Reconozco que el manga no es la forma de narrativa gráfica con la que más me relaciono. Por hábitos de costumbre, soy lector mayoritariamente de cómic americano, con una buena parcela de cómic europeo. Pero de vez en cuando llega una obra proveniente de Japón que, ya sea por temática, por la historia que cuenta o por cómo la cuenta consigue atraparme por completo. Suele ocurrirme con casi cualquier cosa firmada por Naoki Urasawa (Pluto y Monster son dos de las grandes obras de las últimas décadas), pero recientemente ha vuelto al mercado español una serie que tuvo un tímido intento a mediados del año 2000 y que por fin estamos viendo completa en castellano. Hablamos, por supuesto de Eden: It’s an endless world!, de Hiroki Endô, de la que acabamos de leer los tomos 5 y 6 de un total de 9, que terminaremos a finales de verano de este mismo año.
Comentábamos hace un par de meses que la narrativa de Eden: It’s an endless world! no es lineal. La trama general va avanzando, pero tiene ramificaciones, derivaciones, líneas argumentales que se abandonan temporalmente para ser recuperadas más tarde y giros inesperados. Y esto nos ha pasado en este final del tercio central de la historia. Inicialmente, parecía que Endo nos iba a contar una historia centrada en una pandemia global que, con el pertinente salto temporal pasó a ser una historia sociopolítica en un escenario postapocalíptico con toques de ciencia ficción cyberpunk. Y el foco de los personajes pasó de una pareja que sobrevivía al virus de cierre, en lo que parecía que iban a ser unos nuevos Adán y Eva -el título de la obra nos lo hacía pensar-, a su hijo en un mundo de todo menos idílico. No sabemos qué nos vamos a encontrar con cada nuevo tomo de Eden.
En los dos tomos que revisamos ahora se vuelve al principio y se le da una vuelta para avanzar camino al final. En varias ciudades del mundo están apareciendo unas masivas estructuras blancas que absorben tanto a los edificios como a sus habitantes: el virus de cierre ha mutado, demos la bienvenida al virus de apertura. Justo cuando parecía que se alcanzaba algo de estabilidad social. Estas estructuras, conocidas como coloides, son una evidente amenaza a la humanidad, tras haber absorbido a ciudades como Tokio, Los Ángeles o Berlín, pero también pueden ser una fuente de esperanza: los coloides muestran algún tipo de inteligencia.
Pero ya hemos hablado en varias ocasiones de que Eden: It’s an endless world! nos cuenta una fascinante historia de ciencia ficción que toca un buen puñado de palos del género, pero también utiliza este entorno postapocalípico como espejo para hacernos mirar a muchos de los problemas del mundo en el que vivimos. Al margen de las omnipresentes y filosóficas reflexiones sobre qué es lo que nos hace humanos y la relación con otras formas de vida -algo que hemos visto en un buen puñado de otros mangas-, se toca frecuentemente el tema del papel de la mujer en la sociedad. De cómo hay mucha gente que sólo concibe a las hembras humanas como santas intocables, como venerables madres o como prostitutas. Y también hay un toquecito hacia la homofobia, un problema que en Japón, incluso a día de hoy, sigue siendo muy serio.
Y luego está el genocidio de los Uigur. La mayor parte de la primera mitad del volumen 5 nos plantea un genocidio que el gobierno de China está llevando sobre los Uigur, un grupo étnico formado por unos ocho millones de personas que viven al noroeste del país. El caso es que Eden fue publicado entre 1997 y 2008, y en 2009 estalló una revuelta por la discriminación racial que sufría esta gente, la más importante en China desde la Masacre de Tiananmén. Desde 2014, el gobierno chino ha encarcelado sin procesos de ningún tipo a más de un millón de personas, ha destruido muchas de sus mezquitas -es un grupo mayoritariamente musulmán- y ha emprendido campañas de esterilización masiva que han sido convenientemente negadas por fuentes oficiales. A veces la realidad supera a la ficción. Vivir para ver.
Es complicado, con la enorme cantidad de mangas que se editan regularmente, decir cuáles son los mejores del momento, más aún no siendo un seguidor habitual del cómic japonés. Pero lo que sí podemos decir sin la más mínima duda es que empezamos a seguir Eden: It’s an endless world! por una mezcla de curiosidad e interés por el argumento planteado por Panini cuando la anunció, y a día de hoy es una de las series más fascinantes que estoy leyendo. De cualquier tipo de procedencia.
