Hay algo en las vidas de los escasos genios que han pasado por el mundo que resulta especialmente fascinante. Y no es sólo su capacidad para crear, cada uno en su campo, obras que están totalmente fuera del alcance del común de los mortales, es también ese algo en su personalidad que les hace ver el mundo de una forma diferente. En Django, Mano de fuego, Salva Rubio (Miles en París, El fotógrafo de Mauthausen) y Ricard Efa (El soldado, Sola), que ya colaboraron en Monet, nómada de la luz, nos acercan a un nombre fundamental en la historia de la guitarra: Django Reinhardt, el creador del Jazz manouche y uno de los primeros virtuosos de su instrumento.
Django Reinhardt fue un gitano belga que sin ningún tipo de formación musical -ni siquiera era capaz de leer una partitura- llegó a ser una de las figuras más influyentes dentro del jazz, siendo uno de los pocos nombres europeos auténticamente influyentes en un género esencialmente norteamericano. Además de su forma de tocar la guitarra, notablemente influyente en géneros posteriores, es especialmente conocido por ser el creador del jazz gitano, un estilo nuevo que surge como fusión del Swing con la música tradicional romaní europea. Aunque inicialmente el instrumento que tocaba era el banjo, se pasó a la guitarra tras un accidente sufrido a los dieciocho años, en el que un incendio en la caravana en la que estaba durmiendo le provocó graves lesiones en una pierna y dos dedos de la mano izquierda. ¿Que cómo puede tocar la guitarra alguien con una lesión incapacitante en la mano? Pues mira…
Django, Mano de fuego es un biopic de los primeros años del músico. Los menos documentados, dado que tampoco es que se guarden registros escritos precisamente de la vida en una comunidad gitana nómada de principios del siglo pasado. Pero también son los años que han dado forma a la leyenda del músico: desde su nacimiento hasta el incendio, su curación y su posterior renacimiento, reconvirtiéndose en la figura mítica que acabó siendo. Y sí, es cierto, los hechos aquí relatados cubren tan sólo la primera mitad de su vida, la mitad que mejor se puede adaptar a este formato. Desde este punto hasta su muerte, a la temprana edad de 43 años, se puede seguir su trayectoria en las más de novecientas canciones que grabó en vida. Aquí lo que veremos es su infancia en una sociedad nómada, su pasión por la música, sus primeros amores y la fuerza de voluntad con la que consigue sobreponerse a una condición que parecía ir a acabar con su carrera musical.
Los autores se centran en contar la vida de una persona excepcional en lugar de en lo exclusivamente musical, enfoque que también habría tenido su interés pero habría limitado su público objetivo a los ya conocedores de la obra de Reinhardt. De este modo, además de un retrato humano, consiguen llamar la atención sobre un artista que, aún no estando precisamente vigente a día de hoy -han pasado ya más de cien años de su nacimiento y casi setenta de su muerte- tiene una calidad muy por encima de lo que se estila en la música mainstream. El guion de Salva Rubio, documentado donde hay material y rellenando huecos de forma coherente donde no, consigue atrapar al lector aún tratando la vida de alguien de otra cultura, otra época y otra forma de vida totalmente ajena. Y el dibujo de Efa se distancia de lo que le vimos en Monet, donde adoptaba un estilo que recordaba al del pintor protagonista de la obra. Podríamos decir que aquí está quizás más cercano al estilo de Miguelanxo Prado, con un arte fascinante que logra una atmósfera ideal para sumergirse en el guion de Rubio. Una vez leído, es perfectamente comprensible que esta obra se llevara el Premio Atomium/Cognito del Salón de Bruselas a la mejor obra histórica de 2020.
Puede que el potencial lector no conozca la figura de Django Reinhardt más allá de algún dato biográfico o que haya leído su nombre citado como influencia por algún guitarrista de géneros más actuales, como el mismísimo Tony Iommi de Black Sabbath, uno de los creadores del Heavy Metal como género musical. Tampoco importa: Django, Mano de fuego es una obra absorbente en sí misma que, además, puede servir de punto de entrada para que quien no lo conociera previamente pueda descubrir a un músico increible cuya influencia aún hoy se deja notar.