Saludos, queridos lectores. Hoy nos visita nada más y nada menos que el Conde Drácula. Siéntese, señor, por favor. Póngase cómodo, que a sus años… Y también viene a vernos Alberto Breccia, directo desde Argentina. ¡Qué honor para esta humilde casa de té! Galletitas de arándanos para todos. Y un tomo de ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…! también, claro.
El tomo que nos trae ECC recopila cinco historias mudas creadas por el maestro sudamericano y publicadas por la revista Comix Internacional entre 1984 y 1985. Junto a los bocetos de todas estas historias.
Tal y como podemos deducir tras leer el título, esto va de Drácula. Pero el Drácula de Breccia no es en esta ocasión un monstruo sediento de sangre y hamb+riento de poder. Tenemos a un Conde crepuscular, una sombra de lo que pudo haber sido en sus tiempos.
Y a la vez no lo es. A la vez que un personaje acabado y fracasado, Drácula es en las manos de Breccia un ser adorable, tierno, digno de compasión y capaz de ganarse nuestros corazones.
Ternura, esa es la palabra. En cuatro de las cinco historias, tenemos a un Conde que no da miedo, que a veces nos da pena y a veces simplmente nos hace sonreir ocn ternura. Sin lástima ni compasión. Es como esos abueletes encantadores que no le hacen daño a nadie aunque los demás huyan de ellos.
Y esto es a la vez bueno y malo.
Bueno porque tenemos unas historias que da gusto leer, aunque tengan su chorrito de humor negro. Y malo porque éste no es el Breccia que quizás esperamos. No es el autor de esas adaptaciones de Poe o de H.P.L. No es un autor que busque tocar nuestros miedos, cogerlos y sacarlos a la luz de la Luna. Es un autor que quiere contarnos una historia, nada más.
Excepto la cuarta historia.
Fuí leyenda.
Esa historia condensa el dolor, la ira, la furia, la desesperación de quién vivió la dictadura argentina. Un horror real, del hombre contra el hombre; que escandaliza y horroriza hasta a un vampiro.
Cronológicamente es la cuarta y así aparece. Aunque yo la habría dejado como la última, por la gran diferencia temática y estilística.
A nivel gráfico, tenemos al Breccia que juega con manchas de colores. Al expresionista en estado puro, pero ese extresionismos colorista que a veces nos obliga a detenernos para ver con calma lo que estamos viendo. ¿Formas? ¿Colores? ¿Ambas cosas? ¿Ninguna de las dos?
Tendremos un gran número de recursos y juegos visuales, incluyendo uno derivado del puntillismo. Hay viñetas, al menos en mi caso, que necesitan que apartemos el libro de nuestros ojos para apreciar realmente lo que estamos viendo.
La narrativa está condensada en unas pocas viñetas. Estas historias son cortas y rápidas. Sin embargo, son más que chistes alargados. Aún así, no necesitamos palabras para entenderlas. Tampoco necesitamos una base previa sobre Drácula, más allá de la común a la cultura popular.
Las cinco historias ocupan poco más de 60 páginas. Más o menos la mitad del tomo. el resto está dedicado principalmente a los bocetos de estas historias.
Detengámonos aquí un poco más, queridos lectores. Es posible que os hayan dicho que los bocetos de estas historias son muy sosos, sin chicha. Es, quizás, un problema de definición. Los bocetos son eso, bocetos. No son las páginas originales a lapiz, previas al coloreado.
Aún así, son agradables e interesantes de ver. Notaremos ciertos cambios entre la versión previa y la definitiva. Veremos una visión más narrativa y menos coloreada (como que están en bn :-)) que nos permitirá apreciar mejor las formas.
Excepto, otra vez, la cuarta historia. Aquí si que los bocetos son rudimentarios, como si solamente marcasen los lugares donde después Breccia dibujaría directamente. Saliéndole del corazón y del alma, sin un estudio previo más allá de la paginación.
La edición incluye un artículo de Álvaro Pons.
Quisiera comentar que los márgenes de las páginas dedicadas a las historias sobn blancos, mientras que los de los bocetos son negros, centrando y enmarcando las reproducciones de las páginas originales.
La traducción es de… naaaa, que no hay traducción. El autor hablaba castellano y las obras son mudas :-).
¿Por qué leer ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…!?
Unas historias con un poquito de humor negro, pero básicamente tienras para el personaje. El dominio del color de Breccia. Los bocetos.
¿Por qué no leer ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…!?
La deprimente, cruel y triste cuarta historia. Buscas al Breccia terrorífico, no su cara más amable.