Singapur no es un territorio precisamente conocido en el mundo del cómic. Hasta la primera década de este siglo, pocos lectores serían capaces de nombrar obras -o incluso autores- provenientes de ese pequeño país del sudeste asiático. Ya en 2011 fue nominada en los premios Eisner Liquid City, una serie antológica editada por Sonny Liew, el dibujante de la memorable Creo en Frankie, escrita por Mike Carey y publicada por Vertigo en 2004. Dos años más tarde, Drewscape (nombre artístico de Andrew Tan) fue nominado en la categoría mejor historia corta por Moving Forward. Pero el gran éxito internacional del cómic singapurense tardaría aún varios años en llegar: En 2015 vio la luz en su país de origen la novela gráfica The art of Charlie Chan Hock Chye, escrita y dibujada por el mencionado Sonny Liew. En 2017 se llevó los premios Eisner a mejor autor completo, mejor diseño de producción y mejor edición estadounidense de material asiático. Ese mismo año aparece en España, coeditado por Dibbuks y Amok Ediciones, una publicación que llevaba tiempo siendo difícil de encontrar. Este mismo mes, Amok la ha reeditado, esta vez en solitario.
El arte de Charlie Chan Hock Chye nos cuenta la vida de Chan Hock Chye, un personaje ficticio conocido como el mejor autor de cómic de Singapur. A lo largo de las más de trescientas páginas de esta obra iremos conociendo al personaje protagonista a través de sus recuerdos, escenas en flashback y muestras de su obra, en la que muestra sus inquietudes, introduce sus vivencias ficcionalizadas como parte de las historias que cuenta y hace crítica social de la realidad en la que vive. Y es que la historia de Chan Hock Chye es la historia de Singapur: él nace en 1938, cuando su país es una colonia británica, vive la llegada del autogobierno, la unión con Malaya y la separación poco tiempo después, hasta llegar a la a actual situación de ciudad-estado tras una buena cantidad de bandazos políticos y sociales.
Y es que la realidad política de Singapur inspira las historias de ficción que cuenta Hock Chye en sus cómics. Una carga policial contra los estudiantes que protestaban contra el Servicio Militar obligatorio en 1954 aparece en su primera obra, El robot gigante de Ah Huat, escrita y dibujada cuando tenía tan solo dieciséis años. La guerra entre el Partido Comunista Malayo y el Ejército Británico inspira el nº7 de Escuadrón 136. Invasión, una historia de ciencia ficción serializada en la revista Dragon, trata sobre una raza alienígena que ha invadido Ciudad Lunar y es un claro reflejo del colonialismo británico, un tema que también se trata en la tira de prensa de animalitos antropomórficos Bukit Chapalang. En Roachman, un tebeo sobre un hombre que recibe poderes inhumanos al ser mordido por una cucaracha, trata diversos temas de la actualidad social del país a principios de los años 60. En Días de agosto cuenta una ucronía sobre la historia del país, a lo El hombre del castillo de Philip K. Dick, en la que la Operación Coldstore no había ocurrido.
Pero también El arte de Charlie Chan Hock Chye es un repaso a la historia del cómic, a sus momentos históricamente más relevantes y Sonny Liew va adaptando el arte de Chan a las influencias que tiene en su vida y a los autores y obras clásicos que quiere adaptar. Así, El robot gigante de Ah Huat está claramente inspirado por Osamu Tezuka. Invasión es un reflejo de Dan Dare, uno de los cómics clásicos ingleses más importantes, que no podía faltar como representación de la presencia británica en Singapur. Bukit Chapalang es claramente el Pogo de Walt Kelly. Roachman, el personaje, es claramente Spiderman, pero su estética es deudora de La Sombra, como representación del cómic superheroico y pulp. En Días de agosto vemos claramente al Frank Miller del Caballero Oscuro. En El rey de los cómics cuenta su visita a San Diego en 1988 con un estilo que homenajea a Hergé hasta en su caracteristica rotulación en minúsculas. La historia de Singapur da un repaso a los últimos años del país con el característico estilo satírico de la revista Mad… quizás demasiado satírico para los gustos del gobierno del mundo real. Tanto fue así que la subvención de 8000 dólares que recibió la obra fue retirada el día antes del lanzamiento del libro por tener contenido delicado. En fin.
En El arte de Charlie Chan Hock Chye tiene más peso la forma que el fondo. El personaje protagonista, aún consiguiendo que el lector le coja un cierto cariño, es un vehículo para contarnos la historia de un país que al lector español resultará notablemente ajeno y por el camino repasar los grandes momentos de la historia del cómic. Quizás lo que cuenta no sea la historia más apasionante para alguien que no haya vivido de cerca los acontecimientos del último siglo de Singapur, pero el cómo la cuenta la convierte en algo fascinante. Es una obra en la que se exploran las posibilidades narrativas del medio de formas pocas veces antes vistas. Podríamos decir, salvando las distancias, que con esta obra Sonny Liew ha firmado, en su intencionalidad narrativa, el equivalente de Watchmen para el cómic asiático. Una lectura obligatoria.
