No es inusual encontrarse con autores que quieren dejar su huella en un personaje haciendo algo totalmente rompedor en su serie. Y oye, a veces sale bien y todo, ahí tenemos el Soldado de Invierno de Ed Brubaker, resucitando a Bucky, uno de los no resucitables de la editorial. Pero a veces pegan patinazos como convertir a Frank Castle en un asesino celestial. ¿Lo de convertir al Castigador en Máquina de Guerra? Espera, esto hay que verlo, que el resultado es impredecible.
Contextualicemos: vámonos a la Marvel de los reboots anuales de hace unos años. Uno de ellos, Marvel Legacy, llegó en 2017, tras el olvidable evento Imperio Secreto. Uno de los objetivos de este entorno era volver a la grandeza de tiempos pasados de Marvel, recuperando las numeraciones clásicas y poniendo el foco en los héroes más icónicos de la editorial. Lo cual, por cierto, era tanto como reconocer que las innovaciones de años anteriores habían resultado, en algún nivel, insatisfactorias. Tampoco es que durara mucho este concepto: menos de un año después llegamos al nuevo relanzamiento Fresh Start.
Y ahora, a lo que nos importa para esta serie. Tras Imperio Secreto, SHIELD está desmantelada y Nick Furia (versión Jr.) necesita recursos que ya no tiene. Pero la desaparición de la antigua agencia de espionaje ha hecho que sus antiguos operativos se busquen la vida como puedan, y una de las principales salidas que tiene un militar en paro es como soldado de fortuna. En particular, ha habido unos cuantos que se han ido a la República Democrática de Chernaya, un país de Europa del Este junto a Latveria que está resultando ser un avispero con un líder incómodo que hay que deponer. Y, por algún motivo, Furia le ofrece a Frank Castle que vaya a meterse en ese conflicto de política internacional y le da como equipamiento la armadura de Máquina de Guerra, que por aquella época estaba muerto. ¿Por qué un justiciero urbano obsesionado con el crimen organizado que acabó con su familia aceptaría meterse en un conflicto geopolítico al otro lado del océano vistiendo un atuendo superheroico? Es complicado saberlo. Pero hubo un guionista que lo propuso y un editor que lo aprobó, así que hay gente a la que le parece una buena idea.
El guión de Matthew Rosenberg está razonablemente bien escrito. La historia que tenemos entre manos reflexiona sobre la injerencia de Estados Unidos en naciones soberanas extranjeras, y cómo a veces el remedio es peor que la enfermedad. Hablamos de, por ejemplo, el apoyo a los talibanes para derrocar al anterior gobierno de Afganistán y cómo se acabaron convirtiendo en un peligro global. Aquí, Frank Castle evidentemente no respeta ningún tipo de derecho internacional y se le acaba yendo de las manos a Nick Furia… pero es que el envío de Castle a Chernaya ya no respeta precisamente el derecho internacional. En cierto modo, lo que hace aquí Rosenberg es hacernos reflexionar sobre la actitud de matón de patio de colegio que tiene EEUU en la escena política mundial, y la idea es buena. El problema es que la esencia del Castigador como personaje está totalmente alejada de la historia que nos está contando. Por mucho que lo de Chernaya sea una guerra y Castle esté librando una guerra constante, ésta no es la suya. Sería como si nos pretendieran contar una historia cyberpunk con el Capitán América o una sobre la soledad de la senectud en primera persona con Kamala Khan.
Al dibujo tenemos al barcelonés Guiu Vilanova, en uno de sus primeros trabajos publicados en España, tras Conan el Vengador y Weird Detective. Hace un trabajo más que correcto, dinámico donde hace falta y se recrea en las escenas violentas cuando es necesario. Quizás tenga un estilo no precisamente habitual para una historia del mainstream superheroico, pero es que este Frank Castle: Máquina de Guerra se aparta bastante del tono estándar de las series de Marvel.
La sensación omnipresente de la lectura de este tomo estaba siendo algo así como «vale, bien, pero… ¿el Castigador?». Es una historia con reflexiones interesantes y bien llevada, pero la sensación de que el personaje protagonista está metido ahí con calzador es constante y no nos permite disfrutar de este cómic como se merece. Quizás si en lugar de con Frank Castle nos hubieran contado la misma historia con el propio Nick Furia no habríamos tenido tantos problemas de inmersión.