Es la hora de las tortas!!!

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El bar de Joe, de Muñoz y Sampayo

El bar de Joe, de Muñoz y Sampayo
Guion
Carlos Sampayo
Dibujo
José Muñoz
Formato
Cartoné. 19,5 x 27 cm. 360 páginas. BN
Precio
30€
Editorial
Salamandra Graphic . 2023
Edición original
Le Bar à Joe 1. Le bar à Joe, 2. Histoires amicales du Bar à Joe y 3. Dans les bars (Casterman)

Decir que El bar de Joe es la obra de las vidas de Carlos Sampayo y José Muñoz no me parece ni mucho menos exagerado. No es ya sólo que las historias recopiladas en este tomo sean el fruto de más de 25 años de carrera, sino que probablemente no haya una obra que represente mejor el trabajo de esta dupla. Pese a que Alack Sinner supone su creación más popular, es sin duda en los distintos relatos de El bar de Joe donde mejor podemos ver representadas sus inquietudes autorales.

Sampayo y Muñoz son dos auténticos colosos de la historieta y, por derecho propio, estos dos argentinos afincados en Europa se han convertido en figuras fundamentales del cómic del viejo continente de finales de los 70 y los 80, por descontado una de las etapas más influyentes de su Historia. Le pueden hablar de tú a tú a los Moebius, Druillet, Manara, Bilal, Hermann o Van Hamme y, sin embargo, es la primera vez que todas las historias de El bar de Joe aparecen recopiladas en un sólo volumen — acompañadas de un buen puñado de extras — y solo cuentan con una edición anterior en España en tres tomos, hace ya cerca de 20 años.

El bar de Joe surge casi por necesidad. Cuando Sampayo y Muñoz pasan a trabajar para la revista À suivre a principios de los 80 se encuentran con que los derechos de su Alack Sinner están aún bloqueados y no pueden seguir haciendo historias de su personaje enseña. Es por ello que surge esto que ahora se llamaría «spin-off», pero que entonces supongo que llamarían «remedio de emergencia». El bar de Joe era el local que frecuentaba su detective neoyorquino y ahora ya no tenían que centrarse en él, sino que disponían de todo el inmenso reparto formado por parroquianos y clientes casuales. Pero es que además esta nueva premisa les permitía alejarse del todo de esas historias policiacas, que ya en la propia Alack Sinner parecían estar abandonando.

El bar de Joe, de Muñoz y Sampayo

El bar de Joe permitía todo tipo de relatos y durante el transcurso de los años se darían cuenta del alcance que eso podía llegar a tener. Empapada de ese jazz que suena en el bar, la historias irán creciendo y mutando de manera improvisada desde esa primera concepción del bar como nexo de historias humanas, hasta episodios mucho más cerca del realismo mágico, el surrealismo y hasta lo estrictamente experimental.

Hay un mar de distancia a todos los niveles entre las diez historias de los dos primeros volúmenes y las cinco últimas, reunidas bajo el título En los bares. El primer bloque recupera las páginas realizadas durante finales de los setenta y los ochenta, mientras que tenemos que irnos a 2002 para encontrarnos con el primero de los capítulos del segundo bloque. Y es que además la distancia temporal entre ambos marca también una diferencia tonal e incluso argumental.

En cualquier caso, cuando decíamos que esta es la obra de sus vidas, nos referíamos también a que podemos ver en El bar de Joe su propio crecimiento como artistas. Cuando comienza, en sus primeras historias, ya se percibe un nuevo estadio en el trabajo de Sampayo y Muñoz, un especie de cristalización de lo que habían ido insinuando en Alack Sinner. El protagonista colectivo y el trabajo con el ruido, con las microhistorias de fondo que a veces incluso se superponen a la principal, permiten una serie de apuestas narrativas que nunca habíamos visto así en la dupla. Quitarle el plano al detective para poner el foco en otros, permite a Sampayo y Muñoz quitarse el corsé del género, aun sin abandonar del todo ciertos aspectos del noir al principio. Aunque pronto iremos perdiendo el componente criminal, el vistazo a la oscuridad del alma humana sigue ahí, solo que ahora es toda la ciudad la aquejada de esta negrura. Cada vida en el bar, protagonista o no, deja traslucir algún tipo de miseria o angustia, incluso si su pequeño papel en la historia no es más que formar parte de la propia efervescencia del bar.

