Es de suponer que la decisión de Distrito Manga de pasar varios de sus títulos a periodicidad trimestral responde a consideraciones económicas. Tradicionalmente, en el mercado del cómic español, cuando una serie ha aumentado el tiempo que pasa entre entregas ha provocado que muchos de sus lectores se olviden de ella y bajen aún más las ventas. Pero la serie de Yumi Tamura nos tiene tan fascinados que en cuanto hemos puesto nuestras manos sobre Don’t Call it Mystery 6 nos hemos lanzado de cabeza a leerlo.
Afortunadamente, Yumi Tamura ha dejado atrás la técnica que tenía en los primeros volúmenes de la serie, en los que terminaba dejando una historia a medias, que concluía en el siguiente, pero que también dejaba otra historia a medias. Desde el volumen anterior, las historias empiezan y terminan en el tomo que tenemos entre manos. Menos mal, con la nueva periodicidad trimestral tocaría volver a leer el tomo anterior para ver de dónde venía la trama.
En este nuevo tomo (el sexto ya, de los catorce publicados hasta el momento en Japón) tenemos dos historias. La primera es una historia corta, de cuarenta y siete páginas, en la que Kunô tiene una cita con Leica, una chica que conoció en el hospital. En el restaurante se está cometiendo un delito en ese momento, y el uso del lenguaje le dará pistas suficientes como para darse cuenta de lo que ocurre. No es algo nuevo: en el cuarto tomo hubo una historia en la que ciertas erratas daban información de lo que estaba ocurriendo. Aún así, una historia simpática.
La segunda historia, que ocupa tres cuartas partes del tomo, recupera a un personaje que se planteó como muy importante al principio de la serie y llevábamos tiempo sin ver, Garo Inudô. Si bien la dinámica entre Kunô e Inudô nos recordó en cierto modo al principio a la que hay entre Sherlock Holmes y James Moriarty, en este caso podemos llegar a pensar en Will Graham y Hannibal Lecter. En esta historia, Garo se calza las botas de detective e investiga la muerte de su hermana Anju en el contexto de la reaparición de un asesino en serie veinte años después de su desaparición. Pero algo suena raro en los nuevos crímenes, hay ciertas discrepancias. ¿Ha cambiado su metodología en este tiempo, es un imitador, o hay algún dato que la policía no consiguió identificar en su día?
No tener al protagonista de la serie en esta historia ha resultado una experiencia extraña. Es una historia muy bien armada, que funciona muy bien tanto en la parte del misterio como en las reflexiones que mete sobre el mundo en el que vivimos (errores policiales, prostitución, malos tratos familiares…), pero la total ausencia de Kunô le ha dado un sabor raro.
Don’t Call it Mystery 6 ha resultado, una vez más, una lectura agradable. Quizás el haber pasado tanto tiempo sin saber de la serie ha hecho que nos haya costado un poco más de lo normal sumergirnos en la historia, pero una vez dentro, pocos peros se le pueden poner. Esperemos que, aunque con tan solo cuatro tomos al año, la serie aguante comercialmente bien como para seguir en el mercado. Por lo pronto, hay material en Japón suficiente como para aguantar hasta mediados de 2026.