De la mano de Norma Editorial, llega El caballero del dragón, la adaptación a cómic del libro que ha ocupado los útlimos quince años de la vida de Emanuele Arioli, el guionista también de esta adaptación. Para su primer cómic se hace acompañar de su compatriota Emiliano Tanzillo, del que en España hemos podido leer un número de la serie Destinos que editó en su día Glénat y en el que trabajó como colorista. Una historia que explora mitos artúricos, repleto de personajes conocidos pero centrado en Sivar, un caballero que emprende la búsqueda del Santo Grial.
El joven Sivar vive en la Isla No-Conocida, con su padre. Poco sabe de su madre Lilith, salvo que todos en el pueblo la tildan de bruja. Cuando por fin decida conocer más sobre ella, acabará recuperando la piedra de fuego, un regalo del propio Mago Merlín y emprendiendo un viaje a la Corte del Rey Arturo. La búsqueda del Santo Grial será su misión, acompañado de dos singulares compañeros de viaje: el grandón Golián y el ladino Didán.
El libro abre con un pequeño texto de Arioli que se complementa con otro más extenso al final de la obra. Entre ambos textos, el guionista nos cuenta la historia de cómo llegó a encontrar un fragmento de esta obra que, por cómo se trataban los libros en siglos anteriores, hizo que se fragmentara y reprodujese de manera irregular, habiéndose perdido las ediciones completas entre incendios y otros avatares del destino. Pero a pesar de todo, se trató de una obra con relativa popularidad en la Edad Media, hasta el punto de haberse mezclado con otras leyendas y mitologías a lo largo de los últimos siglos. A pesar de haber dedicado una buena parte de su vida a encontrar más fragmentos de la historia a lo largo y ancho del mundo, Arioli no ha conseguido el total del relato, y ha rellenado los huecos de la historia tomándose algunas licencias de su propia cosecha.
La influencia del relato y su interacción con la cultura popular de la época la vemos ya en el protagonista, Sivar, que en la versión original aparece como Segurant o Sigurant, y que está inspirado en Sigfrido o su equivalente Sigurd. No es el único nombre que nos va a resultar conocido, pues en esta obra aparecen personajes pertenecientes a la mitología artúrica como Merlín, Morgana o Nimué, de la que recientemente hemos podido leer otra interpretación de la mano de Norma y la autora Aldara Prado.
El lector veterano podrá percibir con facilidad la inexperiencia del guionista, que es realmente investigador medievalista, que ha decidido llevar su pasión por esta historia y transmitirla de todas las maneras posibles, hasta el punto de que ha sacado versiones infantiles, versión de la novela, y documentales, siendo incluso objeto de su tesis doctoral. A pesar de algunas debilidades de guion, es muy meritorio el hecho de que haya conseguido una historia muy entretenida, épica y cargada de aventuras. Para ello se acompaña de Emiliano Tanzillo, otro autor italiano con un estilo extremadamente limpio con clara influencia de narrativa cinematográfica en cuanto a enfoques y transiciones. El color participa también de esa transición de emociones, contribuyendo a los momentos más épicos con la introducción de colores más vivos que contrastan con las paletas más amables que dominan la mayor parte de la narración.
En definitiva, El caballero del dragón es una obra que recupera una historia más dentro de la mitología del rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda, repleta de acción, magia y aventuras. Su guionista ha realizado un trabajo de recuperación para poder mostrarnos esta historia en su totalidad, habiendo tenido que rellenar algunos vacíos con partes inventadas por él. No obstante, como él mismo confiesa en los artículos que complementan la obra, está tan familiarizado con lo que ha podido encontrar de la obra, que le resultaba fácil imaginar los elementos que faltan. En todo caso, sea más o menos fiel a lo que realmente se propuso originalmente, no desentona en ningún momento y es una historia de aventuras de las de toda la vida, muy entretenida de leer.
Lo mejor: Historia sumamente entretenida y agradable de leer. El componente de investigación relatado por el propio autor le da un plus de atractivo.
Lo peor: El guion es un poco plano, con un enfoque excesivamente juvenil.