Que Jack Kirby es uno de los artistas más revolucionarios de la Silver Age del cómic superheroico norteamericano es algo que nadie pone en duda a día de hoy. Que su talento como creador de conceptos y personajes es incluso mayor, y que es una figura clave del género tampoco debería ser puesto en entredicho. Sin las creaciones de Kirby, el cómic superheroico sería un lugar muchísimo menos interesante de lo que es, y desde luego sería mucho menos emocionante y colorido. Y aunque la mayor parte de su producción tuviera lugar en Marvel, su breve paso por DC dejó varios de los grandes iconos de la editorial y el que posiblemente sea el mejor villano de la historia del cómic de superhéroes. Darkseid es. Su ciclo del Cuarto Mundo es la creatividad Kirby desatada. Descontrolada. Sin filtro de ningún tipo, para bien… y para mal.
Entre 1970 y 1972, Kirby desarrolló su versión particular de la guerra entre Cielo e Infierno en cuatro series: Jimmy Olsen, Nuevos Dioses, Jóvenes Eternos y Mister Milagro. Pasado ese tiempo, abandonó Jimmy Olsen, cerró Nuevos Dioses y Jóvenes Eternos y reconvirtió Mister Milagro en algo mucho más terrenal, cerrando esta última definitivamente en 1974, marcando su breve vuelta a Marvel. Cualquiera diría que unos conceptos tan potentes serían inmediatamente reutilizados por la editorial aunque no estuviera vinculado su creador… pero, inexplicablemente, no fue así. Darkseid, Highfather, Orión, Milagro y Barda, Moonrider y Soñadora, y todos los demás Nuevos Dioses acabaron en el cajón de personajes semiolvidados. Ver para creer.
Ya en 1977 la editorial decidió que esos personajes tenían un cierto potencial. Jimmy Olsen había cerrado ya tiempo atrás, y los Jóvenes Eternos eran quizás el punto más flojo del Cuarto Mundo, pero Mister Milagro y Nuevos Dioses recibieron una nueva oportunidad y vieron resucitadas sus series, continuando con la numeración donde habían quedado años antes. Milagro fue a las capaces manos de Steve Englehart y Marshall Rogers, el equipo creativo que estaba maravillando a todo el mundo en Detective Comics, en su etapa recopilada en Extrañas Apariciones. Y Nuevos Dioses fue para Gerry Conway y Don Newton, un equipo creativo no tan impactante como el del artista de fugas. Pero tampoco en esta ocasión funcionaron los personajes: en septiembre de 1978 ambas series fueron canceladas de nuevo. Y aunque los personajes de Apokolips y Nueva Génesis aparecieron en unos cuantos títulos más para cerrar cabos sueltos, volvieron al limbo una nueva temporada, no convirtiéndose en la piedra angular del Universo DC hasta 1986, cuando John Ostrander, Len Wein y John Byrne orquestaron alrededor suyo Leyendas, el primer crossover del Universo DC post-Crisis en Tierras Infinitas.
Lo que nos llega en este tomo que ha editado ECC es la primera mitad del revival de finales de los 70, la centrada en Nuevos Dioses. Tenemos los ocho números de la segunda etapa del primer volumen de New Gods, el cierre de tramas en Super-Team Family, Adventure Comics y DC Special Series, y el encuentro anual de 1980 entre la JLA y la JSA, una Crisis en tres partes conocida como Apokolips Now dibujada por Dick Dillin y George Pérez.
En esta historia, se descubre que la Ecuación de la Antivida está repartida entre seis humanos de la Tierra. Darkseid va a por ellos y los Dioses de Nueva Génesis tienen que evitar a toda costa que lo consiga (una pregunta: ¿cuántas veces ha conseguido por primera vez la Ecuación en cuestión Darkseid?). La historia no es especialmente compleja, y no tenemos ningún tipo de reflexión sobre la guerra como en los dos años de Kirby, pero es una lectura agradable. Lo que pasa es que los Nuevos Dioses de Conway toman el material de partida y le pasan por un filtro estandarizador superheroico de finales de los años 70. Aunque los personajes y la temática sean los mismos que en la obra original, no tenemos en prácticamente ningún momento presente ese ambiente de épica cuasirreligiosa apocalíptica en la obra de Kirby. Sin detenernos demasiado en el espantoso rediseño de Orión (que no coincide con el rediseño que el propio Kirby hizo para la línea de juguetes de Kenner) y en el poco amenazador aspecto de Darkseid, el gran problema que tenemos en estos números es que los personajes se llaman como los originales del Rey pero no se comportan como ellos. Orión es un héroe cósmico genérico sin apreciarse el conflicto interior que lo define, Darkseid y Desaad se presentan aquí como villanos megalomaníacos genéricos y Metrón no es el tipo que va buscando hacer su propia jugada utilizando por el camino a quien se encuentre. Es de agradecer, en cambio, que se dé un poco más de cancha a personajes secundarios como Jezebelle o Bicho. Y en el plano artístico, aunque Don Newton hace un trabajo más que correcto, no está ni remotamente a la altura de Kirby.
El resultado final es un cómic bastante estándar de lo que se podía leer durante la Edad de Bronce. Si lo comparamos con lo que se editaba por la época nos encontramos con que es uno más, pero puesto al lado de la obra de la que proviene, resulta un tanto decepcionante. Aún así, para completistas del Cuarto Mundo y para aquellos que sean capaces de disfrutar sin complejos del material de la DC de los 70, es una lectura que tiene su gracia.
