¿Qué pasaría si hoy día, con la sociedad que sufrimos vivimos apareciese Dios en persona entre nosotros? Esa sencilla premisa es la base de esta obra de 2009 de de Marc-Antoine Mathieu que ahora reedita Salamandra Graphic. Una obra que le valió a su autor un gran éxito de público y crítica, llegando a conseguir el Gran Premio de la Asociación de Críticos y Reseñadores de Francia. Con Dios en persona tenemos una obra curiosa, que invita a reflexionar al lector, pero que produce un efecto indirectamente inquietante por recalcar el tipo de sociedad en la que nos hemos convertido, y viendo una serie de escenas que, por grotescas que puedan parecer, no dejan de ser igualmente creíbles y factibles.
Me encantan este tipo de obras que plantean una idea que sirve de detonante y explora sus posibles consecuencias. Fue una de las señas de identidad de un escritor como José Saramago, y también traen a la mente otras obras como la relativamente reciente Animal , de Colo, con esas historias apoyadas en un «¿qué pasaría si…». En este caso, la frase es «¿qué pasaría si Dios estuviera entre nosotros?». Así comienza esta obra, con una fila del censo en la que alguien se identifica simplemente como Dios. A partir de ahí, comienza un proceso para determinar si es o no quien dice ser, buitres que ven una oportunidad para monetizar el impactante acontecimiento, pero por encima de todo, una serie de afirmaciones que invitan a reflexionar, una fábula filosófica que deja un poso de reflexión mucho más allá de la mera anécdota.
Mathieu cuenta su historia con un tono tranquilo, una narrativa estática y casi documental, ocultando en todo momento el rostro del supuesto Dios y tratatando todo ese revuelo levantado con un tono que puede invitar a compartir con los protagonistas el escepticismo por saber si no será todo una maniobra publicitaria u orquestada de algún modo. De hecho el inicio de la obra está planteada como la grabación de la supuesta adaptación cinematográfica de lo que leeremos a continuación.
Dios en persona alterna las escenas con los testimonios de algunos de sus protagonistas (otra influencia reconocible en la citada Animal ), desde el abogado que decide representarle, el negro que escribe sus memorias, o un mero limpiador que se encuentra trabajando en la corte donde tiene lugar el proceso (y que acaba siendo uno de los testimonios con más peso y calado de todos los que escuchamos/leemos). Todos aportan su punto de vista, y reflexionan sobre la figura de Dios, su causalidad, su asociación con el libre albedrío, su mera existencia, el calado de sus declaraciones y cómo debe protegerse ante posibles denuncias, su género, pero sobre todo… su escepticismo. Como rememorando la Biblia, la gente cuestiona continuamente sus declaraciones, le exigen que demuestre ser quien dice ser, lo enfrentan a inteligencias artificiales… lo cual resulta paradójico, cuando es mostrado en paralelo al aprovechamiento económico que otros llevan a cabo sin importarles si es o no quien dice ser.
El dibujo es austero y sobrio, sin profundizar en detalles en las viñetas, y con un estilo de ambientación que puede rememorar a obras como El proceso de Kafka, con ese tono casi onírico, de oficinas enormes, con decoraciones impersonales y poco iluminadas, que contribuyen aún más a dar cuerpo a la atmósfera de la historia. El autor salpica toda la obra con frases célebres de determinados personajes de la cultura mundial, y cuyas referencias quedan recogidas al final del libro.
En definitiva, Dios en persona es una obra de las que conviene leer tranquilamente, con tiempo, sin ruídos externos, y poderla digerir y reflexionar sobre ella, deteniéndose en cada frase, en cada idea que dispara aparentemente de manera casual, pero que está colocada con precisión en cada momento, para que vayamos madurándolas una a una. Si sois aficionados a obras que inviten a la reflexión, sin duda esta es una de las mejores que vais a encontrar en su estilo. Obra profunda, con autocrítica como sociedad, y que muestra cuán fácilmente somos capaces de caer una y otra vez en los mismos errores.
Lo mejor: Las ideas que plantea y todo lo que se puede reflexionar en torno a los conceptos que toca. La ambientación conseguida con el dibujo.
Lo peor: Si no quieres lecturas que exijan trabajo por tu parte y que impliquen una maduración de lo que plantea, no es para ti.