Allá por 2012, tras el bombazo comercial que supusieron al menos inicialmente los Nuevos 52 de DC, Marvel contraatacó con la serie Vengadores vs Patrulla-X, que dio lugar al relanzamiento Marvel NOW!. Éste fue tan solo el primero de una sucesión de relanzamientos a velocidad vertiginosa. El Castigador tuvo uno en 2014, como parte del All-New Marvel NOW!, con una serie que duró poco más de un año y medio y fue cancelada durante las Secret Wars. Unos meses después se le dio una nueva oportunidad, entrando Becky Cloonan como guionista, con el All-New, All-Different Marvel… y seis meses después toco OTRO relanzamiento más, el Marvel NOW! 2.0 de 2016, y que duraría menos de un año, dando paso a Marvel Legacy y ya con cambio de equipo creativo. Los tomos 2 y 3 de la serie publicada por Panini en 2018 en formato 100% Marvel HC incluyen la breve etapa 2.0 completa.
Comentábamos que en el primer arco argumental de esta serie daba la sensación de que Cloonan se había disfrazado intelectualmente de Garth Ennis y que nos daba la sensación de estar leyendo un revival de la serie de Marvel Knights. Esa sensación se veía amplificada por el hecho de tener a los lápices a Steve Dillon, compañero de correrías del escritor irlandés. Pero esa sensación se desvanece en este segundo tomo. Por un lado, es muy posible que el mencionado relanzamiento de Marvel NOW! 2.0 viniera con indicaciones editoriales, por las que se aprecia un notable giro de timón en la dirección de la serie. Pero lo que nos hace tener la sensación de estar ante una serie diferente es el cambio de artista: las páginas que Steve Dillon dibuja al principio de El final del camino, segundo tomo de la serie, son su último trabajo antes de su triste fallecimiento en 2016. Su sustituto es Matt Horak (Spiderman/Masacre)… y la verdad es que no es lo mismo. Ni tiene la calidad narrativa ni la potencia visual de su predecesor.
En lo argumental, seguimos con la trama de la droga EMC durante todo el segundo volumen, con momentos de violencia extrema explícita, como había sido la marca de la serie desde el principio de la serie, pero dejando atrás los intentos de humor y de que la violencia llegue a lo excesivamente grotesco. Quizás nos llega a dejar la sensación de que estamos ante una historia un poco más alargada de la cuenta y no todo lo profundamente desarrollada que cabía esperar. Ya comentamos que Cloonan no nos parecía la mejor elección para guionizar una serie de las características del Castigador, y tras haberla leído por completo se confirman nuestras sospechas. La serie hasta aquí es correcta, no se le pueden poner pegas en lo argumental, pero da un poco la sensación de serie genérica hecha un poco con plantilla.
Donde ya la cosa patina un poco es en el tercer tomo. Dejamos atrás la trama que se ha ido desarrollando durante un año y nos encontramos una sucesión de historias cortas con diferentes niveles de éxito. Hay una historia en la que el Castigador se enfrenta a unos ladrones durante un apagón en Nueva York que está francamente bien, aunque en manos de un artista más capaz habría quedado algo más interesante narrativamente. Hay otra sobre violencia de género que podría haber estado bien, pero… empieza con un chaval adolescente entrando en la armería del Castigador y robándole una pistola y ya nos quedamos con la boca torcida desde el principio. Y lo de que Castle viva aislado para que no se le reconozca -viene a la cabeza los primeros números de Ennis y Dillon, donde tenía hasta vecinos- pero luego recorra las calles en el Castigadormóvil, un coche negro enorme con su icónica calavera blanca en el capó… De nuevo, detallitos que nos sacan de la historia.
La sensación final que nos ha dejado la etapa de Becky Cloonan en el Castigador es que estamos ante unos tebeos correctos, con buenos momentos y que, dejando el cerebro en el asiento de al lado, se pueden disfrutar. Pero ni son un prodigio de coherencia ni profundizan en un personaje protagonista que da para mucho análisis, y así lo han hecho otros autores, pero aquí se pasa por encima de la psicología para dar espacio a la matanza.