2024 es un año muy importante para “Dragon Ball». No solo es el año en que nos dejó demasiado pronto Akira Toriyama, su creador. También se cumplen cuatro décadas desde que Son Goku asomó la colita en la revista Shonen Jump. Un aniversario que será celebrado por todo lo alto con la aparición de un nuevo videojuego, una nueva serie de animación y la publicación por parte de Planeta Cómic de la edición “Legend” del mítico manga. Pero además también se cumplen 30 años desde que dos colgaos de instituto llamados Álvaro López y Nacho Fernández crearon la parodia definitiva de la serie: “Dragon Fall”.
Sí, amigos, “Dragon Fall” cumple treinta tacos desde la aparición de aquel número especial “serie lila” que resumía la saga de Cell en 48 páginas de puro cachondeo. Luego ya publicarían la serie desde un número uno empezando por el comienzo del manga. Puede que para muchos esta serie no os diga nada y sea una más de las muchas parodias con las que se nutre la industria española, pero para mi es una serie muy especial, puesto que se trata de la primera serie que comencé a publicar. En concreto, me compré el número ocho en noviembre de 1995 y desde entonces no he parado de cultivar esta afición. Por lo tanto, me va a ser muy complicado ser completamente objetivo en esta reseña. Pero lo intentaré.
Entrando en faena, esta es la segunda vez que Dolmen publica “Dragon Fall”. La primera vez fue en forma de ocho tomos en formato Kanzenban y ahora nos ofrece la obra en solo cuatro volúmenes dobles que incluyen todo el material previo y páginas a color que reproducen las chanantes portadas (en su mayoría homenajes a la cultura pop) originales de Nacho Fernández.
Sin terminar de hablar de ediciones, con la publicación de esta edición integral de Dolmen ya son cuatro las veces que se ha publicado la obra. La original en formato comic book grapado y la reedición en once tomos Tankobon formato B6 (ambas lanzadas por Camaleón/Hinotori Studio) y las dos mencionadas en el párrafo anterior. Sinceramente, ya querrían muchos tebeos españoles que miran por encima del hombro a este tipo de productos tener una aceptación tan grande.
Una cosa os aseguro. Si decidís darle una oportunidad a “Dragon Fall” os vais a encontrar un tebeo de humor puro y duro, con chistes sin cortar y sin adulterar fruto de las mentes de dos chavales que por encima de todo amaban el productor original. De hecho, las cuatrocientas y pico páginas del primer volumen narran desde que Son Gohan (abuelo) encuentra a Goku hasta que Bulma, Krilin y Son Gohan (esta vez el nieto) llegan a Namek para encontrar las bolas de dragón de ese planeta.
El cariño por los personajes de Toriyama también es palpable gracias al bonito trazo de Nacho Fernández, que emula a la perfección el estilo del mangaka original pero añadiendo ese toque “Super Deformed” que le sienta de maravilla al tono de la serie.
Ahora bien, Álvaro López y Nacho Fernández no tienen pelos en la lengua y algunos de los chistes pueden herir la sensibilidad de algunos lectores. También es verdad que hay auténticas burradas que hoy en día serían impensables en cualquier obra de ficción, por no mencionar que algunas coñas no han envejecido del todo bien. Pero quitando esto, “Dragon Fall” sigue siendo un divertimento de primer orden, cuya máxima es no tomarse en serio a sí misma.
El nivel de histrionismo creativo es tal que los autores no dudan en romper la cuarta pared en más de una ocasión o incluso de dibujarse a sí mismos como parte de la historia o para disculparse de los numerosos errores de continuidad que meten en las páginas. Unos de manera más inconsciente que otros. Por ello, y por la efervescencia de ideas y gags que contiene cada página, “Dragon Fall” es un tebeo que merece la pena ser leído con calma para digerir cada chiste de manera independiente y dedicarle la cantidad de risas que se merece.
Me hubiera gustado tener una cámara para ver las tormentas de ideas de Álvaro y Nacho. Estoy seguro de que se les quedaron muchísimas cosas en el tintero que les gustaría haber metido.
Pero más allá de esto, “Dragon Fall” también sirve como máquina en el tiempo al radiografiar los elementos de la cultura Pop de los que mamaron los autores o que estaban de moda en el momento de publicarse originalmente este manga. Por ello las referencias a “Gundam”, “Robotech”, “Star Wars” los mangas de Masamune Shirow, los juegos de lucha de Capcom o SNK o los personajes poochies de los noventa de Marvel y DC (como Masacre o Lobo) están presentes casi en cada viñeta. Habría molado que como extra se incluyese también alguna guía de referencias y cameos como la que tenía la edición en grapa de “Siempre Vengadores” de Kurt Busiek y Carlos Pacheco (igual dicha guía también se incluye en algún tomo, pero lo desconozco, yo sigo con mis doce grapuchas y tan feliz).
Hablando de extras, esta edición integral de Dolmen incluye todos los contenidos adicionales de su predecesora: artículos, galería de ilustraciones, bocetos y páginas a lápiz…
En definitiva, un tebeo perfecto para echar un rato de lo más divertido.