el otro, tendríamos la parte de su obra que se enfoca más a lo social y lo político con el ojo puesto en las clases trabajadoras — donde podríamos englobar también sus tebeos bélicos—. Es ahí donde encontraríamos ¡Puta Guerra!, Elise y los nuevos partisanos o, por supuesto, El grito del pueblo.
Originalmente, El grito del pueblo, comenzó a publicarse en Francia con el comienzo de siglo y saldría en cuatro álbumes, que más adelante se recopilarían en un integral. Tanto los álbumes como el tomo recopilatorio original, en formato apaisado, llegarían a España entre 2002 y 2011 de la mano de Norma, quien nos trae ahora esta nueva edición remontada y a mayor tamaño de la obra en que Tardi adapta la novela de Jean Vautrin.
Jean Vautrin es el nombre artístico de Jean Herman, conocido cineasta y escritor responsable de dirigir películas como Adiós, amigo, escribir otras como Día de perros o Bajo sospecha y novelas como Un gran paso hacia el buen Dios o, por supuesto, El grito del pueblo. No es esta la primera ni la última vez vez que se adapta una de sus novelas al cómic, ya que antes de Tardi, Jean Teulé había adaptado Bloody Mary y en 2013, Baru ha hecho lo propio con Canicule, la novela que se convertiría en la película de Yves Boisset que nos llegó como Día de Perros y cuya adaptación a cómic pudimos ver de la mano de Astiberri.
El grito del pueblo nos lleva a la capital francesa en 1871 y nos introduce en sus calles durante los poco más de dos meses que duró la Comuna de París. Francia experimentaba tiempos de crisis en aquellos años tras la derrota en la guerra franco-prusiana y la caída del gobierno de Napoleón III. En ese caldo de cultivo, tuvo lugar la revuelta obrera que daría inicio a lo que se considera la primera experiencia de gobierno socialista de la Historia.
Sin embargo, aunque los hechos históricos y sus protagonistas están ahí, El grito del pueblo sigue a otras personas anónimas en los libros de Historia, pero centrales tanto en la novela de Vautrin como en la adaptación de Tardi. Aunque estamos ante una obra eminentemente coral donde, por tópico que suene, el protagonista es todo París, el hilo conductor se centra en dos personajes. Bassicoussé es un policía del que descubrimos que fue encarcelado por un delito que no había cometido y del que culpa a Antoine Tarpagnan, que actualmente es un capitán de infantería, sublevado en favor de la comuna. La historia de búsqueda y venganza será el eje alrededor del cual girarán las mil y una pequeñas crónicas y los mil y un actores que las protagonizan donde los hechos reales y la novela se mezclan hasta volverse indistinguibles.
Lo primero que sorprende en El grito del pueblo es que siendo una adaptación de una novela y más aún, una novela que narra hechos históricos, apenas encontramos un solo cartucho de texto narrativo. La inmensa mayoría del tomo está contado a través de diálogo directo de sus protagonistas y esto es un gran indicativo de que el hincapié se hace en las personas más que en el relato historicista. El motor de la historia son los personajes del pueblo y las calles semiderruidas y sucias que transitan.
En cierto modo, por época y por ambiente — el blanco y negro es en buena parte responsable — El grito del pueblo nos acerca a una París que podría tener un cierto eco de la Londres victoriana de From Hell de barrios pobres, sucios y oscuros, barrios obreros, al fin y al cabo. Sin embargo, quizá tonalmente estaría más cerca del Berlín, de Jason Lutes, donde las historias de personas particulares componen el mosaico de los hechos históricos. La Historia desde dentro y no desde fuera.
Es curioso que sabiendo de qué lado cojea Jacques Tardi y teniendo en cuenta la importancia de la comuna de París en la Historia de los movimientos obreros, no vemos ningún tipo de exaltación y, si acaso, se hace un retrato áspero de la gran mayoría de los personajes de esta obra. No hay amabilidad para ninguno de los dos bandos. Estamos ante un catálogo completo de humanidad: amor, pasión, egoísmo, venganza, solidaridad, sed de sangre, gregarismo… no hay idealización más allá del propio novelado ni paños calientes para ninguno de las dos partes.
El grito del pueblo es una historia donde el heroísmo y la unión del pueblo se empaña por los oportunistas, la destrucción de patrimonio cultural y sobre todo por las carnicerías que tuvieron lugar.
Y si bien decíamos que un primer vistazo superficial podía traernos a la mente aquel Eddie Campbell de From Hell, Tardi tiene una enorme ventaja sobre el británico y es que su uso de la caricatura permite una caracterización mucho más eficaz y consigue mantenernos centrados en el maremagnum de personajes y al lado de ellos en todo momento. Además también ganamos en cuanto a dominio del manejo de masas de blanco y negro y es maravilloso como maneja la profundidad de los planos en sus abigarradas viñetas. Es cierto, no obstante, que con el remontaje tal vez algunas secuencias cambian el ritmo y las pausas con respecto a la estructura original en dos tiras y, en una obra tan densa como ésta, las pausas para coger aire y asimilar lo que hemos leído son fundamentales. La avalancha de personajes y relatos resulta con esta nueva edición, si cabe un poco más abrumadora, pero no llega a enturbiar la experiencia lectora y ganamos en solidez y comodidad de la edición.
Y es que es cierto que El grito del pueblo puede resultar un tanto densa, pero no por cómo no es contada sino simplemente porque tiene toneladas de información, toneladas de personajes y toneladas de historias que darnos y, a buen seguro, en manos de un autor menos hábil que Tardi, habría sido un dolor de cabeza en lugar de brindarnos esta singular experiencia donde somos parte de la ebullición del París de la comuna.