Cuando una serie que llega a su final después de fascinarnos durante más de 4000 páginas (si fueran grapas de cómic americano estaríamos hablando de cerca de doscientas), se nos queda una cierta sensación de tristeza. Pero por otro lado, es satisfactoria la sensación de que no se ha estirado como el chicle por mandatos editoriales, teniendo al final una obra con la extensión que el autor ha considerado necesaria. Con el noveno tomo, llegamos al desenlace final de Eden: It’s an endless world! de Hiroki Endô.
En este momento, para contextualizar el final de la obra, toca mirar atrás. Eden: It’s an endless world! ha sido todo un viaje, extenso como no es habitual en el seinen -para que nos hagamos una idea, extenso nivel Monster, no One Piece– y con un hilo argumental que no siempre ha ido en línea recta, y con tramas paralelas que no tienen que ver con la historia principal. A fin de cuentas, como la vida misma. Lo que nos ha dado aquí Hiroki Endô es una historia de ciencia ficción a medio camino entre adrenalínica y filosófica -piensa en obras como Evangelion, Ghost in the Shell o incluso Neuromante- en la que se ha dejado llevar por sus inquietudes personales y sus intereses. A lo largo de dieciocho tankōbon, nueve volúmenes de la edición Maximum de Panini, Endô nos ha llevado por una montaña rusa emocional que nos ha provocado intelectualmente, nos ha dado momentos de acción épica, de intenso drama y de crítica social. Eden: It’s an endless world! ha servido para que el autor nos abra sus tripas y nos muestre todo lo que hay en su interior.
Pero entonces, ¿tiene sentido el final que nos encontramos en este noveno volumen? Sí, sabiendo cómo ha sido el camino. La trama que empezó con el virus de cierre termina con el de apertura, llegando a estar, una vez más, la humanidad al borde de la extinción, con un esfuerzo final que nos da la sensación de que la humanidad es capaz tanto de lo mejor como de lo peor. Una vez más, como la vida misma. Este último tomo no pretende dar un cierre limpio o complaciente a la historia. Eden no es una historia de finales felices, y el final sigue por el camino tonal que ha recorrido desde el principio. Más allá de resolver el conflicto entre las fuerzas de Propater y las facciones rebeldes, lo que tenemos aquí es una reflexión sobre la condición humana, sobre las complejidades de nuestras emociones y de nuestras acciones.
Endô , con su característico pulso narrativo -a estas alturas ya sabemos qué esperarnos del tono de la serie-, nos da una serie de desenlaces que no buscan satisfacer al lector con respuestas claras, sino con reflexiones que se quedarán rondando por la cabeza después de haber cerrado el libro. Esa es la idea de esta recta final, una provocación intelectual que retoma temas ya explorados previamente en la serie, como la interrelación entre la vida, la muerte y la redención, pero desde una perspectiva quizás algo más pesimista y nihilista.
El mundo de Eden ha sido devastado por el virus de cierre y las guerras de Propater, pero Endô nos ha dejado caer desde el primer momento que este apocalipsis no es solo externo, sino profundamente interno para sus personajes. En este ultimo tomo, esta idea se intensifica a medida según se va recrudeciendo el conflicto. Este último volumen es quizás el más crudo en términos de la violencia emocional que Endô inflige a sus personajes. Las relaciones se rompen, la confianza se traiciona y los ideales se desmoronan. A medida que la trama se dirige hacia su conclusión, se hace evidente que la destrucción en Eden es tanto física como psicológica. Y lo que queda no es un optimista resurgimiento de las cenizas, sino la oscura constatación de que, en este mundo, incluso el más fuerte sucumbe a la desesperación.
Al cerrar el último tomos de Eden: It’s an Endless World!, nos quedamos con una sensación agridulce. Hiroki Endô no nos da el cierre que podríamos esperar de una obra tan épica, pero en muchos sentidos, esa es la idea. Eden es un manga que, desde sus primeros capítulos, ha subvertido las convenciones narrativas del género, y estos últimos cientos de páginas no son la excepción. El desenlace es abierto, oscuro y lleno de incertidumbre, una reflexión adecuada para una historia que ha tratado sobre la fragilidad de la humanidad frente a fuerzas que no puede controlar. Para algunos, este final puede ser frustrante, pero para aquellos que hemos seguido la obra más por su enfoque filosófico que por las escenas de acción, es un cierre más que apropiado.