1997 fue un año complicado y poco amable para mi yo lector de 16 años. Con los tebeos de Marvel sufrí de primera mano la ansiedad mongola de hacerse con todos los cruces un crossover mierdoso como fue el de Onslaught. DC era un rumor, pues aparte de Vértigo y las historias de Lobo poco más llegaba a nuestras tiendas. No me gustaba la Image de aquel entonces y para colmo terminaron tanto Dragon Ball como Dragon Fall. Vaya panorama.

No miento si digo que lo que más me fastidió fue el cierre de Dragon Fall. Sí, es cierto que ya no era tan divertida como al principio y que el hecho de no tener material de referencia le hizo un flaco favor. Pero es que, como he comentado alguna vez, el número ocho de su serie regular fue el primer tebeo que compré como coleccionista de tebeos el uno de noviembre de 1995 en la librería Arcadia de Móstoles. Con esta chapa que no le importa a nadie solo quiero dejar de relieve que siento una vinculación muy fuerte con la parodia creada por Álvaro López y Nacho Fernández.
La publicidad dice que Dragon Fall es el tebeo español más vendido de este siglo. Tengo mis dudas, pero también es cierto que es una obra que ha contado con tres ediciones diferentes en distintos formatos. Algo muy raro de ver más allá de los habituales bestsellers de la obra de Ibáñez, Jan y compañía.

El caso es que más de un cuarto de siglo después nos encontramos con Dragon Fall Returns. En esta ocasión solo con Nacho, que ha contado con el beneplácito de Álvaro, para ofrecer a sus fans una nueva aventura de setenta páginas que se cachondea cosa mala (con muy mala uva) de Dragon Ball Super. Serie que no he visto, pero tengo una ligera idea de sus líneas argumentales.
Lo primero que hay que decir es que Dragon Fall Returns no es un tebeo “remember” al uso. En veinticinco años han cambiado muchas cosas. El mercado no es el mismo, el fandom no es el mismo y el autor tampoco. Su trayectoria vital marca el desarrollo de esta nueva historia, sirviendo de vehículo para desnudar su alma ante los lectores. Me ha sorprendido gratamente la franqueza de Nacho a la hora de contar su hastío con el tebeo original y sus reticencias con el cómic que nos ocupa.
Estamos ante un tebeo de humor, claro está, pero también es un cómic con un fuerte componente autobiográfico. Además, este especial también debe entenderse como una herramienta de redención e incluso tiene ciertas píldoras de medicina gráfica al servir también de desahogo para el artista, que no se deja en el bolsillo ni una sola reflexión o un solo chiste que quiera soltar, a juzgar por la abundancia de texto que atiborra prácticamente cada viñeta.
También me gustaría aclarar que, lejos de conformarse con actualizar el humor, Nacho realiza una brillante reflexión sobre cómo ha cambiado el fandom (con ese giro hacía la toxicidad que ha propiciado la aparición de internet en este siglo). Me parece increíblemente meritorio que el desfile de chistes y burradas no haya bajado un solo grado su nivel de “cabronidad”, y que encima lo haya hecho respetando las actuales sensibilidades sociales. Sencillamente, bravo.

Como parodia de Dragon Ball Super, este DFR es brillante. Si la creación de Toriyama se hiperbolizó en exceso con multiversos, nuevas transformaciones y niveles de poder de rango absurdo, los personajes de la parodia no se quedan atrás y, en manos de Nacho, son más exagerados que nunca. No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que la concepción de este número especial ha tenido que ser todo un reto para él a juzgar por la mirada reflexiva e introspectiva que hace de su trabajo de hace tantos años. Un tiempo que no ha pasado en balde, pues su estilo de dibujo ha evolucionado. Se ha vuelto más detallado, con una narrativa más fluida que favorece al dinamismo de la acción.
Este número conmemorativo cuenta con suculentos extras. Una gran entrevista, un prólogo de Loulogio, bocetos de la portada y, la guinda del pastel, tres historias cortas realizadas por Norberto Fernández, Ricardo Pelegrina (muy tronchante) o Enrique Vegas, cuyo relato me ha sacado una lagrimita y todo. Ellos también han sido compañeros de este viaje por la nostalgia y los sentidos.
En serio, no las tenía todas conmigo con Dragon Fall Returns, y una vez leído creo que tiene muchos números de acabar en mi top 12 anual de esta santa casa.


