La publicación de una obra nueva de Paco Roca siempre es motivo para dejar lo que estés haciendo y prestar atención. El autor valenciano es, desde que recibió el Premio Nacional del Cómic por Arrugas hace ahora quince años, uno de los referentes del cómic español, siendo cada nuevo lanzamiento suyo un merecido éxito instantáneo de crítica y público. Y estamos de enhorabuena: tres años después de Regreso al Edén, su última obra larga, nos llega El abismo del olvido.
La presencia de la palabra «olvido» en el título nos deja claro desde antes de abrir este volumen de casi trescientas páginas que estamos ante una obra en la que la memoria, una obsesión recurrente en la obra del autor, juega de nuevo un papel fundamental. Una memoria en esta ocasión focalizada en el polémico tema de la Memoria Histórica. Pero un breve apunte previo: cualquier lector que tenga en su argumentario habitual expresiones como «la guerra del abuelo» o «no hay que remover el pasado» puede dejar de leer aquí, y hará bien en no acercarse a este cómic porque ya tiene una posición ideológica perfectamente definida y no va a disfrutarlo. Estamos ante una obra cuyos ejes principales son la humanidad y la memoria, pero con un posicionamiento claro que los autores implicados no intentan ocultar en ningún momento.
El abismo del olvido es una historia cuyo nexo central son las fosas comunes en las que eran enterrados como perros las víctimas del franquismo en la posguerra. No son las protagonistas de la trama, pero todo lo que ocurre en esta obra está, de una u otra forma, relacionado con ellas. Así, tenemos a las víctimas de los asesinatos del régimen, a sus familiares que quieren que los cuerpos de los fallecidos sean tratados con el respeto que merecen, al enterrador que intentó darles la dignidad que sus asesinos les negaron, a los arqueólogos que intentan identificar los restos y recuperar la memoria y, desde el otro lado de la viñeta, a una sociedad fragmentada que ochenta años después de estos sucesos aún intenta pasar página.
El origen de El abismo del olvido se remonta a 2013. En ese año, Rodrigo Terrasa, periodista del diario El Mundo, entrevista a Pepica Celda, la última persona que consiguió una subvención para la identificación de víctimas de la Guerra Civil por la Ley de Memoria Histórica antes de que Mariano Rajoy pronunciara su infame «ni un euro público más para las fosas de la guerra». Para las victimas del bando republicano, que las del bando nacional ya habían sido convenientemente tratadas durante la dictadura. En 2017, Terrasa se pone en contacto con Roca planteando la posibilidad de hacer algo con la historia de Pepica, que se ha materializado seis años después en la obra que tenemos entre manos. Una historia que ha crecido hasta contarnos los últimos días de José Celda, el padre de Pepica, que fue fusilado y enterrado en la fosa nº 126 del cementerio de Paterna. O la vida de Leoncio Badía, un profesor republicano degradado a enterrador que, en la medida de sus posibilidades, intentó que los muertos fueran identificables y que sus familiares tuvieran algún último recuerdo. O las de las viudas de los asesinados. Y la de la propia Pepica, cuyo padre fue fusilado cuando ella tenía nueve años y no consiguió recuperar sus restos hasta pasados los ochenta tras toda una vida dominada por ese objetivo, que le fue prácticamente impuesto cuando era una niña.
Decía antes que el posicionamiento de los autores está claro, aunque no es un punto de vista maniqueo. También se deja ver que en el bando republicano hubo fosas comunes, y que había gente del sublevado que se daba cuenta de que lo que se estaba haciendo era una salvajada inhumana. Pero no es ese el foco de la historia: lo que leemos en estas páginas trata sobre personas que fueron asesinadas por tener una ideología diferente a la de los militares golpistas y unos familiares a los que se niega el recuerdo de sus fallecidos.
Para ello, Paco Roca hace gala de todas sus técnicas narrativas ya vistas en obras previas. En este libro, en el que vuelve al formato apaisado que ya usó en La casa o Regreso al Edén, tiene páginas claramente expositivas, otras de representación de momentos profundamente emocionales, y algunas que directamente revuelven la tripa al lector. Quizás no porque sea lo que pretendan los autores, sino porque los hechos retratados no pueden provocar otra reacción.
El abismo del olvido no es una historia agradable de leer. Retrata uno de los momentos más oscuros de la historia de España, y nos muestra cómo una parte de la clase política, camino de un siglo después de los sucesos que dan origen a esta obra, no está a la altura y aún no hemos pasado página. Han pasado casi dos generaciones desde la muerte del dictador y en temas de Memoria Histórica parece que aún nos gobiernan sus herederos desde la sombra. Quizás no sea la obra más técnicamente perfecta de Paco Roca, pero sí es la más visceral, una visceralidad inevitable ante el salvajismo de estos hechos.