Tenía intención de arrancar esta reseña con un «Seguimos adelante con El departamento de la verdad», pero probablemente estaría mintiendo. El departamento de la verdad 3 es un alto en el camino, una pausa para explorar momentos puntuales ajenos a la línea argumental principal. Podríamos decir que los relatos de este tomo hacen crecer la historia hacia atrás y puede que incluso hacia los lados, pero no hacia delante.
El departamento de la verdad 3 deja de lado a Cole Turner, quien se supone nuestro protagonista, para explorar sobre todo la figura de Lee Harvey Oswald, pero también otros personajes como Doc Hynes. Bajo el subtítulo de Un país libre, encontramos recopilados los números 6,7, 14, 15, 16 y 17 . El motivo de esta aparentemente arbitraria colección es que todos ellos son historias autoconclusivas que ahondan de un modo u otro en el mito que nos han venido presentando James Tynion IV y Martin Simmonds, si bien prescindimos de este último para sustituirlo con un artista distinto en cada número, con desiguales resultados.
Lo que viene a quedarnos es una especie de antología de seis historias con distintos grados de importancia para la historia principal y distintos niveles de ejecución. De este modo, hay historias tan interesantes como la que indaga en el más antiguo precedente del departamento en el año 1000 D.C., la que explora sus lazos con Crowley o incluso Hitler o la que nos sitúa en el supuesto montaje de la llegada del hombre a la luna. Pero también hay otras más fallidas como la de Mothman, que intenta un experimento de libro ilustrado un tanto plomizo.
En común podemos encontrar varias cosas en estas seis historias, ya que todas ellas revelan nuevos detalles y a la vez aumentan el misterio en torno a la figura de la mujer de rojo. También aportan todas ellas nuevo contexto al concepto principal de la serie y su discurso en torno a la postverdad, la desinformación y las conspiraciones, lo que también nos lleva a un juego metafórico cada vez más complejo y sugestivo, que hacen cada vez más grande esta América hecha de mentiras.
Pese a la presencia de dibujantes del nivel de Jorge Fornés o Elsa Charretier, no conseguimos dejar de echar de menos a Simmonds. Con su ausencia no solo perdemos en coherencia y regularidad gráfica sino que, manteniendo el tono de misterio, perdemos el terror en El departamento de la verdad 3, lo que nos lleva a pensar que es Simmonds y no Tynion el que aporta a la serie la mayor parte de este ingrediente.
Al final, El departamento de la verdad 3 supone un pequeño frenazo no solo en el desarrollo de la historia, sino también en el grado de inmersión que nos estaba dando esta serie. Sabe un poco a coitus interruptus, pero no es para nada desdeñable el trabajo de alimento de la mitología que nos encontramos aquí. Además, conociendo a Tynion, no sería de extrañar que alguna de estas historias diera que hablar en el futuro.