Tenemos a Garth Ennis haciendo bélico en Dynamite, también para TKO, y hace unos meses nos lo topamos bajo el sello Aftershock, con este Dreaming Eagles que nos trae Planeta Cómics. Y es que al socarrón soldado raso norirlandés no se le acaba la jodida munición.
Dreaming Eagles nos sitúa en los años 60 para conocer al señor Atkinson, Reggie para los amigos, padre de familia y dueño de una pequeña tasca; un veterano de guerra que busca en sus vivencias como piloto de caza durante la Segunda Guerra Mundial, el bálsamo para tratar de templar los nervios de su hijo. Y es que en pleno Movimiento por los Derechos Civiles en EEUU con la emergente figura de Martin Luther King y el movimiento negro como telón de fondo, Reggie teme que las ansias de confrontación y lucha de su hijo acaben en tragedia.
Desde la academia de vuelo en Tuskegee, Alabama, hasta la cruenta batalla en el aire contra los aviones de la Luftwaffe, el relato del señor Atkinson, uno de los primeros aviadores afroamericanos, hace hincapié en esos momentos en los que los conflictos los tiene con sus propios compatriotas, superiores en rango o no, a los que el color de piel parece importarles y mucho. Unas vivencias que tratan de aclarar tanto al hijo de Reggie como al lector, las razones por las que el Atkinson padre se muestra tan temeroso y prudente con qué le cuenta y qué le permite a su hijo en el presente del tebeo.
En los seis números que componen Dreaming Eagles, Ennis vuelve a hacer lo que adora: documentarse a tope para cuidar los detalles históricos a nivel argumental y gráfico, y emplear el marco de una gran guerra para alejarse un poco de los archiconocidos nombres y escaramuzas de la misma, y de este modo construir una historia a menor escala en la que los protagonistas no sólo se tienen que preocupar por que no les cosan a balazos sus contrarios, sino que también tienen que andar con mucho tino entre los suyos.
El enemigo en casa es recurrente en el guionista norirlandés, a sabiendas de que ese es el mejor caldo de cultivo para que los grises sirvan de reflexión al lector en más de una dirección. Es por eso quizás, que cuando más se divierte es cuando te muestra las injusticias dentro del bando aliado, o cuando trata por todos los medios de que empatices con alguien de moral cuestionable. Le chiflan las aristas del alma humana, más si son nazis. Y yendo por delante que Dreaming Eagles me parece un muy buen tebeo, no le pongo tan arriba como Sara y Querido Billy, los que para mí son más top de entre sus obras bélicas de los últimos años, quizás porque le falta esa ambigüedad en sus personajes principales; el señor Atkinson no se mueve en el alambre del bien y el mal como la francotiradora rusa o la enfermera británica.
En cuanto al aspecto gráfico del cómic, el dibujante Simon Coleby junto con el colorista John Kalisz optan por constantes primeros —y primerísimos— planos, incluso en las batallas aéreas, y también por jugar mucho con las sombras y una paleta bastante bastante oscura. Con esto consiguen no darte un respiro y por momentos es un poco claustrofóbico diría. Es un buen trabajo pero, sobre todo, para las viñetas de batalla en el cielo, me habrían gustado algunos planos más abiertos para situar mejor las unidades. Por ello y porque no termino de enterarme a veces quién es quién, no termina de enamorarme el dibujo.
Sin enrollarme más, si eres fan del bélico —o aunque no lo seas—, y te has bebido otras obras del Ennis más sobrio e inspirado dentro de este género, Dreaming Eagles también te va a gustar… seguro. El soldado Garth no cuenta una batallita mala, ya lo sabéis.
