Terminada la primera temporada del Asombroso Spiderman de Nick Spencer, que ocupó desde su inicio hasta la conclusión del muy decepcionante evento de Cazado, arranca la segunda con un número especial con más páginas de lo habitual, como suele ser la norma en Marvel con los números redondos. Que el número 25 haya visto la luz exactamente un año después tampoco es que sea para celebrar mucho, pero teniendo en cuenta que ninguna numeración de Spiderman en los últimos seis años ha llegado todavía a 35 números consecutivos… Pues bueno, igual sí que es para celebrar. Yo qué sé. Bueno, vamos a ver qué tenemos aquí.
En este especial, además de algún coletazo de despedida de tramas anteriores, como lo que parece ser la última vez que tendremos por aquí al Lagarto en una temporada, Spencer nos presenta una historia centrada en Mysterio, como era de esperar en un número aparecido en las fechas en las que fue estrenada Spiderman: Lejos de casa. Y volvemos a tener el mismo planteamiento que ya hemos visto en los números anteriores de este guionista: build up y más build up. Teasers de historias que están por venir, nuevas amenazas insinuadas y la constante sensación de que aquí no nos han contado mucho, pero que los números que están por venir sí que van a molar. Exactamente lo mismo que ya comentábamos en agosto. Y otra vuelta más a planteamientos pasados: Peter vuelve a clase. Buf. Personalmente, como gato escaldado, después de lo visto en los veinticuatro números anteriores, no me fío de que lo que nos pueda ofrecer este tipo en un futuro no vaya a caer en los mismos errores.
¿Se puede sacar algo positivo de este número? La verdad es que sí, no hay que ser más vinagre de la cuenta. De nuevo, hay que reconocer que Spencer sabe dialogar muy bien. Y este número tiene un momento de gloria de Mary Jane que hace recordar -si es que a alguien se le había olvidado- por qué adoramos a esta chica y por qué los más de diez años que ha estado fuera de la vida de Peter son una aberración que no debería haber existido. Esperemos que en esta colección de presentaciones de tramas futuras, la escena de Mary Jane sea la declaración de intenciones de que a partir de ahora se le va a dar más protagonismo a nuestra pelirroja favorita.
En el plano gráfico, tenemos, como en los últimos meses, a los mismos dos tipos que han nacido para dibujar Spiderman, Ryan Ottley y Humberto Ramos, uno más luminoso y clásico y el otro más oscuro y recargado. Cada uno en su estilo, hacen ambos un trabajo espectacular. Pero es que además este número es el primer trabajo para Marvel de uno de los dibujantes más icónicos que ha tenido DC en lo que llevamos de siglo: Patrick Gleason, que se despidió de la editorial con la que había estado trabajando los últimos 15 años con el Young Justice de Brian Michael Bendis. La verdad es que en este último trasvase de autores, Marvel ha salido ganando muy de largo.
Lo que podríamos decir, en resumen, de este número 25 americano, es que es más de lo mismo. Que este truco ya nos lo ha hecho este tipo, y que por mucho que prometa lo que hemos leído en este cómic nada nos asegura que lo que está por venir vaya a merecer la pena. A ver, yo voy a seguir, principalmente para ver qué hace con MJ. Pero como a finales de este segundo año vea que Spencer me ha colado otro bluff como Cazado, dejo de comprar Spiderman. Y en enero de 2020 hace veinticinco años que llevo acudiendo mensualmente a la cita con el trepamuros.