En 2019 Jonathan Hickman llegó a la franquicia mutante para revolucionarla como nadie lo había hecho desde la Segunda Génesis de Len Wein y Chris Claremont. A través de dos miniseries tituladas House of X y Power of X el Homo Superior consiguió muchas cosas: Una isla nación (Krakoa), las bolas de dragón (protocolos de resurrección) y amnistía para todos… o casi todos, porque Dientes de Sable (malo hasta la médula) fue condenado por el Consejo Silencioso a cadena perpetua en el Foso, una prisión telepática donde estaría en estado vegetativo el resto de sus días.
O bueno, eso se creían ellos porque Victor LaValle y Leonard Kirk nos ofrecieron una excelente miniserie donde se ahondaba en la psique del personaje como pocas veces se había visto, demostrando que la némesis definitiva de Lobezno era mucho más que garras, colmillos y músculos. Aquella historia cerraba con la fuga de Dientes de Sable junto a un grupo de mutantes inadaptados a las leyes de Krakoa denominado “Los Exiliados”.
Retomando el nombre la mítica formación creada hace más de veinte años por Judd Winnick y Mike McKone, LaValle y Kirk presentan un grupo formado por el Sapo, Maddison Jeffries, Oya, Nekra, Nanny y el Creahuérfanos entre otros mutis de segunda fila para enfrentarlos con la Dra. Barrington de Orchis y su nueva máquina de matar llamada “La Creación”.
Dientes de Sable y sus asombrosos amigos
Seguramente leer este titular os habrá rechinado tanto como a mi escribirlo. No es para menos, porque si algo nos ha enseñado la trayectoria editorial de Victor Creed es que siempre ha funcionado mucho mejor en solitario que acompañado. Que yo recuerde, solo me gustó su estancia (forzosa) en el X-Factor de Howard Mackie. Desde entonces lo hemos visto en dos reinvenciones de Arma-X. La primera de ellas, escrita por Frank Tieri, está parcialmente inédita en España y sus números inéditos son fundamentales para saber de donde sale cierto personaje del que no diré más.
Quitando versiones alternativas como la vista en “La Era de Apocalipsis”, Dientes de Sable siempre nos ha dado sus mejores momentos actuando en solitario y estando del lado de los malos. El contraste entre la anterior miniserie y esta es total, casi no parece el mismo personaje. Esto no evita que estemos ante una historia que se deja leer con facilidad, tiene mucha acción, varios momentos excelentes, algún que otro cliffhanger y un final bastante explosivo. No obstante, el aire de artificialidad y la sensación de que LaValle estaba muy limitado debido al férreo control que supervisa toda la línea editorial mutante es constante.
Tampoco ayuda demasiado que del elenco de los Exiliados solo pinten algo en la historia Nanny y Creahuérfanos. El resto pintan tanto como un ficus, siendo totalmente intercambiables por otros mutis como si de cromos se tratase. También es cierto que me cuesta creerme que Jeffries u Oya no hayan aceptado las leyes mutantes, pero otros villanos como Apocalipsis o el Rey Sombra sí. Igual de incomprensible resulta el nivel de amenaza que se le da a la Mad Doctor de hacendado que hace las veces de mala de la función.
A nivel artístico Leonard Kirk sigue mostrando un gran nivel con una narrativa fluida y unas escenas de acción que muestran toda la crudeza y espectacularidad que requiere Dientes de Sable. Las cubiertas son también excelentes, destacando las variantes de gente como Iban Coello, Joshua Cassara, Maria Wolf o Gerardo Sandoval.
Una pena que al final la trama de “Dientes de Sable y los Exiliados” se haya limitado a ofrecer más de lo mismo. Los cimientos para ofrecer la historia definitiva de este ser cruel, desalmado y egoísta habían sido bien posicionados pero al final el huracán de supervisión editorial derrumbó todo a su paso. De todas formas, Victor LaValle formará equipo con Benjamin Percy para el arco “Sabretooth War” en la cabecera de “Wolverine”. Quizás ahora sí tenga la ocasión de dar su visión definitiva de Mr. Creed. Los aficionados deseamos que así sea.