El bar de Joe, de Muñoz y Sampayo

La verdad es que El bar de Joe tiene una visión poco amable de casi cualquier cosa y sería complicado decir si hay una sola historia que termine bien. El bar de Joe está lleno de personajes atormentados, víctimas casi todos de un miedo obsesivo, casi paranoide, que puede tener que ver con la situación de sus autores como inmigrantes ilegales en la época, huidos de un país que acababa de atravesar una dictadura

Poco a poco estos temas se irán diluyendo, por más que nunca desaparezcan, para abrir paso cada vez más a lo experimental. Los guiones de Sampayo se van empapando cada vez más de Borges y Cortazar en laberintos narrativos que trascienden el realismo mágico para meterse en terrenos mucho más abiertamente surrealistas.

El dibujo de Muñoz camina en este mismo sentido y mete en un espejo deformado a sus maestros Hugo Pratt y Alberto Breccia, superando con mucho sus tintes expresionistas hacia una estética de deformaciones grotescas o directamente monstruos y abstracciones. Sus rotundas masas de negro huyen cada vez más de la realidad en torno a esa extravagante poética que va creciendo en la obra. De todos modos y aún con eso, la humedad, la suciedad y la oscuridad del ambiente nunca dejan de sentirse reales.

Vivimos los años de Raw y Metal Hurlant, el caldo de cultivo perfecto para lanzarse a la piscina de la experimentación y Sampayo y Muñoz se meten hasta las orejas. En los 7 años que separan la primera historia de la décima, la evolución de los autores es evidente y no solo es una cuestión de aprendizaje. Se advierte también un cambio de intereses vitales y, como en ese jazz que rezuma la obra, se dejan llevar por lo que esa música en viñetas les pide, creciendo y mutando con cada historia nueva y entrando cada vez más en su propios códigos. Por más que cada historia sea argumentalmente autónoma, es completamente desaconsejable leerlas en otro orden distinto del que han sido publicadas, ya que cada una va añadiendo claves al idioma propio de El bar de Joe y nos va enseñando a hablarlo antes de probar su próxima locura. El conjunto de estas diez primeras historias se siente casi como si cada una sucediera un poco más tarde dentro de la misma jornada, de modo que cuando llegamos a la última, la noche se ha ido poniendo más turbia y nuestros embriagados sentidos tienden a mostrarnos las cosas de otro modo.

El bar de Joe, de Muñoz y Sampayo

Y cuando más delirantes y enrocadas en sus propios códigos están estas historias, cambiamos de volumen y saltamos al titulado En los bares. De los ochenta saltamos a 2002 y nos encontramos unos Sampayo y Muñoz que siguen siendo ellos mismos, pero más maduros y serenos. Salimos de Nueva York para visitar bares de Buenos Aires, París, Barcelona o incluso en alta mar. No solo cambiamos de ambientes, sino que se percibe un ánimo más templado, con un destilado de todo lo que tenían las historias anteriores, pero sin ese empuje experimentador visceral, como el que viene ya de vuelta de ese viaje, más depurados y también sin esa amargura angustiante y ese miedo paranoide de las primeras historias. Son dos autores ya en su sesentena con toda una carrera a sus espaldas, un reconocimiento y ahora ya un oficio a la altura de su talento.

Siguen siendo aun así autores combativos en su visión del mundo, pero tal vez vemos una óptica menos pasional y más sosegada, pero también más completa. El énfasis en estos relatos no está tanto en la denuncia o el afán experimentador, como en el propio placer de contar historias, en más de un capítulo incluso historias dentro de historias.

Podríamos citar decenas de cómics posteriores que se han visto influenciados por lo que vemos en estas páginas, tomando un poco de esto y otro poco de aquello, pero El bar de Joe es fruto de unos autores muy concretos, con talentos y sensibilidades muy concretas, en una situación personal igualmente concreta y envueltos en un contexto histórico y cultural… bueno, ya sabéis. Por eso, la suma de todas esas cosas y que hacen a esta obra ser lo que es jamás ha podido repetirse… y tal vez nunca lo haga.

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